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A las puertas del Plebiscito

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Estamos a las puertas del Plebiscito del 4 de Septiembre, esto es la decisión ciudadana por votación universal, secreta e informada del texto constitucional que remplazará a la Constitución de 1980, en el caso de tener mayoría la opción APRUEBO o desechado en el caso de ganar el RECHAZO.

Es una ocasión trascendente. Una de esas que marcan la historia de una nación. Con una mayoría por el cambio constitucional se inicia la puesta en marcha del conjunto de reformas asociadas al Estado social y democrático de derechos que establece la nueva Carta Fundamental. En caso contrario, seguirá la herencia constitucional de la dictadura, en particular, el Estado subsidiario, así la derecha más retrógrada se verá lo suficientemente fortalecida como para bloquear la futura evolución institucional del país.

Eso es lo que deliberadamente esconden los grupos y personeros que se presentan como de centroizquierda porque formaron parte de la ex Concertación, tratando de apropiarse de lo bueno que hicieron esos gobiernos, pero ocultan que sus limitaciones y debilidades están directamente asociadas a las cortapisas y obstáculos impuestos por el Estado subsidiario, un modelo estatal que hace del sector privado reducido a los grupos económicos más poderosos el supremo director de la organización social.

En la estructura socioeconómica actual ese fue el factor determinante para la instalación de la desigualdad social que condujo al “estallido” de Octubre del 2019. Esa es la realidad resguardada por la Constitución del 80. No se puede tapar el sol con un dedo.

Por eso, el socialismo chileno tomó tan apasionadamente la bandera del APRUEBO, sus fuerzas cubrieron el país sin dudas ni vacilaciones, sus diferentes locales o sedes fueron el refugio de los partidarios de la nueva Constitución, sus recursos humanos se desplegaron al máximo por la conciencia que la estabilidad democrática futura requiere cerrar el oprobioso capítulo de una institucionalidad impuesta a sangre y fuego.

Ha sido una campaña enfrentando una mentira ultraconservadora, persistente, refinada, odiosa. También haciéndose cargo de incomprensiones o de la estrechez del sectarismo. Sin embargo, allí han estado las banderas socialistas, flameando orgullosas, como auténticas depositarias del legado democrático, pluralista y libertario que nos legó el Presidente Allende.

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