Analista político y sociólogo.
En política debiera aplicarse un refrán que todavía no existe: “ten mucho cuidado con replicar a los ataques que te lancen como anzuelos para que piques”. La maestría consiste en responder sólo aquellas embestidas que tienen mejor respuesta de la que el rival se espera, desentendiéndose de lo demás.
Es más fácil criticar rápido que contestar bien, razón por la que un candidato ha de escoger con tino aquello de lo que quiere hablar porque, por obligación, tendrá que dejar sin respuesta muchos ataques menores.
No todo se ha de retrucar porque quien lo intenta termina por ser administrado por sus adversarios, quienes para mantenerlo sometido sólo necesitan arrojarle cada día un anzuelo. El que pica ya no entrega un mensaje propio, sino que orbita en torno a lo que otros le señalan que hable. Quien no tiene agenda propia no puede ganar.
Creo que el segundo debate de los candidatos presidenciales de Unidad Constituyente continuó siendo poco diferenciador en contenidos programáticos. En cambio, fue muy significativo en cuanto a la capacidad diferencial de recibir y enfrentar emplazamientos verbales.
Al atacar a un contendor, cada político tendría antes que recordar la astuta y humorística pregunta que Henry Kissinger dirigió a un grupo de periodistas antes de que ellos iniciaran su interrogatorio: “¿Están preparados para mis respuestas?”. Cuidado con quien sepa contestar y reaccione con rapidez.
Porque cuando se ataca a los otros, ellos tienen la desagradable costumbre de contraatacar. Es algo que un novato nunca espera porque se imagina siempre como ocupando el centro de la escena.
Y como a debatir se aprende debatiendo, nada mejor para tener un buen desempeño que haber pasado por duras pruebas. Tener que hacer frente a toda la derecha y tener que defenderse de una acusación constitucional ha sido una gran escuela para Yasna Provoste. Ella está ratificando lo que aprendió, más que completando su aprendizaje.
En el reciente debate pudimos ver en acción a tres buenos políticos, pero no todo político es por necesidad un polemista. Este último puede ser identificado fácilmente en una disputa verbal: es aquel que cuando arreciar la discusión, comienza a sentirse cómodo y distendido. En cambio, quien entra en la disputa siguiendo instrucciones deja de controlar su lenguaje corporal y delata el impacto que le producen las inesperadas devoluciones que recibe.
La centroizquierda se está preparando para competir y está teniendo avances. Prueba de ello es la atención que le prestan sus adversarios. Ahora, resulta que Sichel se da por invitado a una fiesta ajena, intentando que se le conteste a sus críticas. El candidato de derecha intenta todo para llamar la atención atacando la consulta ciudadana de la centroizquierda: «lo que veo hoy es una coalición que trata de arreglar sus problemas con medidas artificiales”, pensando que “sólo ellos pueden garantizar algo».
Saber callar es mucho más útil que saber dar buenas respuestas. El debate de la centroizquierda se debe dar a su interior, lo que opinen los demás es de su incumbencia y bien gracias. Vamos mejorando: no siempre los peces pican.