Periodista.
En verdad, no hay mucho entusiasmo por la elección de consejeros para que redacten la próxima Constitución, pero la misión es importante: cambiar la Constitución legada por la dictadura por otra realizada por los chilenos y chilenas en democracia. Por eso, en los últimos días el ambiente ya se ha empezado a mover. Hay que entusiasmar a los chilenos con mucha información, y recién ahora nos estamos aplicando. Quedan pocos días y empezamos tarde la tarea.
La indiferencia que hay que vencer comienza porque muchos no saben ni de qué se trata. Y muchos de los que sí se interesan, están desilusionados desde que fracasó el primer proceso y se trazó uno nuevo, con un nuevo diseño. Hay la sensación de que en éste todo ya está “cocinado” y lo único que los impulsa a dejar la modorra es la votación obligatoria. Nadie quiere pagar multas ni andar disculpándose por no haber votado.
En el caso de los desilusionados, se frustraron y cansaron tras el resultado del primer proceso. Que ganara el rechazo por casi 62 % de los votos en la votación del 4 de septiembre de 2022 cuando se tenía tantas ilusiones porque se había votado a favor de un buen texto, fue una gran derrota. Y quienes quedaron satisfechos con él, ahora son los más entusiasmados en votar para lograr, dicen, con la nueva fórmula, una Carta Magna más de acuerdo a sus principios y convicciones. Y esto es lo que no podemos permitir. No podemos abandonar la cancha en pleno juego.
No cabe duda que será difícil reconquistar a los votantes. El primer proceso constitucional que votamos con voto obligatorio y record de votación popular, fue más democrático tal vez porque los elegidos escribieron de cero, sin una guía pre señalada obligatoria como la que se tiene ahora. Pero sus detractores opinan que lo que se redactó entonces, más que un texto constitucional parecía un programa de gobierno que proponía un país soñado. (Y era un país muy habitable.) Pero que había muchos acápites que eran más tema para una ley posterior que un marco de gobernación como exige una Carta Magna.
En otras palabras, se la rechazó porque no todos los que allí participaron conocían qué correspondía o no a una Carta Magna. Hubo mucho entusiasmo y participación espontánea. Hoy es al revés: muchos expertos y poca participación popular. Para aceptar que este es un proceso democrático hay que confiar en el papel de peso que en él tiene el Congreso Nacional, cuyos miembros elegimos todos nosotros en elecciones democráticas. Veamos.
Trabajo de expertos
Primero, 18 miembros de la Cámara y el Senado trabajaron un reglamento Interno de cómo debe funcionar el nuevo aparato y sentarían las 12 Bases del proyecto, que debían conformar el esqueleto de esta nueva Constitución, el que debe ser respetado íntegramente.
Casi simultáneamente, de entre juristas se eligió un Comité Técnico de Admisibilidad que fijó las reglas del juego y que dirimirá cuando los creadores del texto tengan algún tropiezo o duda durante el desarrollo de su trabajo.
Luego, el Senado y la Cámara eligieron, cada una, a 12 personas para constituir la Comisión de Expertos, que es en definitiva la que, basada en estos principios, redactará un anteproyecto de Constitución.
Se creó una instancia de participación ciudadana conducida por las Universidades de Chile y Católica, pero hasta ahora no hemos sabido cuándo y cómo funciona.
En suma, los gestores del proyecto de Constitución serán la Comisión de Expertos, el Consejo Constitucional y el Comité Técnico de Admisibilidad. Nosotros, los ciudadanos, sólo tenemos que aprobar o rechazar su obra en dos plebiscitos.
Elección popular
La primera es el próximo 7 de mayo, en que hay una votación general obligatoria para que elijamos a los 50 Consejeros que integrarán el Consejo Constitucional. Es importante, pues aquí elegimos a los candidatos que mejor nos representen y consideramos los más apropiados para la gran tarea.
Este Consejo Constitucional entregará el 7 de octubre un pre-proyecto constitucional que se someterá a la discusión y revisión del Consejo de Expertos.
Las propuestas que no sean aprobadas o rechazadas, serán analizadas por una comisión mixta, conformada por 6 miembros del Consejo Constitucional y 6 miembros de la Comisión Experta, lo que deberá ser ratificado luego por el Consejo Constitucional.
Plebiscito final
El 7 de noviembre debe estar listo el proyecto de Nueva Constitución que será sometido a votación popular para su aprobación ( o rechazo) el 17 de diciembre.
En estos momentos, los Expertos están analizando las cerca de 900 enmiendas o modificaciones o sugerencias que les han llegado por canales no dados a conocer.
¿Le quedó claro…? Felicitaciones. Y para quien lo sigue encontrando enredado, no se preocupe: los ciudadanos solo tenemos que ir a votar Si o No el 7 de mayo y el 17 de diciembre. Mientras tanto, nos informamos de los temas que se están discutiendo ya y sus discusiones… que aparecen en algunos medios de comunicación.
Movilicémonos y vayamos a las urnas el 7. No podemos dejarle la cancha libre a nuestros adversarios. Sólo así podremos, por fin, contar con una Carta Magna que nos represente y de la cual nos podamos sentir orgullosos.
