Analista político y sociólogo.
Nunca habíamos tenido tantas candidaturas tratando de llamar la atención. El resultado es que el ciudadano solo puede prestar oído a lo verdaderamente importante o a lo espectacular, no mucho más. La saturación comunicacional es el efecto acumulado.
Las peleas de coyuntura o las querellas entre partidos no captan el interés de nadie. Será por eso que la conducción de Unidad Constituyente ha pasado a mejor vida o a la clandestinidad, pero no da muestras fehacientes de existencia.
Para existir en política hay que poder contar lo que se está haciendo en conjunto, como también informar sobre los lineamientos que se proponen como conglomerado. Para que otros escuchen no basta con las disputas entre presidentes de partido. No llenan el vacío, sino que producen un vacío.
Se muestra una especial complacencia en destacar los errores que se cometen más que en proyectar las virtudes que también se tienen.
Puede que Unidad Constituyente esté perdiendo centralidad porque el país se está polarizando, pero más cierto es que el país se está polarizando porque la centroizquierda no adquiere centralidad. Hay un déficit de buena política que se está haciendo sentir y que pesa sobre todos.
Nótese que hay un papel que nadie juega en este sector político. En la derecha, Desbordes no está postulando a la Presidencia, sino que está secundando a Lavín, asumiendo un rol de complemento, articulación y equilibrio. Como esperan ganar el gobierno, asegura una figuración destacada en lo que viene.
En la izquierda, Boric no va a ganar la Presidencia, pero aglutina a un Frente Amplio que venía a la deriva, da rostro a una nueva generación y se presenta como un articulado sin miedo de traspasar fronteras. En lo que venga tendrá un espacio aun cuando a otros, en la coyuntura, les toque ganar.
Pero en la centroizquierda todos juegan a primera figura y nadie destaca en darle cuerpo a la coalición. Lo dejan para que otro asuma ese papel, sin que nadie se dé por notificado. Si no hay quien potencie la alianza política, el espacio vacante ni se crea ni se llena, con lo que todos salen perdiendo sin que alguien se entere, puesto que cada uno está en lo suyo y nadie está en lo de todos.
Entramos, pues, en el terreno de las excusas. Cada cual puede decir que no se puede trabajar por la unidad existiendo al frente, en otro partido, un antipático que atornilla al revés y que impide cualquier acercamiento. Falsa perspectiva.
Los líderes se identifican por la dimensión de los obstáculos que son capaces de enfrentar y superar. La desigualdad es un obstáculo, un desagradable es una incomodidad. No podemos sacrificar lo más importante por lo más irritante.
Somos mucho más que una asociación de chupetes de fierro, para ser coloquiales sin recurrir al término preferido de Izkia Siches, que obligaría a disculparme “con humildad”.
En toda coalición tenemos nuestros desagradables, pero lo que más importa no es que sean insufribles, sino que son “nuestros”, es decir, aquellos que nos toca contener y superar. La dieta de un político puede ser muy variada, pero inevitablemente incluye a diario el tragarse sapos.
