Guillermo Williamson Castro, Doctor en Educación y Académico Universidad de La Frontera.
Nuevamente se da la PAES y los resultados estructuralmente son lo mismo de siempre: de 100 colegios con los mejores puntajes, cerca del 73% son particulares pagados y el resto subvencionados. Esta es una nueva columna con datos que en nada cambian lo que escribí desde el 2004 y hasta febrero del 2023. El problema no está en si la PAES es el mejor instrumento para seleccionar ingresos, si se destruyeron los emblemáticos o los bicentenarios, si es culpa de la post-pandemia, si ahora aumentaron los que rinden la prueba o destacar el aumento de puntajes promedio que esconden las diferencias regionales, territoriales, de género o indígenas, menos en felicitar a los pocos estudiantes de Santiago, con puntajes máximos, invitados a desayunar con el Presidente. Nada de eso: lo que ha fracasado es el modelo educacional y pedagógico instalado por la Dictadura cívico-militar en la década de los 80 del Siglo pasado. Ha fracasado la denuncia de miles de académicos, docentes, organizaciones, que han resistido al mal sistema imperante.
Hace algo más de 40 años que el sistema neoliberal de educación mantiene los pésimos resultados de calidad, equidad, ciudadanía y justicia, con aportes mediocres a la ampliación y profundización de la democracia, a la productividad del trabajo y al desarrollo de la producción. Se han logrado algunos cambios gatopardianos en torno a valores, ideas, propuestas sistémicas y metodológicas por los gobiernos progresistas, prioridades que se han realizado con enorme dificultad política ante la tenaz resistencia de las fuerzas conservadoras del capital cultural, educacional y económico, travestido de fundaciones de la sociedad civil, de representantes en las diversas instancias de poder académica, religiosa, parlamentaria o económica, de los medios de comunicación.
Todos los que hemos estado en los aparatos de estado sabemos lo difícil que fue negociar las Leyes de Jornada Escolar Completa, Orgánica Constitucional de Enseñanza, de Gratuidad, la acreditación de las universidades y carreras de pedagogía y así. Sólo con dinero en la mesa, regulaciones para expulsar del mercado a los débiles sostenedores, institutos o universidades, fortalecimiento del centralismo en la gestión pública para favorecer instituciones públicas y privadas sin lucro del centro del país, fiel presencia de autoridades en eventos en estas instituciones centralizadas, instalación en el estado de cuadros proclives al sistema provenientes de centros académicos estatales y privados. Han ido copando los espacios ideológicos, culturales, físicos, técnicos y políticos de poder vinculante y al mismo tiempo invisibilizando la capacidad de crítica e innovación, desde una perspectiva pública, al interior del estado. Poco a poco han ido privatizando el estado de modo a debilitar su capacidad de gestión, control, supervisión, orientación y cooperación con el sistema escolar de base y así, por oposición, ante la “incapacidad” del estado, levantar el papel de la sociedad civil, la empresa y sector privado sin lucro,como los constructores de modelos y cuadros de salvataje que puedan resolver los problemas.
El modelo hegemónico de generación, validación y difusión del conocimiento, en el mundo universitario de la investigación y la cultura, asociado a incentivos económicos y de prestigio, contribuye a negar la crisis estructural y concentra los focos en síntomas o efectos y no en la denuncia científica, fundamentada, crítica, del sistemainstalado y consolidado. La academia tiene responsabilidad innegable en estos resultados.
Nada de lo dicho es novedoso
Este modelo impuesto de facto y protegido legalmente por la actual Constitución, impone un financiamiento por subvención a asistencia de los estudiantes, que se ha consolidado negociando dinero, infraestructura, compra de servicios, debilitamiento de la negociación docente por rama o colectiva ante un mismo rut de empleador, al mismo tiempo que promueve que las Secretarías Regionales Ministeriales, Departamentos Provinciales de Educación, Servicios Locales de Educación Pública, Municipios, establecimientos educacionales subvencionados, se debiliten enfrentando miles de desafíos, propuestas e instrucciones técnicas y administrativas, generadas desde una multiplicidad de fuentes públicas y privadas, que, en nombre de la transparencia y calidad educacional, burocratizan el quehacer directivo y docente, hasta lo máximo posible, sin tener una ruta integradora, descentralizada, unificada en torno a focos comunes de calidad, justicia, equidad, participación.
Nada de lo dicho es novedoso, es parte de las conversaciones habituales de los docentes, de académicos e investigadores críticos de los sistemas, no de los efectos o síntomas, de los militantes efectivos de las transformaciones educacionales y sociales.
Es una vergüenza para Chile, para los educadores, para personas justas y de bien, para la esperanza de los pobres y del pueblo, los puntajes de la PAES. Es cierto, el universo de resultados se extiende y aplana en algo, pero no consigue esconder estas brechas que, en la práctica, los medios de comunicación masivos disfrazan para relevar el valor de lo privado en relación a lo público. La propia directora del DEMRE dice que los resultados están estancados: la brecha se mantiene estable, es decir, en tendencia a la consolidación.
De los 100 colegios con mejores resultados (permiten quelos jóvenes elijan lo que quieran estudiar) 97 son privados pagados, 2 municipales y uno privado subvencionado. Hay 41 colegios de 4 comunas del sector oriente de Santiago (41%) el resto se divide entre otras comunas del gran Santiago (18%) y de otras regiones (41%). Si el promedio del país fue de 592,3 puntos, en La Araucanía fue de 575,2 (12vo lugar entre las regiones) y en la Metropolitana de 608,0 (el 67 % de los máximos puntajes). Se reproduce el centralismo en las regiones: en La Araucanía, Temuco tuvo un puntaje de 609 (semejante al nacional) pero Lumaco tuvo 475. Aquí no es menor que las 5 comunas con más bajospuntajes (entre 503 y 475) tengan una mayoría o altísima población mapuche y rural.
Ya no hay brechas, hay abismos insalvables. No se ha podido resolver nada en 40 años, el sistema fracasó, no queda más que pensar en otro modelo, construido desde el conjunto de la sociedad y sus actores sociales y educativos más relevantes. ¿Esto? ¡no da para más!
