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Firmeza frente a los crímenes y modificación constitucional para permitir la compra de tierras mapuches a precio razonable

Crédito Foto de Geranimo en Unsplash

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Crédito Foto de Geranimo en Unsplash

Es el eje del conflicto. Resolver aquello comenzaría a destrabar una situación que ha permitido hasta ahora a algunos activistas sustento político para iniciar acciones de guerrilla irregular que nunca prosperarán y donde metió su cola el narcotráfico.

Debiéramos vivir en paz y armonía con nuestros pueblos indígenas en tanto país que integra la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), cuyo objetivo es promover oportunidades, prosperidad e igualdad y bienestar para todas las personas.

En Chile hay una etnia para quien no es así desde hace siglos. Han debido sortear el genocidio de España y luego durante la guerra de pacificación por el Estado chileno, momento en sufrieron una derrota estratégica al quedar sin soberanía, tal como en la misma época perdieron parte de su territorio Perú y Bolivia. Así es el poder de las armas. Provoca a veces, hechos irreversibles.

Imbuidos en la nostalgia guevarista, abandonada por casi todas las guerrillas de América Latina, algunos grupos, entre ellos la Coordinadora Arauco Malleco y otros, comenzar a tomar tierras e iniciaron una tarea de hostigamiento a las grandes forestales y medianos propietarios, quemando infraestructura con el objetivo de obligarlos a abandonar su territorio.

Esa situación, la permanencia de colonos jurídica está sustentada en la fanática Constitución Política de 1980 redactada por Jaime Guzmán durante dictadura.

Ella establece en el artículo 19, numeral 24 que si alguien es expropiado “podrá reclamar de la legalidad del acto expropiatorio ante los tribunales ordinarios y tendrá siempre derecho a indemnización por el daño patrimonial efectivamente causado, la que se fijará de común acuerdo o en sentencia dictada conforme a derecho por dichos tribunales”.

Mala fe empresarial

Es decir, enreda una madeja que podría desarmarse con facilidad. Se niegan a vender a menos de obtener un suculento precio. La responsabilidad social de la empresa para ellos no existe.

Ante posibilidad de que el Estado proceda a la restitución de tierras acuden a nuestra justicia civil, añeja y lenta. Los procedimientos pueden tardar años, sobre todo porque los poderosos cuentan con grandes estudios de abogados y bien remunerados. Los mapuches con los hijos que han logrado titularse. La actitud de estos empresarios constituye mala fe, pero poco importa en medio de la corrupción casi generalizada en las alcaldías. La buena fe es uno de los principios de nuestro Derecho Civil.

Un gran acuerdo nacional podría modificar esta situación cambiando el artículo 19 numeral 24, agregando simplemente que si se trata de restitución tierras indígenas  el Estado fijará los montos de acuerdo a principios de equidad y en juicio especial o sumario.

La restitución de tierras es el eje del conflicto. Resolver aquello comenzaría a destrabar una situación que ha permitido hasta ahora a algunos activistas sustento político para iniciar acciones de guerrilla irregular que nunca prosperarán. Lo que pasó en Cañete desborda los incendios intencionales y se enmarca en el terrorismo.

Salir del pantano en medio de la crisis moral

De acuerdo a las leyes de la guerra, para triunfar (a largo plazo) estos seudo guerrilleros debieran contar con el apoyo de la mayoría de la población indígena. No la tienen y no lo tendrán porque la mayoría de las comunidades están por dialogar y emplear la lucha política. Y de hecho están dialogando y llegando a acuerdos con el gobierno.

En ese sentido, el senador demócrata cristiano Francisco Huenchumilla ha afirmado desde hace años y reiteradamente que la única solución es política y con diálogo. Y esa solución política no es otra que darle al  Estado mayores atribuciones.

Y en el diálogo, es hora de hablar de formas de autodeterminación, autonomía, autogestión socio-económica-política de nuestros pueblos originarios. Es la única alternativa para salir del pantano en una sociedad con crisis moral, económica, social y política. Terminar con el egoísmo y cobardía de los grandes grupos económicos dueños de las forestales, enceguecidos con el productivismo. ¿Será capaz nuestra oligarquía de generosidad y altura de miras?

Es el momento de investigar. El atentado es una zona donde no tiene capacidad operativa la Coordinadora Arauco Malleco (CAM). En la zona está organizada la extrema derecha y los narcotraficantes. A simple vista los agujeros dan cuenta que se trata de armas de grueso calibre. Al parecer, los carabineros no alcanzaron a combatir y los maleantes tuvieron el tiempo suficiente para subir los cuerpos atrás del vehículo y ensañarse con los cuerpos.

Podría tratarse incluso de algún grupo de extrema derecha, quienes están organizados y armados en la zona y ya han desarrollado acciones.

¿Podrían ser las bandas del narcotráfico. No hay que olvidar que un activista de la CAM está encarcelado por actuar como “soldado” de un cuantioso cargamento de Cocaína.

La investigación está abierta, pero es el momento también de mirar a largo plazo para terminar con el actual estado de cosas. Es cosa de voluntad política de todas las fuerzas políticas.

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