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El programa secreto de la CIA, MK-Ultra

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En la serie “Stranger Things” (primera temporada) la niña Eleven es sujeto de experimentos aberrantes, como inmersión en un tanque de agua, y hay referencias a MK-Ultra. Tal vez mucha gente no sabe que la Central Intelligence Agency (CIA), desde los 1950 hasta 1973, efectivamente tuvo un programa denominado MK-Ultra. Proporcionó enormes recursos monetarios para conducir este tipo de experimentos con ciudadanos estadounidenses y canadienses. Era parte de su estrategia anticomunista y de su esfuerzo por descubrir una manera de controlar la mente (“mind control”). No sólo esto; la CIA quiso desarrollar una nueva manera de interrogar a detenidos o doblegar a prisioneros, y manipular las acciones de una persona sin su voluntad, todo para avanzar en la Guerra Fría. Estos “experimentos” eran en realidad ejercicios de tortura psicológica, inmorales e ilegales, sin ninguna ética o empatía humana.

La CIA pensó que este tipo de tratamiento abusivo era más “efectivo” que los viejos métodos violentos de la tortura física. El objetivo era eliminar la voluntad de una persona y reprogramar su mente. Esencialmente los conocimientos de psicología y psiquiatría fueron convertidos en arma (en inglés, “weaponizados”) para intereses de inteligencia civil y militar y para ganar más poder en la lucha anticomunista (más tarde, se ha aplicado en la “guerra contra el terrorismo”).

MK-Ultra consistió en experimentos que incluyeron el uso de la droga psicodélica LSD (lisergic acid diethylamide) en personas, sin su conocimiento; inmersión en tanques de agua con ojos vendados y oídos tapados (para bloquear cualquier sentido, es decir, deprivación sensorial); el uso de la desorientación y aislamiento total; y la imposición forzada de mensajes repetidos a la cabeza por días, sin pausa, vía casco o audífonos. A veces el shock eléctrico fue usado, o drogas para inducir coma en la persona, o la deprivación de sueño. Un profesor contratado por la CIA hizo muchos experimentos—incluyendo sobre sus proprios estudiantes—y descubrió los efectos devastadores de la deprivación sensorial. Sus experimentos rápidamente provocaron en sus víctimas alucinaciones, histeria, ansiedades y pánico, enfermedades mentales y trauma a largo plazo. De hecho, en los 1980 nueve de sus víctimas demandaron a la CIA por este tratamiento, y actualmente, cientos de familiares canadienses cuyos seres queridos fueron experimentados bajo MK-Ultra, por un profesor afiliado con la CIA, están exigiendo, en dos demandas judiciales, compensación para las familias y una disculpa del gobierno canadiense ( https://newsinteractives.cbc.ca/longform/brainwashed-mkultra ). Casi todos los archivos sobre MK-Ultra fueron destruidos en 1973.

Sin embargo, estos métodos fueron diseminados en América Latina desde los años 1960 hasta los 1980 a través de dos manuales de la CIA, Kubark Counterintelligence Interrogation Manual (1963) y Human Resource Exploitation Training Manual (1983) que recomendaron el uso de deprivación sensorial, de drogas, temor y dolor, hipnosis y posiciones contorsionados y estresantes para reducir y dominar a un detenido (ver mi libro, Los estados depredadores: La Operación Cóndor y la guerra encubierta en América Latina https://lom.cl/products/los-estados-depredadores ). Estos métodos fueron adaptados y utilizados por las dictaduras militares en todo el continente. Después, fueron usados también en Iraq, Afganistán y Guantánamo durante “la guerra contra el terrorismo”.

Uno de mis cursos universitarios abordaba el tema de las operaciones encubiertas y sus ramificaciones políticas, legales, éticas y morales, concentrado en las operaciones de EE.UU., donde el actuar encubierto de la CIA ha chocado con los derechos humanos y los valores democráticos múltiples veces en múltiples países. Los estudiantes leyeron varios trabajos sobre MK-Ultra y este tipo nuevo de tortura desarrollada por la CIA, que fue designado “no-touch torture” (tortura sin tocar) por el autor Alfred W. McCoy. Invariablemente las y los estudiantes (la gran mayoría jóvenes norteamericanos) quedaron horrorizados y consternados por la historia. Pero lamentablemente, después del ataque contra las Torres Gemelas en 2001, un porcentaje preocupante de la población de EE.UU. estuvo a favor de la tortura para “salvar al país”. Y eso sucede no solamente en EE.UU.

Tales métodos atroces y crueles mostraron una indiferencia depravada y criminal hacia la vida humana y representaron una perversión de la ciencia. Dañaron seriamente los estándares de derechos humanos, violaron masivamente los valores y derechos democráticos y contribuyeron al aumento del terrorismo de Estado en América Latina y otras áreas en los años 60-80. Cabe recordar que, bajo doctrinas de patriotismo y seguridad nacional, horrores indecibles fueron cometidos y defendidos. Todavía hay muchos sobrevivientes y muchas familias que sufren sin verdad ni justicia. Parece obvio decirlo, pero los gobiernos democráticos tienen que asegurar que sus fuerzas militares y de inteligencia y seguridad estén preparados para sus funciones con respeto de los derechos humanos. Deben reconocer que estos métodos aberrantes nunca son aceptables. Como declara La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de las Naciones Unidas, nunca hay justificación para el uso de la tortura.

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