Periodista.
Sin duda que la masividad de la protesta del día en que se conmemoró un año de la protesta social sorprendió a todos. No sólo porque fue en momentos en que la pandemia no cede y hay peligrosos rebrotes en el mundo. Fue también a pesar de la verdadera campaña del miedo que durante varios días había montado la derecha respecto de esa conmemoración, augurando violencia y caos. Y por cierto, contagios. Y fue aunque en los días previos al 18 de octubre hubo pequeñas manifestaciones que, como siempre, terminaron en algunos focos de violencia.
Y pese a todo ello acudieron miles y miles, familias completas, hombre y mujeres, jóvenes y viejos a manifestarse en la Plaza de la Dignidad. La televisión dio cuenta de ellos en las primeras horas de ese reencuentro. Como dio cuenta también de la violencia que se desató después, repitiéndolo una y otra vez.
Ese escenario fue toda una sorpresa para las colectividades políticas de todo el espectro, gobierno incluido. Porque fue la prueba palpable de que el descontento no había cedido. Que solo estaba en hibernación. Pero, en definitiva, se vieron las dos caras de la misma moneda del descontento. Una, la manifestación pacífica, multitudinaria, con gritos, batucadas, disfraces y bailes. La otra, mostró un microclima de violencia y destrucción por parte de grupos pequeños que comenzó con el enfrentamiento entre dos barras bravas. El informe del fiscal regional Metropolitano Oriente, Manuel Guerra, quien lleva las investigaciones del Ministerio Público por los ataques ocurridos el 18-O del año pasado, concluyó que son “manifestaciones de grupos radicalizados anti sistémicos”. Es decir, sin liderazgos, sin objetivos políticos, dijo, y solo con un odio intenso a todo aquello que signifique Estado.
Y ahora, todos se preparan para el plebiscito que ocurrirá en pocos días más. De nuevo surgió la cancioncita de la derecha. Instalar el temor. Evitar una votación masiva, de manera de quitarle legitimidad a este acto democrático. De hecho, ya están repitiendo casi como un mantra que el 26 -al día siguiente del plebiscito- los del APRUEBO saldrán a la calle a pedir la salida de Piñera. Palabras más, palabras menos, lo dijo la ex ministra Isabel Pla en un programa de televisión del pasado domingo. Y lo mismo repitió más tarde Jacqueline van Rysselberghe.
No es casualidad que el propio Presidente, durante un acto realizado en La Reina, -de donde debió salir en medio de un caceroleo- llamara a la paz de cara al plebiscito, aunque admitió saber que – se quiera o no – habrán incidentes durante el domingo, según lo informó una radioemisora. “…tengo plena confianza que el próximo domingo los chilenos vamos a dar una demostración de nuestro espíritu y alma democrática. Sé que algunos grupos minoritarios van a intentar entorpecer o ensuciar ese proceso, no se los vamos a permitir», dijo, mencionando que la labor de Fuerzas Armadas y policías es garantizar a todos «que puedan expresar su voz, emitir su voto con libertad, en paz y con seguridad».
Las reacciones
La cercanía con el plebiscito y el grado de furia que se expresó el domingo pasado, con dos icónicas iglesias incendiadas, además de saqueos y roturas de bienes entre otras situaciones, más las cerca de 600 detenciones en todo el país, además de la muerte del joven poblador Aníbal Villarroel, de La Victoria, en circunstancias que están siendo investigadas por la PDI y que según los vecinos, ocurrió en un enfrentamiento con Carabineros en Avenida Departamental con Matte, hizo que la oposición reaccionara rechazando duramente lo ocurrido, aunque separando las características de cada manifestación y pidiendo que se investigue a fondo lo ocurrido con el poblador.
Obviamente desde la derecha hubo algunos que quisieron sacar rédito político intentando vincular al Apruebo con los hechos de violencia, lo que preocupa a la oposición porque -advierten- esto podría tener incidencia en los niveles de participación del referéndum del domingo.
De ahí que todos los partidos de la oposición salieron a aclarar cuál es la posición de cada uno frente a lo ocurrido y llamar a votar sin temor. El Partido Socialista señaló que «valoramos la masiva concurrencia de los ciudadanos y que han reafirmado sus demandas contra las injusticias que subsisten en la sociedad chilena. El proceso constituyente ha sido posible precisamente por la movilización ciudadana contra las desigualdades y los abusos». Sin embargo, subrayaron que «condenamos la quema de la Iglesia de la Asunción y de la iglesia de San Francisco de Borja, así como otros hechos de vandalismo cometidos por grupos minoritarios.
El atentado contra estos edificios históricos y patrimoniales constituye un hecho inaceptable y una muestra de intolerancia…Las demandas del movimiento social que se ha desplegado en el país no tienen ninguna relación con estos actos vandálicos y serviles a los intereses de la extrema derecha…El Partido Socialista de Chile condena y deplora estos actos que atentan en contra de la historia y el patrimonio cultural del país. Del mismo modo, valora a los miles de ciudadanos y ciudadanas que han salido a las calles para manifestarse de forma pacífica exigiendo un país más justo y solidario».
La Democracia Cristiana, en tanto, hizo un llamado «a todas las fuerzas políticas a rechazar tajante y absolutamente esta destrucción, y a no buscar explicaciones ni análisis. Los recintos religiosos son significativos para millones de personas y merecen el más absoluto respeto». «Exigimos al Gobierno que mejore sus estrategias para prever estos hechos. Ambas construcciones ya habían sufrido daño en meses anteriores producidos por estos grupos violentistas, y claramente, era una posibilidad de que nuevamente fuesen afectados hoy. Esperamos resultados concretos y no meros anuncios». Finalmente, indicaron que «la delincuencia no es lo mismo que el movimiento social y sus actos no constituyen protesta legítima. Ellos no buscan cambiar nada: ni la Constitución ni el modelo neoliberal. Ellos sólo son funcionales al Rechazo. Nosotros creemos en el país del diálogo y la paz».
El presidente del PPD, Heraldo Muñoz se preguntó “¿A quién le sirve esto? Solamente a quienes se oponen a los cambios, a los cambios profundos y a los que quieren que la gente sienta temor y tristeza». «Demostremos que somos más, vamos a votar el próximo domingo en paz, con movilizaciones pacíficas como las que han ocurrido durante la mayor parte del día o las que ocurrieron por ejemplo en la Plaza Ñuñoa. Ahí está la protesta, el malestar, pero al mismo tiempo la paz y la unidad que necesita el país».
Carlos Maldonado, presidente de los radicales, sostuvo que «rechazamos los actos de violencia, totalmente ajenos a las justas reivindicaciones ciudadanas. El próximo gobierno, junto con impulsar cambios sociales de fondo, deberá restablecer y garantizar la convivencia pacífica, como elemento esencial de la democracia». «A una semana del Plebiscito, saludamos a los miles que se manifestaron responsable y pacíficamente en tantos lugares de Chile, en favor del Apruebo y la Convención Constitucional. Ese es el verdadero rostro de la esperanza y el cambio hacia un Chile más democrático y justo”.
Y el presidente del Partido Progresista (PRO), Camilo Lagos, celebró “las masivas y pacíficas movilizaciones que se dieron a lo largo del país. La ciudadanía salió sin temor a reafirmar su voluntad de cambios, de un nuevo Chile, y llamamos a la juventud de nuestra patria, motor de los cambios, a participar activamente el próximo domingo en el plebiscito. Y así como celebramos las masivas movilizaciones, rechazamos los actos vandálicos de grupos muy minoritarios, como también el asesinato de un manifestante en La Victoria. Ni la violencia de grupos minoritarios ni la de las fuerzas policiales son aceptables. Y pedimos que la justicia investigue ambas, con igual celeridad.»
Para el jefe del Partido Comunista, Guillermo Tellier hay quienes buscan crispar el ambiente para restarle legitimidad al proceso constituyente. “Creo que se ha querido establecer un estado generalizado de violencia, como que a través de esa violencia tratar de opacar lo que es el Plebiscito, incluso magnificar la violencia para que mucha gente no vaya a votar o se desista de votar por el Apruebo”, aseveró. Junto con ello, Tellier pidió investigar las circunstancias en que un joven de la población La Victoria murió presuntamente por una bala disparada por un carabinero.
En el Frente Amplio salió a rechazar la violencia su ex abanderada presidencial Beatriz Sánchez: “la pregunta es a quién le puede servir lo que pasó ayer. Nos duele y nos molesta (…), entonces sí condenamos la violencia”. Y el diputado de RD, Giorgio Jackson, señaló que “nos gustaría pensar cómo se termina con la violencia y sus consecuencias nefastas”.
Lo que viene
Las encuestas siguen señalando hasta ahora que el APRUEBO será el vencedor de la papeleta del domingo. El punto es ¿Por cuánto? Será la primera prueba y la derecha está remando a todo viento para que sea la Comisión Mixta la que logre un triunfo claro, con un 40 por ciento de los votos. Si ello es así, ahí estarán los parlamentarios -en un 50 por ciento- decidiendo sobre qué Constitución necesitan los chilenos. Peor aun. Ese porcentaje, uno más uno menos, les garantizará que la Constitución de Pinochet y Guzmán mantenga lo que a la derecha económica y política le importa, comenzando por el estado subsidiario.
La primera tarea será la de definir a un presidente o presidenta y a una vicepresidenta o vicepresidente por mayoría absoluta de sus miembros. Luego viene la primera prueba de fuerzas: definir el reglamento de votación y redacción de la nueva Constitución. Será el momento de definir el número de comisiones, sus funciones, cuántas son necesarias, la transparencia de lo que se debata y crear posibles mecanismos de participación ciudadana.
Y lo más importante y trascendental para la derecha: incluir la regla de que la nueva Carta Magna tenga que ser ratificada, al final del mandato de la Convención y antes del plebiscito de salida, por 2/3 de sus miembros. Tal y como le pidió a la UDI Pablo Longueira. Para el ex coronel, conseguir esos dos tercios significará que habrán ganado la partida.
Hasta ahora son solo deseos que quedaron truncados luego de que la oposición fijara el plebiscito de salida como la ratificación final del nuevo texto constitucional. No es fácil lo que viene inmediatamente después del plebiscito. Y está claro que la única manera de resguardar la voluntad mayoritaria es si el APRUEBO y la Convención Constitucional logran lo que se ve más difícil, si no van los jóvenes masivamente a votar: un 70 por ciento de aprobación.
