Periodista.
Cada cierto tiempo comienza un nuevo debate público sobre el destino y la razón de ser de Televisión Nacional de Chile, que año tras año lucha por subir su sintonía y mantenerse fuera de los “números rojos”. Ha cambiado a su plana ejecutiva varias veces y despedido a medio centenar de trabajadores … Mientras tanto, el Ministerio de Hacienda le entrega por gotario los fondos para su capitalización de 47 millones de dólares aprobados por el Congreso hace dos años y que le permitirían hacer los necesarios cambios con tranquilidad.
Desafortunadamente para TVN, no hay un clamor popular por fortalecer el único medio público que nos queda – el canal que debiera ser público y lo es a fuego lento – como afortunadamente sí lo hay para fortalecer la educación pública gratuita y de calidad. Es que siempre ha sido difícil que los ciudadanos percibamos la importancia en nuestras vidas de los medios de comunicación y la influencia que ejercen en cada uno de nosotres. ¿Se imaginan una protesta para exigir al ministro de Hacienda cumplir de una vez con la capitalización de TVN?
Dentro del modelo económico en el que nos movemos donde el capitalismo salvaje campea, hay quienes no justifican que para salvar a TVN de la crisis haya que abrir la billetera fiscal. Otros, en cambio, pensamos que siempre debió tener el apoyo estatal, incluso completo o con aportes de los televidentes, si queremos tener efectivamente una televisión pública.
Pero primero hay que saber o recordar qué beneficios tiene para la sociedad chilena un canal de televisión público. Generalmente se lo asocia con un canal estatal o de gobierno, y por lo tanto, sesgado a favor de éste, lo que se rechaza y es errado
Por el contrario, un medio público es aquel que, en un gobierno democrático, lo administran sus mandatarios y cuya finalidad es hablarle y escuchar a todos los chilenos orientándolos e informándolos de todo lo que acontece en Chile y en el mundo desde todos los puntos de vista, a diferencia de un canal privado, que emite sólo el de su dueño. Solo si estamos bien informados podremos elegir el camino que estimamos mejor para el país.
Pero además, un canal público realiza campañas de educación ciudadana (deberes y derechos en salud, vida cívica…) y cumple un rol cultural y educativo, fomentando la creación de artistas chilenos, proporcionándoles incentivos en dinero y espacios para su difusión. Gracias al apoyo del CNTV hemos visto excelentes documentales y miniseries en televisión, y con ayuda de la CORFO, el cine chileno y el país son hoy conocidos y aplaudidos en las pantallas internacionales.
Estos son los beneficios de una televisión pública como debiera ser TVN, en medio del centenar de canales, abiertos o de pago, y que son mayoría en la pantalla hogareña. ¿Cómo combinar todo este potpourri de valores sin necesidad de recurrir al financiamiento de la publicidad, que tira más bien al sentido contrario, y sustentar como se debe a nuestro canal público?
¿TV Obsoleta?
El estado de cosas es aún peor. Las nuevas generaciones piensan que la televisión hay que guardarla en el baúl de los recuerdos porque “ya no la ve nadie”… Los jóvenes de hoy se informan y entretienen por sus teléfonos celulares inteligentes que, según creen, les proveen de todo lo que necesitan.
De hecho, en el estudio del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) que se dio a conocer el año pasado, leíamos que principalmente los adultos mayores de 65 años ven televisión y que los chilenos bajo ese rango prefieren otras plataformas dependientes de Internet como computadores, tabletas o celulares. Todas de visión individual, solitaria.
¿Qué ven los usuarios de Internet en las diversas plataformas? ¿Cuáles son los temas que prefieren y cuales nunca ven? ¿Cuántos buscan información del acontecer diario nacional y del mundo, de lo que ocurre en la política, que es donde se puede conocer hacia dónde va nuestro país y el mundo para actuar como ciudadanos responsables?
Al parecer, aún no se ha inventado – o no se ha querido crear – la manera de conocer este “consumo” en forma transparente como es el caso de los estudios sobre prensa escrita, radio o televisión. Sólo lo saben los algoritmos de cada usuario de Internet, que no lo entregan al público: sólo a sus clientes y por una buena suma. La famosa “data” (lo que nosotros pensamos, sentimos, deseamos) se vende a empresas publicitarias o instituciones políticas, para acarrear aguas a sus respetivos molinos, como se sabe hacen Facebook o Google.
El computador y otras pantallas chicas tienen enormes ventajas, y hoy sería imposible vivir sin ellos. Pero sólo te permiten una visión privada, individual, que es bueno en algunas ocasiones (estudios, investigaciones) pero no para hacer comunidad u opinión pública verdadera.
Pese a todos sus vicios, defiendo la televisión porque ella sí puede hacer opinión pública por su calidad de medio comunitario, cuyo contenido pueden ver conjuntamente dos o más personas. Por ejemplo, nos permite ver en familia las noticias del país y del mundo y comentarlas; y en forma más colectiva aún en caso de eventos deportivos o artísticos con un grupo del mismo gusto, para poder intercambiar ideas o trenzarnos en una amigable discusión.
Porque lo que te ofrece el medio masivo privado, su línea editorial, lo puedes contradecir o discutir en grupo o a través de otros medios como las redes sociales. En cambio tu celular o tableta, aunque aporta diversidad a la información, sólo te ofrece y muestra lo que el algoritmo sabe es de tu preferencia, encerrándote en tu visión de mundo.
La televisión requiere apoyo pues hoy debe competir con las plataformas de TV on line y con la naciente televisión que ofrece la prensa digital, que no te permiten ese “consumo” comunitario. La publicidad que hasta ahora la ha sustentado está creciendo (por desgracia) en las pequeñas pantallas individuales.
En los tiempos del ciberespacio, voto por una televisión con contenidos mejorados, y en especial, por mantener siempre un canal de televisión pública como Televisión Nacional, que canalice con equidad los deseos e inquietudes de las distintas capas sociales y culturales del país. Que aporte pluralismo a la información y no te encierre en tu mundo en desmedro del diálogo que siempre hace crecer la democracia y el buen desarrollo.
