Inicio Destacado Camarones de río: frutos de la tierra que se hunden en el...

Camarones de río: frutos de la tierra que se hunden en el olvido evolutivo

0
150

“El camarón del Huasco es rico, chorreando vino y sentimiento, junto a los pollos, bien ardientes de ají cacho de cabra o queso chileno, asado con ajo”

 Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile. Pablo de Rokha, 1949.

En la actualidad el camarón de Huasco y el camarón de vega sureño, antaño grandes compañeros de la cocina chilena, son frutos casi olvidados de la tierra, seres que, debido a muchos factores adversos para sus vidas, ya se hunden en el olvido evolutivo. ¿Qué ha ocurrido para tan lamentable ausencia? En Huasco aún los días 3 y 4 de febrero de cada año se celebra la Fiesta del Camarón. Pero ahora este crustáceo es un recuerdo lejano de epopeyas gastronómicas del que hablan los abuelos con nostalgia. En esos lugares hasta existe una localidad que recibió el nombre de Camarones, debido a la gran población de esta especie que antiguamente había allí. Ahora los habitantes dicen: “no quedan camarones porque desde que se hizo el embalse se murieron. Además, subieron los camaroneros y no consideraron a las hembras con huevos ni cuidaron nada y los extinguieron». En esos tiempos de exuberancia, en una jornada de trabajo de 4 a 6 horas, era factible capturar entre 150 a 200 camarones, lo que se traducía en 8 a 10 kilos. La actividad extractiva en esos tiempos sustentaba a más de 1.000 familias que se dedicaban a su captura. Los camarones alimentaban a los pobres, el folklore y la buena mesa. Pero ya no los hay. Al parecer, cientos de millones de años evolutivos de estos crustáceos han terminado en el olvido, de la mano del hombre.

El “León de Tarapacá», Arturo Alessandri, presidente de la República en los períodos 1920-1925 y 1932-1938 ya sabía del problema y promovió una veda total de la extracción (Decreto Supremo N° 1584, de 1934). Sin embargo, no pasó mucho con esa prohibición. La explotación clandestina que continuó aceleradamente y el desinterés estatal por su control, llevó a la drástica reducción del tamaño de las poblaciones y a la disminución de la talla de los ejemplares extraídos. Año tras año estos fueron escaseando en las mesas chilenas. Este panorama, se acompañó con una serie de modificaciones en las condiciones ambientales de vida, como sequías y cambios de varias décadas en la hidrografía local, en toda la franja que va desde Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo. A esta situación, lenta pero progresiva, se fue sumando la contaminación de las aguas, por insecticidas y fertilizantes usados en la agricultura y la canalización de muchos cursos de agua para regadío, todo lo cual ha modificado significativamente los ambientes naturales donde el camarón habitaba. Los camarones son altamente sensibles a los insecticidas agrícolas.

En los años 80 la escasez motivó a la autoridad en esa época a revisar la normativa vigente y decretar el año 1986 una nueva disposición, la cual rige hasta ahora. Esta normativa, impide la extracción desde el 1º de diciembre y hasta el 30 de abril del año siguiente, es decir en la época de desove. Pero su control ha sido inexistente lo que sumado al cambio en las condiciones ecológicas ha llevado a la cuasi extinción. Un poco menos dramática es la situación del camarón del rio o del sur. Especie distinta, más propia de la zona central de Chile. Aunque su desaparición es alarmante y ha descendido a niveles críticos, aún es posible encontrar algunas tristes cuelgas de flacos individuos que se venden a la vera de la carretera. La sobreexplotación, los cambios hidrológicos, contaminación, destrucción de humedales, desvío de aguas, etc., son también los factores que precipitan su extinción. De las otras dos especies de camarones de tierra que existen en Chile, aparte de las dos anteriormente mencionadas, poco se sabe, pero al parecer han corrido la misma suerte.

Los crustáceos dulceacuícolas de Chile, donde están incluidos las cuatro especies de camarones terrestres existentes en nuestro país, están clasificados en la clase Malacostraca la cual tiene 32 especies, no todas terrestres. Su rol en la naturaleza es fundamental en la conversión y transferencia de energía dentro del ecosistema acuático continental, al formar parte de la dieta de peces y aves acuáticas. Los camarones adultos se alimentan de peces, crustáceos, larvas de insectos, plantas acuáticas, semillas y microalgas, por lo que se lo caracteriza como una especie omnívora y de hábitos bentónicos en su alimentación. Pero también son caníbales, principalmente cuando sus congéneres están en periodo de muda de caparazón y su cuerpo es muy blando, la cual se acentúa en periodos de primavera y verano.

El gran Abate Molina, el primer científico chileno, los describía así en 1782 en su magistral Ensayo sobre la Historia Natural de Chile”: “Su color es negruzco, jaspeado de venas de un rojo vivo, y la carne blanca y más sabrosa que la de los camarones marinos y la de ríos fluviales. Se encuentran en gran cantidad en las aguas corrientes, en cuyas riberas ellos construyen con arcilla una torrecita de cerca de un pie de altura sobre el terreno, pero continuada hacia abajo, de manera que el agua del río o arroyo pasa allí por un canalito subterráneo; esta torrecita les sirve de asilo en las inundaciones”.

Los científicos que estudian su evolución dicen que los crustáceos marinos, parientes de los camarones terrestres pasaron en tiempo pretéritos desde las aguas continentales al mar, diversificándose allí en muchos cientos de especies. Así, nuestro camarón de rio Huasco y del sur son parientes lejanos de la aristocrática centolla, la impoluta langosta de Juan Fernández y del exótico bogavante europeo.

Cambio climático

El camarón de Huasco, Cryphiops caementarius (Molina, 1782) es un ser que tiene 10 patas. El macho está premunido de una intimidante pinza tenaza derecha y cuando aprieta con ella causa gran dolor. La hembra es más pequeña y gentil. Los ejemplares adultos de esta especie son habitantes del agua dulce, mientras que sus larvas dependen de aguas salobres para completar su desarrollo. Por esta razón, cada año las hembras de acuerdo a la fase lunar menguante se movilizan a zonas cercanas de desembocadura de ríos para desovar. Las larvas desarrollan los 18 estados que tiene su complejo sistema de vida larvario en agua semi salada. Esta situación hace que, en periodos de reproducción, las hembras se concentren en los últimos 20 a 30 km. de los ríos donde habitan. Todo el ciclo tiene una duración de 65 días y se lleva a cabo en condiciones de salinidad óptima y una temperatura de 25 °C. Las hembras, a base de sofisticados sensores corporales seleccionan el hábitat óptimo donde desovar y criar sus hijos, los cuales en cada etapa larvaria tiene distintas formas de alimentarse. De allí que requieran un medio como el estuarino, rico en nutrientes y muy diverso.

Como las predicciones de Cambio climático, en cuanto a la disminución de lluvias y nieves, al aumento de las temperaturas de la tierra, aire y océanos, son crecientemente malas para el norte de Chile, de igual forma los factores humanos que están precipitando a la extinción de los camarones, seguramente van a continuar. El medioambiente donde viven se hará cada vez más hostil para ello. Las estimaciones de déficit hídrico para la macrozona norte de Chile son severas, de 50% anual y se irá ampliando en los años sucesivos. Los estudios nacionales sobre impacto de Cambio climático sobre especies de fauna, indican que la gran mayoría de las especies terrestres verán severamente alterados sus hábitats, lo que obligará a las especies más móviles a buscar zonas de vida más tolerables, hacia el sur. En el caso de los camarones de Huasco, desde Coquimbo hacia la zona mediterránea central existe el mismo problema, enormes déficits hídricos y desembocaduras de ríos con aguas muy contaminadas. Para que decir de la comuna y quebrada de Camarones en Arica, cuyo nombre se debía a la abundancia de camarones. La disminución de lluvias altiplánicas, el sobreuso agrícola de sus aguas y la enorme contaminación por boro, han secado el río y extinguido a los camarones, los cuales al igual que las momias de la cercana Cultura Chinchorro, duermen ya por los siglos de los siglos. El emblema comunal recuerda aun esos viejos tiempo, con un pequeño camarón en su margen superior izquierdo.

El espacio de vida de estos nobles animales se ha restringido brutalmente. Pareciera ser que nuestros camarones tienen escasas posibilidades de sobrevivir. Son frutos de la tierra que están en la antesala del olvido evolutivo.

 

 

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.