Un hecho inédito y esperanzador trajo esta reciente celebración de Año Nuevo: miles de personas dejaron de seguir por internet a Radio BíoBío, luego que la emisora de los Mosciatti emitiera para el Año Nuevo la Canción Nacional con la estrofa de los «soldados» en Concepción y, además, incluyera propaganda del ultraderechista José Antonio Kast en contra de la nueva Constitución, de manera totalmente irregular y fuera de plazo.
La radio ofreció disculpas por el «error técnico» de haber puesto el himno nacional en la versión de la dictadura de Pinochet, («error» difícil de creer en radios que se programan con bastante anticipación). Y nada dijo de la propaganda de Kast, seguramente porque se trató de un cheque millonario.
En apenas 24 horas, BioBio perdió 50.000 seguidores. Desde la fría mirada de las estadísticas, son pocos, ya que la radio exhibe que tiene más de 3 millones de seguidores. (Aunque un sitio web denuncia que la mitad de ellos son falsos).
Otra explicación a esa baja cantidad es que, en general, los auditores de la BioBio son de derecha o centro derecha. Por ejemplo, si esos mismos hechos repudiados los hubiera realizado la radio Cooperativa, seguramente habría habido mucho más rechazo, por el perfil del auditor diferente entre BioBio y Cooperativa.
Pero desde la mirada política el impacto es gigantesco. Nunca antes se había registrado una situación como esta: el bloqueo masivo de auditores/receptores a un medio de comunicación.
Esta reacción de la ciudadanía contra lo realizado por esa radio demuestra que en el mundo globalizado, digital e intercomunicado de hoy, mentir, ocultar o manipular información ya no es gratis para los medios de comunicación.
Este rechazo masivo a BioBio es un hito comunicacional que no debe pasar por alto, pues señala un camino nuevo para la ciudadanía. En primer lugar, muestra ciudadanas y ciudadanos empoderados, nunca más receptores pasivos. Segundo, la respuesta de dejar de seguir a un medio le pega finalmente donde más le duele, en las finanzas, pues si el rechazo es mayor, sus avisadores dejarán de poner publicidad en ellos o, en último caso, exigirán tarifas más bajas, lo que redundará en menos dinero para los dueños de los medios de comunicación, en general en manos de la derecha en Chile.
A partir de hoy, se abre un nuevo escenario, pues la ciudadanía cuenta ahora con una nueva y poderosa herramienta para luchar contra la manipulación que quieran llevar a cabo los medios de comunicación tradicionales.
Chile cambió y esto también se aplica para la relación actual y futura entre los medios masivos y los ciudadanos.
Además, los ciudadanos y ciudadanas pueden ocupar esta nueva herramienta no solo en términos negativos, bloqueando los medios que no desean seguir, sino también en positivo, apoyando a aquellos medios que consideran más veraces y que luchan por romper el cerco informativo de las grandes cadenas mediáticas.