periodista.
Malucha Pinto Solari (65) es una reconocida actriz nacional, no obstante, hoy se dispone a enfrentar uno de los desafíos más grande de su historia: ser candidata a la Convención Constitucional. El distrito en el cual compite es el 13, compuesto por San Miguel, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo, La Cisterna, San Ramón y El Bosque.
En esta última comuna lleva varios años trabajando con su colectivo teatral y fundación Aracataca, lo que le ha permitido acercarse a la comunidad, escuchar sus reflexiones y ayudar a que a través del arte se puedan expresar y comprender su identidad, según comenta.
Cree injusta la crítica de quienes dicen que por haber trabajado en televisión está invalidada de participar en esta instancia histórica, puesto que se considera una trabajadora del arte, por lo que la televisión es solo un espacio laboral, pero también porque es una comprometida activista social.
Según cuenta, nació y creció en una familia donde la discusión política siempre estuvo presente. Su padre, Aníbal Pinto Santa Cruz, fue un economista que recibió el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 1995. Su madre, María Luisa Solari, fue bailarina y coreógrafa, galardonada con el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile en 2001.
Al principio dudó de embarcarse en el desafío de ser candidata, ya que la principal preocupación de su vida es su hijo Tomás, un joven que posee una parálisis cerebral, y el salir a las calles a hacer campaña y tener contacto con muchas personas, significaba el riesgo de contagiarse de COVID-19 y transmitírselo a él. Finalmente se atrevió.
Desea aportar con su experiencia en el mundo de las culturas en la Convención Constitucional, pero también considera prioritario tratar y defender los derechos humanos en aquella instancia. Una lucha que viene dando, según relata, desde la dictadura. “Perdí a mis primos Patricia Peña Solari y Fernando Peña Solari, eso me ha empujado a pelear siempre por la verdad y la justicia”, señala.
¿Por qué decidió ser candidata a la Convención Constitucional?
Vengo de una familia donde la discusión política siempre estuvo presente, además, he sido partícipe de varias causas sociales durante mi vida: luché contra la dictadura, me involucré en el proceso de recuperación de la democracia, y desde mi oficio he trabajado con la comunidad abriendo espacios públicos para que la gente pueda expresarse, conocer su historia, su identidad y reflexionar en torno a lo que sucede en el país. Creo que puedo aportar desde mi experiencia en el área de la cultura y los derechos humanos, un tema importantísimo para mí.
Menciona que fue parte del proceso de recuperación de la democracia, a su juicio ¿qué falló para que actualmente exista tanto malestar social?
Lo que empezó como un hermoso proceso social y político, se fue perdiendo con el tiempo. Los políticos se transformaron en una elite alejada de la gente, que solo se acerca a pedir el voto cada cuatro años y luego no vuelven a rendir cuentas. Esto no permite que la comunidad participe, por lo que se sienten ignorados, invisibilizados y, además, el sistema neoliberal que nos rige no permite que gocemos de derechos plenos, al contrario, deja los servicios en manos de privados, donde la calidad a la que accedes depende de cuanta plata tengas.
A partir de su diagnóstico. ¿Cómo cree que se podría mejorar la calidad de nuestra democracia?
Hay una lucha muy importante que dar, que es cómo vamos a garantizar que el poder se distribuya de otra manera. En Chile se ejerce el poder político de forma jerárquica y autoritaria, el cual se concentra en las cabezas, el presidencialismo es la mayor muestra de aquello. Necesitamos democratizar el poder como primera medida, que efectivamente la ciudadanía, la sociedad civil, acceda al poder a través de distintos mecanismos, no sólo consultivos, sino que vinculantes.
¿Cuáles cree que fueron las principales causas del 18 de Octubre?
El levantamiento social era una bomba de tiempo, quienes dicen que “no lo vieron venir” es porque tienen una desconexión muy grande con el país. El descontento se venía expresando hace muchos años a través de los movimientos sociales, primero la revolución pingüina, la revolución estudiantil de 2011, los movimientos ambientalistas contra HidroAysén y Pascua Lama, el movimiento de mujeres que ha llenado las calles, todo eso era una advertencia de que algo más grande se venía.
¿Fue partícipe de ese levantamiento social?
Formé parte de la Asamblea por el Pacto Social, una asamblea que agrupó muchas organizaciones sociales, gente independiente, personas desencantadas de los partidos. Con ellos estuvimos en Plaza Dignidad, se armó lo que se llamó el “paradero rojo”, donde se hicieron charlas, se habló de un posible proceso constituyente, preparamos comida para la gente de la primera línea y hubo mucha conversación. Algo maravilloso que trajo este estallido social fue que se volvió a hablar de política, de lo que pasa en el país.
Menciona que considera que una de las materias más importantes para Ud. son los derechos humanos. ¿Cómo cree que ha sido el actuar del Estado durante este periodo?
Me parece fundamental que se haga justicia, encuentro que majaderamente el presidente y la derecha han hablado de una guerra con un enemigo peligroso, horroroso, y eso es lo mismo que decía Pinochet, el enemigo interno, el cáncer marxista. Los chiquillos que saltaron el torniquete no son ningún enemigo poderoso, con ese discurso y sus acciones vuelven a dividir a los chilenos y chilenas, vuelven a sembrar esa latera mirada de que los que se movilizan son delincuentes. Con las nuevas violaciones a los derechos humanos, me di cuenta que lo que se venía repitiendo sobre dar vuelta la página, que ya estaba bueno de memoria, la justicia en la medida de lo posible, provocó que se volvieran a repetir errores del pasado, vulneraciones a los derechos humanos gravísimas. Espero que ahora haya justicia y reparación y no sea una herida abierta como lo son las atrocidades ocurridas en dictadura.
¿Cómo evalúa el rol subsidiario que actualmente posee el Estado?
El Estado subsidiario permite a los privados hacerse cargo de un montón de materias y donde no pueden los privados, llega el Estado con su bono, con sus pequeñas migajas que no son sino una manera solapada de caridad. Finalmente no hay dignidad ahí, siento que tenemos que vivir en un país donde el Estado garantice la dignidad de los chilenos y chilenas, del pueblo mapuche, de las mujeres, de la inmensa diversidad que compone nuestro país.
¿Qué rol cree que debería tener el Estado en una próxima Constitución?
Creo que necesitamos un Estado fuerte, que sea garante de derechos. Primero debe proteger y garantizar los derechos humanos, me refiero al derecho la cultura que es un espacio de transformación profunda de un país. Es en ese ámbito que podemos ir instalando nuevas culturas, que hay muchas en Chile, darles espacio, darles voz. Esto permitirá que vayamos transformando la educación, la salud, la vivienda, y poder asegurar estos derechos sociales.
¿Por qué decide ser candidata en el Distrito 13?
Durante muchos años trabajé en el Distrito 13 con nuestro colectivo Aracataca teatro y con la fundación Aracataca, nos vinculamos ahí con muchas poblaciones del distrito. Tengo vínculos, amistades, cariños, historias. Conozco la historia del distrito, como nace, quienes son las personas que lo habitan, quienes construyen este espacio. El último trabajo que hicimos fue recuperar la historia de la comuna de El Bosque para realizar un proyecto llamado Cantata para El Bosque, el que trabajamos en la mayoría de las escuelas públicas de la comuna, contándole a esos niños y niñas quienes son, de donde vienen, que no son nadie, son personas con identidad, con relatos, con valores, etc. Tengo toda esta historia con el Distrito 13.
¿Cuáles cree que son los principales problemas del mundo de las culturas en el país?
El espacio cultural y artístico ha estado sometido al mercado, esto porque el neoliberalismo es una dictadura invisible que regula todos los espacios de la vida y la cultura es uno de ellos, eso se debe cambiar. Ha habido políticas públicas que han intentado dar respuesta al acceso a los bienes culturales, pero que finalmente no garantizan el derecho cultural de las personas en Chile. Se debe impulsar que la gente haga teatro, que practique danza, que las comunidades desarrollen esas habilidades, y también debemos preguntarnos qué mirada le daremos al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
¿A qué se refiere con derecho cultural?
El derecho cultural es mucho más amplio que tener acceso a los bienes culturales, significa que un país se descifra desde sus culturas. La cultura entra en todos los terrenos, en todos los espacios, en la educación como transmisión de valores, de sensibilidades. Cuando eres un ente cultural, eres un ente creativo, capaz de desarrollar lenguaje en relación a tu propia identidad, de vincularte con otros desde tu mirada cultural.
¿Cómo evalúa el desempeño del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio durante la pandemia?
Los trabajadores y trabajadoras del mundo artístico han sufrido mucho por la falta de apoyo del gobierno, además, ha quedado en evidencia la precariedad con que trabajan muchos tramoyas, maquilladoras, iluminadores, sonidistas, porque en un espectáculo no solo participan los protagonistas, sino que hay todo un equipo detrás. Esas personas han sido olvidadas y no han recibido casi nada de ayuda.
¿Cómo responde a la crítica que han expresado algunas personas por las candidaturas de artistas?
Hay un juicio que es injusto, yo trabajé en televisión porque es parte de mi oficio, sin embargo también tengo trabajo social y territorial, pero yo no vengo de la tele. Hay excelentes candidatos que tienen todas las capacidades para estar en la Convención Constitucional, como Ignacio Achurra o Andrea Gutiérrez.
