jueves, abril 25, 2024
OpiniónCovid 19 o el Resignificado de la Espera

Covid 19 o el Resignificado de la Espera

Crédito Fotografía: Patricio Muñoz Moreno

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Hace algún tiempo una sobrina muy entusiasmada me mostró la
mascota que le habían regalado: un hámster. Lo miramos y el hámster encerrado corría de un lado a otro en su pequeña ruedecita sin llegar a ningún lado. Pobrecito –dijo mi sobrina de 8 años- no sabe estarse quieto…”.

Para el sistema productivo actual no hacer nada es un pecado o al menos un error, en cualquiera de los doscasos condenable. Para Heidegger “de la nada nada queremos saber”. Es así como hemos ido construyendo nuestro sistema de vida, incluso antes de la cuarentena o del confinamiento, ahora los medios digitales adquieren cierta preponderancia porque nuestra vida tiende a la digitalización. ¿Y por qué? ¿Tratamos de replicar lo mismo que hacíamos afuera ahora adentro, es decir, mantenernos siempre ocupados y con una vida laboral muy activa? ¿Lo hacemos por miedo a perder nuestro sustento laboral o por qué no sabemos hacer otra cosa?

En el presente, producto del encierro, intentamos alejar nuestros pensamientos, los conflictos de la convivencia, el sufrimiento, la soledad, por medio de un incremento exacerbado de nuestras conexiones y redes sociales. Acaso puede ser este un tiempo propicio, para el reposo del que espera que la enfermedad pase, o un tiempo infantil en que las cosas adquieren significado no en función del pasado ni del futuro, ¿un tiempo en que lo que nos rodea adquiere un ritmo otro del habitual?

El Coronavirus ha originado en principio un paréntesis en la rutina de nuestras vidas, en las noticias y la sociedad en general, podemos apreciar a los que tienen una mirada apocalíptica, tipo fin de la época medieval, en que resulta eminente una especie de juicio final producto de nuestros pecados, y que no nos podría conducir a otra cosa más que a un padecimiento infernal, es el fin de los tiempos. Esto trae aparejado una serie de gurúes y profetas que son de gran ayuda para nuestra salvación. Del otro lado están los que ven en esta crisis sanitaria una oportunidad sin igual para enmendar el rumbo, se nos viene un futuro esplendoroso, el coronavirus es un aliado similar a un justiciero, o una especie de mesías tipo sujeto revolucionario. Aquí también podemos ver un conjunto de oráculos y pitonisas. Lo que une ambas posiciones es estar movidos por un deseo respecto del futuro.

Intelectuales y filósofos

Los intelectuales y filósofos no se han quedado atrás y han aprovechado la ocasión para reflexionar respecto de la pandemia. Conocida es la polémica de Zizek y Byung Chul Han, entran en el debate Harari, Agamben y otros connotados pensadores, los chilenos tampocohan escatimado. ¿Le queda poco tiempo al sistema capitalista? ¿Se nos viene un comunismo renovado? ¿Es eminente la llegada de un totalitarismo digital, en el cual no existe escapatoria a la vigilancia? ¿De todo esto surgirá una sociedad solidaria, empoderada e informada capaz de contraponerse al individualismo, consumismo, o a la vigilancia totalitaria? Son algunas de las interrogantes que mueven la discusión. Dentro de lo mismo, pero desde otra dimensión también se afirma que estamos asistiendo a un momento de gran relevancia histórica y que no es otro que la caída del paradigma –Neoliberal, patriarcal y moderno-dominante en la actualidad, es decir, al salir de esta crisis, no ocurrirá otra cosa que una nueva manera de percibir el mundo. También, los intelectuales, pensadores y filósofos hacen estos vaticinios respecto del futuro, movidos por un deseo.

Es probable  que estemos disciplinados -hasta en nuestros menores gestos como diría Foucault- por y para el mundo del trabajo, y que pese a nuestras quejas, o intereses políticos –más o menos revolucionarios- nuestro cuerpo y psique estén domesticadas para ser funcionales al mundo productivo, que seamos un mero sujeto de rendimiento incorporados a la sociedad del cansancio como diría Byung Chul Han, y lo que hoy vemos traducido en “teletrabajo”, informes digitales, video conferencias, y horas frente al computador, no sea más que lo impuesto por nosotros mismos. Es decir, sin la necesidad de un vigilante, un jefe o algún explotador, yque de no hacerlo nos invadiría un profundosentimiento de culpa. Es muy posible que nos cueste detenernos y tan solo esperar. Aceptar el desafío de Pascal cuando nos dice:Todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación». 

Partir de nuestros deseos y hacer vaticinios respecto del mundo que está por venir sin duda que es importante, no obstante, lo anterior, tal vez este sea el tiempo de un momento mucho más natural para nosotros los simples mortales, un momento anterior y requisito del pensar y la reflexión. Esto es, centrarnos en el presente y hacer lo único que tal vez podemos hacer, esperar. Estar en un estado de ánimo similar aldel enamorado que espera con añoranza a su amada, o del campesino que espera tranquilamente el tiempo apropiado para la siembra o de la mascota que espera pacientemente que llegue su amo. Barthes se preguntaba: “¿Estoy enamorado? , porque espero”, respondía. Esperar significa quedarse en un lugar hasta que llegue una persona u ocurra una cosa. Viene del latín sperare y está relacionado con esperanza.

Comenzar desde al deseo -en medio de la pandemia- y hacer predicciones, o movernos de un lugar a otro, o inventarnos tareas, es poner energía en una intención, requiere de una fuerza que anhela para poder construir, de alguna manera es un resistirse al momento actual. Fuerza, energía, resistencia, son conceptos que nos agotan y que se riñen con la tranquilidad y paciencia del que simplemente espera. Quizá este sea el momento de no hacer más que esperar, y hasta es posible que esto también sea ir a contracorriente del sistema neoliberal, técnico, racionalista y calculador al que hemos estado sometidos, y que nos ha negado la ingenuidad de mirarnos y escuchar(nos) a nosotros mismos.

Quizá sea el instante de intentar hacer el ejercicio de entrar en la quietud del que simplemente espera, que pasen los minutos, las semanas, el tiempo, libre de la tendencia al cansancio innecesario, al desasosiego, a la posesión y a la identificación con el deseo.

Cristian Daza Viera
Cristian Daza Viera
Profesor de Filosofía 

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