Inicio Destacado “Chernobyl”: La Pantalla Destapa un Desastre Nuclear Oculto por Décadas

“Chernobyl”: La Pantalla Destapa un Desastre Nuclear Oculto por Décadas

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Después de 33 años por fin los ciudadanos del mundo sabemos la gravedad de la explosión nuclear de Chernobyl gracias al relato de una miniserie de televisión.

Ya lo sabían quienes leyeron el libro “Voces de Chernobyl” (1997), donde la periodista ucraniana y Premio Nobel Svetlana Alexievich, lo reveló a través de testimonios de sobrevivientes que recogió en el lugar. Pero un libro no tiene la misma repercusión que las pantallas de televisión o de cualquier formato audiovisual como sucede con esta magnífica miniserie realizada por los estudios de la empresa norteamericana HBO, con apoyo de Gran Bretaña y Alemania.

Basada en los hechos reales, tiene pocos agregados para la construcción dramática del guionista Craig Mazin, (autor de películas de horror y super héroes), según han declarado algunos sobrevivientes. En 5 capítulos, que parecen de ciencia-ficción,  se develan detalles de la catástrofe nuclear ocurrida en Chernobyl, pequeña ciudad de Ucrania, en 1986, bajo el gobierno de la Unión Soviética. Sí, cuando ésta competía con Occidente por el primer lugar en la carrera espacial y en la ciencia nuclear. Por el poder finalmente. En Occidente, la propaganda contra la URSS era incesante.

¿Estamos de vuelta en la guerra fría…? Es la primera duda que nos asalta.

Pero “Chernobyl” no me pareció un panfleto político sino un homenaje a la verdad gracias a los científicos soviéticos, ucranianos y bielorrusos, que exigieron revelarla en bien de la humanidad; y a las 600 mil personas según cálculos no oficiales, que arriesgaron o entregaron sus vidas (bomberos, mineros, operadores) por contener la explosión, o que fueron afectadas por la radiación. Además de las condenas a muerte por cáncer a millones de ciudadanos de Ucrania, su vecina Bielorrusia, al norte de Europa, y a su descendencia.

Lo que todavía sigue siendo una amenaza. El lugar donde ocurrió hace 33 años es hoy una enorme “zona de exclusión” donde no puede haber vida vegetal ni habitar persona o vida animal alguna. Un “sarcófago” o cúpula  protectora de un metal especial – que hay que renovar cada cierto tiempo – protege de la mortífera radiación, la que seguirá, aunque atenuada, por miles de años… Pero como el ser humano muchas veces se comporta como idiota, hoy Chernobyl se ha transformado en un polo turístico.

¿Accidente o sabotaje? ¿Accidente como Fukushima en Japón (2011), tras un terremoto… o intervención humana como Hiroshima (1945)? Los rusos, que están muy molestos con la miniserie hablan de un sabotaje de la CIA y preparan una querella además de su propia versión. Esperemos.

Mientras tanto, en la actualidad vemos una abierta crítica a las autoridades de la época que permitieron y taparon el desastre con su política de secretismo y mentiras. Los buenos en la miniserie son los científicos soviéticos, personificados en el único personaje de ficción: Ulana, una física nuclear que los representa a todos. Ellos se rebelan contra la nomenklatura , que exige una verdad de acuerdo al interés del Estado.

Resulta irónico que esta catástrofe le caiga a Mijail Gorbachov, es decir, cuando se iniciaba la glasnost, o apertura soviética, buscando un sistema más humano, más dialogante. Pero los cambios no suelen ser tan rápidos.

Ulana busca la verdad y exige a su jefe y colega Legasov (que se suicidó), que la revele durante el juicio que se abre un año después ante la comunidad científica y política, y donde consiguen el apoyo de Shcherbina, ministro de energía y consejero de Gorbachov, también infectado por la radiación. Una verdad que, además de la falla humana, involucra confesar –según aventura esta serie – que se prefirió el ahorro en insumos antes que la seguridad. Y así, un reactor nuclear destinado a producir electricidad para la industria,se transforma en una bomba nuclear que multiplicó 500 veces la de Hiroshima.

¿Cuántos Chernobyls falta destapar…? Nos queda la duda si alguno más de los países que trabajan la energía nuclear con fines científicos, industriales o armamentistas, ante semejante yerro también optarían por callar.

En los años 60 y 70, los jóvenes protestaban en las calles con el grito: “¡Paren la bomba!”, aludiendo a Hiroshima. Hoy habría que gritar, “¡Paren las centrales nucleares!”

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