Inicio Destacado Indígenas a la Constituyente: Gran Triunfo de la Revuelta de Octubre

Indígenas a la Constituyente: Gran Triunfo de la Revuelta de Octubre

Crédito foto: Patricio Muñoz Moreno

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Junio se vislumbra como un mes intenso no solo porque otra vez el Covid se ha dejado caer con fuerza sobre la población, sino porque hay elecciones decisivas de gobernadores regionales en segunda vuelta y un proceso inédito que se acerca a pasos agigantados: la redacción de una nueva Constitución que marcará los caminos y destinos del país en las próximas décadas. Los 155 chilenos y chilenas electos para ello se preparan ansiosamente para iniciar esa inédita función luego de ser elegidos en forma democrática y paritaria  para cumplir con esa histórica y emocionante labor.

En ese grupo hay 17 personas que, probablemente, antes de la revuelta de octubre de 2019 nunca  habrían imaginado estar en ese rol ni menos estar viendo como finalmente se concreta este significativo paso para el país y para ellos. Son los representantes de los 10 pueblos originarios quienes -tras largas dilaciones y discusiones que incluso acortaron su periodo de campaña- pudieron llevar candidatos a la Constituyente. Ellos compartirán por mas de un año esa significativa responsabilidad de reemplazar la Constitución de Pinochet con los otros 138 integrantes de esa instancia.

La convocatoria a escribir una Nueva Constitución y la inclusión de escaños reservados para los Pueblos Originarios fue uno de los grandes triunfos de la movilización social que explotó en todo Chile el 18 de octubre de 2019. También lo fue el que la Asamblea fuera paritaria.

Estas 13 mujeres y 4 hombres que asumirán como Constituyentes descienden de pueblos indígenas que habitaron nuestro territorio más de 15 mil años antes de Cristo. Hay pruebas que dan cuenta de su existencia en el Norte de nuestro país que se remontan a 12 siglos antes de Cristo y a 11 en la zona central. ¡Y pensar que los conquistadores españoles llegaron solo 1.500 años después de Cristo a nuestro país ! Esa invasión, mal llamada conquista, de blancos bárbaros con prontuarios policiales, trajo la consiguiente desgracia para esos primigenios habitantes de nuestro territorio… Allí comenzó un calvario al que tendrán la posibilidad de poner fin de una vez por todas estos cuatro hombres y trece mujeres indígenas. Ellos podrán dar vida a una constitución nacida en un proceso plenamente democrático  y votada por el pueblo a su término.

Entre los 17 representantes del mundo indígena chileno elegidos para integrar la Asamblea Constituyente se cuenta la Machi Francisca Linconao, quien  fue víctima de diversas y graves acusaciones a raíz del crimen del matrimonio Luchsinger Mackay, siendo absuelta de todos los cargos en tres ocasiones.

Con la habitual arbitrariedad con la que se procede con los representantes de nuestros pueblos originarios, Francisca Linconao fue vinculada el 2013 al citado crimen y acusada por “terrorismo” y “tenencia ilegal de armas”. Una supuesta escopeta hechiza habría sido encontrada en su casa por la policía. Durante el juicio, el funcionario que hizo la acusación nunca declaró. El Tribunal desestimó los cargos, absolvió a la Machi y se ordenó el pago de una indemnización.

En marzo de 2016, la Machi fue acusada por los mismos cargos y nuevamente encarcelada, iniciando una huelga de hambre luego de estar nueve meses en prisión preventiva, la que depuso 14 días después, cuando la Corte de Apelaciones de Temuco rebajó su medida cautelar a arresto domiciliario. Finalmente, en 2018 está alta autoridad religiosa del pueblo mapuche fue absuelta de todos los cargos que falsamente se le habían imputado.

Los restantes representantes del pueblo mapuche que estarán en la Asamblea Constituyente son Elisa Loncón Antileo, Carmen Caifil, Adolfo Millabur, Rosa Catrileo, Carmen Jaramillo y Natividad Llanquileo. Esta última también es una figura conocida por sus luchas en defensa de los derechos humanos de su pueblo. De profesión abogada, forma a parte del equipo del Centro de Investigación y Defensa SUR, de La Araucanía. En 2010 ocupó el rol de vocera durante la extensa huelga de hambre de los presos políticos mapuche.

En la Asamblea también tendrán su lugar -ganado a pulso y contra todo pronóstico-  la representante del pueblo Rapa Nui Tiare Maeva; los representantes del pueblo atacameño Carolina Aguilera y Ximena Ansa Colamar; aquellos del pueblo Aymara -Luis Alberto Jiménez e Isabella Mamami- en tanto Wilfredo Bacián lo hará por el Pueblo Quechua; Isabel Godoy, por el Pueblo Colla, María Gabriela Calderón, por el Pueblo Diaguita; Margarita Vargas, por el Pueblo Kawashqar; Lidia González Calderón, por el Pueblo Yagán; y Fernando Tirado, por el pueblo Chango.

Los flamantes 17 Constituyentes indígenas forman parte de los 2.185.795 chilenos que se declararon como parte de pueblos originarios en el censo de 2017, lo que correspondió al 12,8 % de la población chilena, porcentaje que ha ido en aumento en los últimos censos (en 2002 sólo un 4,6% se declaró miembro de alguna etnia) lo que habla de una creciente fuerza de su identidad.

Entre las distintas etnias, el pueblo mapuche es el de mayor población, seguido de los pueblos aymara, diaguita, atacameño, quechua, rapanui, kolla, kawésqar, chango y yagán, en tanto las regiones con mayor concentración de población indígena son la Metropolitana, con el 30,1%; Araucanía, con el 19,6% y Los Lagos, con el 13,1%.

Tras el triunfo de incluir representantes de las etnias originarias en la Asamblea Constituyente, los candidatos podrían haber sido más. Lamentablemente, como en muchos lugares de América, hay etnias que han desaparecido. En Chile hay 9 pueblos indígenas que se ya extinguieron: los picunche, chiquillan, puelche, cunco, poya, chono, caucahué, aónikenky selk’nam, que dejaron de existir producto de graves enfermedades que les contagiaron los hombres blancos o por el exterminio practicado en contra de ellos por los colonizadores, como fue el caso de los selk’nam.

Esto último es su historia de vida. Desde que Colon llegó a las tierras que ellos habitaban, han debido luchar por su sobrevivencia, enfrentando al invasor, defendiéndose de los maltratos, protegiendo sus tierras ancestrales y sus recursos naturales de la usurpación y de industrias extractivistas, cuidando y preservando su cultura, su lengua y su cosmovisión,  dando muchas veces la vida por un poco de dignidad que siempre les han querido arrebatar.

Como en el siglo XIX, cuando el pueblo mapuche debió enfrentar a un Estado que, a sangre y fuego, buscó consolidar su soberanía en la Araucanía y la conquista total del país. El ejército de Chile terminó apropiándose de territorios mapuche que luego quedaron en manos de colonos extranjeros. Para 1929, los mapuche -cuyo significado paradojalmente es “hombres de la tierra”- sólo retenían el 5% de sus tierras originales, 500 mil hectáreas de las 10 millones, y más de 30.000 de ellos ya no tenían tierras o no habían sido radicados.

Han sido más de 500 años de lucha. Felizmente, hay algunos frutos como el Convenio 169 de la OIT o la Declaración Universal de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, que les han permitido articularse y cobrar mayor fuerza política.

Sin embargo, es la Constitución de Pinochet la que en Chile ha puesto la camisa de fuerza. Karina Vargas, coordinadora del Programa Derechos de los Pueblos Indígenas del Observatorio Ciudadano y Hernando Silva, coordinador del Área Jurídica de la misma institución, comparan experiencias novedosas y positivas de pueblos indígenas en países como Ecuador o México, y señalan que “esas experiencias sin duda contrastan con la realidad que viven los pueblos indígenas en nuestro país, donde sus derechos colectivos no se encuentran reconocidos en la Constitución Política, y la Ley Indígena sólo hace referencia a ellos como ‘etnias’ privándolos de esta forma de su reconocimiento político como pueblos”.

Son ese tipo de injusticias y falencias las que podrán corregir de primera y propia mano los 17 representantes de nuestros pueblos originarios que redactarán la nueva Carta Magna, un proceso que se ganó cuando los marginados y despojados de siempre dijeron basta.

Hoy es el momento de cobrar cuentas históricas con un corazón generoso y una sabiduría ancestral, con propuestas nuevas, con sueños revolucionarios, con la fuerza de la razón y la certeza de que los descendientes de esos hombres que poblaron, cuidaron y amaron estas tierras hace miles de años, se lo merecen.

 

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