Periodista y editora internacional.
En jerga periodística diríamos que es una “noticia en desarrollo que se vive minuto a minuto”. Lo cierto es que, más allá de los cliché, Argentina demostró al mundo, tal como ocurrió en el caso español, griego e italiano, ni las encuestas de opinión, ni la popularidad en RRSS ni las manifestaciones públicas de apoyo popular, se traducen necesariamente en votos efectivos o en aumento significativo en participación.
La decisión entre continuidad, regreso del Macrismo o la instalación de una nueva fuerza outsider encabezada por la ultraderecha rockera, contestaria y rebelde de Javier Milei, que hasta ayer parecía imparable, sumó un nuevo capítulo. Un desenlace inesperado y sorpresivo. Un giro en la historia.
Fuera de todo pronóstico y, a pesar de la crisis económica, de una inflación de 138%, una pobreza que supera el 40% y un dólar en alza, dejó en primer lugar al actual Ministro de Economía del Presidente Alberto Fernández, Sergio Massa (Unidos por la Patria) con un 36%. Junto con ello, el kirchnerismo logró retener con un sólido 45% la gobernación de la provincia de Buenos Aires. El gobernador Axel Kiciloff junto con agradecer el apoyo a la vicepresidenta Cristina Fernández, afirmó que inicia una nueva etapa, una refundación del Kirchnerismo.
La tapa al ataúd del kirchnerismo
La invitación ayer en redes sociales era asistir al funeral del kirchnerismo, que coincidía además con el cumpleaños del candidato de “La Libertad Avanza”. Un día histórico. La llegada de Milei al centro de votación evocaba aquello: en un impecable auto negro, rodeado de pétalos de flores. Euforia. Al interior, el candidato que pondría la tapa al ataúd del kirchnerismo, sus prácticas y terminaría con “la casta”. “Es nuestro salvador” o “Ganaremos en primera”, gritaban los más entusiastas.
No ocurrió. O por lo menos no como esperaban. Era una alternativa realista ir a balotage, pero jamás pensaron en un segundo lugar. No luego del nacimiento del “fenómeno Milei” tras las PASO, no luego del apoyo de la ultraderecha global y de los republicanos de Latinoamérica. Una sensación de tibio triunfo, o tibia derrota, como usted prefiera.
Mención aparte merece el magro desempeño de la derecha más tradicional. La Coalición por el Cambio representada por la exministra de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, no logró convencer a nuevos electores, tampoco mantener su base de apoyo, radicales incluidos y quedó fuera de carrera. Pero, no significa que el centro desaparezca como fuerza política. Es más, ahora vienen las ofertas, negociaciones, ese rebaraje de apoyos necesario en este nuevo modelo de tercios. Tabula rasa.
¿Qué viene ahora?
Un intenso mes de campaña inició hoy mismo. En política, no hay tiempo que perder, ni espacio que ceder: un 74 % del padrón electoral argentino emitió su voto ayer. Si bien son cinco puntos más de participación que las PASO de agosto, que alcanzó 69% de participación, la cifra de ayer es la más baja desde el retorno a la democracia, sin contar la participación voluntaria de los mayores de 70 años, y jóvenes entre 16 y los 18.
Se vislumbra una campaña polarizada entre dos propuestas de futuro que no son, por ahora, complementarias. Con proyectos opuestos, sus desafíos y estrategias deberán centrarse en seducir sin asustar, afirmar sin comprometer y mantener su base electoral.
“La grieta se murió”, afirmó el candidato a presidente de “Unidos por la Patria” y llamó a la unidad nacional: “Voy a convocar a un gobierno de unidad nacional el 10 de diciembre como presidente. Pero un gobierno construido sobre la base de convocar a los mejores sin importar su fuerza política”.
El reordenamiento de fuerzas políticas y apoyos plantea necesariamente avanzar hacia la moderación: ¿Negociará Javier Milei con «la casta» para llegar a la Casa Rosada? ¿Qué está dispuesto a ceder? Pero, más importante aún, ¿qué están dispuestos a ceder sus electores, su manada «leones» sin que eso signifique abandonarlo? O, como dijo la candidata Myriam Bregman, “no es un león, sino un gatito mimoso del poder económico”.
