Inicio Opinión Retorno a Clases Seguro: Fracaso Anunciado de una Indecisión Política

Retorno a Clases Seguro: Fracaso Anunciado de una Indecisión Política

Crédito fotografía: Pedro Muñoz Moreno.

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La pandemia -como la conocemos- es una realidad cubierta por un halo de incertidumbre generada por su propio carácter aún indescifrado pero abonada por la pésima estrategia de comunicación y de dirección política del Gobierno. A ello ha contribuido –en un amplio consenso- el Ministro de Educación, Gonzalo Figueroa, al zigzaguear en sus opiniones señalando al fin que se debe retornar a clases con seguridad. Mayoritariamente ni las familias, sus madres, los(as) docentes, paradocentes, sostenedores, académicos(as) están dispuestos(as) a ello.

Las organizaciones sociales como el Colegio de Profesores, Asociaciones Municipales, Espacio Vinculante por una Nueva Educación Pública (EVEP), organizaciones de los asistentes de la educación, FAUECH y otras han manifestado su rechazo activo.  Autoridades del Ministerio aseguran que se podrá retornar “cuando y donde se den las condiciones”: colocan el caso de Rapa Nui y algunas escuelas rurales aisladas (entre miles de comunidades educativas son unos casos excepcionales de poquísimos alumnos) o señalan encuestas que dicen que los niños quieren volver a clases, apoyados por académicos político-tecnocráticos,  pero en realidad existe una fuerte presión del sector privado de educación parvularia y escolar para el retorno, así como de fundaciones sin fines de lucro financiadas por el Estado (a través de la subvención y de la rebaja de impuestos para las empresas donantes), pues están con dificultades económicas por su dependencia de recursos públicos y no privados.

Hay un criterio sanitario: aún hay muchos riesgos para los(as) niños(as) y jóvenes (además de convertirse en vectores para sus familias y comunidades), así como para los adultos de las escuelas, liceos y Centros de Educación Integrada de Adultos (CEIAs). El ministro de Salud llama a cuidarse y quedarse en casa y el de Educación a retornar a clases “apenas se pueda”. Lo primero debe ser la salud y la vida.

Hay un criterio de sentido común pedagógico: el año escolar “ya se acabó”. Pasado “el 18” entramos cada año al cierre del año escolar ¿para qué abrirlo ahora cuando ya casi no queda tiempo de clases? ¿No es mejor entregar orientaciones para cerrar el año de la mejor manera? ¿No es mejor aprovechar estos dos meses que faltan para planificar, organizar, presupuestar y orientar adecuadamente el próximo año desde marzo?

Hay un criterio de honestidad: llevamos meses en que el Gobierno defiende el fin de las brechas entre la élite y la población vulnerable. Por favor, el ministro sabe que el retorno no resolverá ni aminorará esa brecha estructural: si no se privilegia la educación pública, democrática, abierta, de calidad, pertinente a los territorios, bien financiada, no se cerrará. Puede lograrse algo o mucho pero si no se cierran las brechas de la sociedad en su conjunto ello tampoco se conseguirá. A la derecha le gusta eso de “nivelar la cancha”: nada más falso, sólo se puede avanzar a través de políticas públicas efectivas permanentes con foco en la justicia social y educacional, como se puede evaluar después de 20 años de gobiernos de centro izquierda. Retornar a clases no es condición para el cierre de brechas: sólo contribuirá a la inseguridad sanitaria y al fracaso real de la política.

Hay un criterio de responsabilidad: es cierto, es necesario mantener activa la economía que cae en su crecimiento, resolver el alto desempleo, impulsar iniciativas de miles de pequeñas empresas ante el fracaso del Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios (FOGAPE) para ellas. Para el Gobierno un slogan ha sido el “los niños primeros en la fila”, pero no se puede lanzar a los(as) niños(as), jóvenes y adultos estudiantes a ser la “carne de cañón” para resolver esos problemas sociales reales. Como dice EVEP por la protección de la infancia: “no al retorno inseguro”.

Hay un criterio de desesperanza: el Ministerio habla de la pérdida de aprendizajes en vez de dar vuelta la perspectiva y hablar de un tiempo de aprendizaje de vida. Todos sabemos que este año hemos tenido experiencias inéditas de vida, convivencia, relaciones con la tecnología, vida en familia, vivencia de lo doméstico, nuevas formas de estudio y trabajo a distancia. ¿Por qué enfatizar todo eso como algo negativo, como pérdida de tiempo, en vez de –por realismo pragmático y un factor pedagógico- convertirlo en algo positivo? A la derecha le encanta eso de la doble dimensión de crisis: “peligro y oportunidad”, pero sólo conviene ahora lo de “peligro” para presionar por el financiamiento que depende directa o indirectamente del Estado, pero no se refiere a la oportunidad de aprendizaje en diversas dimensiones de la vida a que hemos sido obligados en múltiples experiencias significativas, alegres y dolorosas durante este año. Debían haberse preparado programas para que las familias asumieran este año como uno de aprendizaje de valores, conocimientos culturales, convivencia, cultura, tecnologías, consumo, alegría, música,  formación espiritual, educación social y política. Los mayores hemos vivido muchos meses sin clases en nuestras vidas por razones muy diversas y seguimos vivos construyendo el país que queremos y soñamos: entendimos que esos meses no eran pérdida de tiempo para botar a la basura –como decía una colega- sino de aprendizaje en experiencias de compromiso social, político, cultural. Que sea así este año y no se enseñe como un año perdido.

Hay un criterio político de temor: con la pandemia se reduce el impacto de difusión de políticas contrarias al Apruebo en el Plebiscito, a la Convención Constitucional y en consecuencia a la Nueva Constitución. La gente decidirá lo mejor para Chile. Por eso: no al retorno ahora, si a planificar un buen 2021 si existen las condiciones sanitarias y ahora a votar APRUEBO  y Convención Constitucional para ganar poder y asegurar el camino a cerrar brechas educacionales de verdad pues atacaremos las brechas estructurales asegurando el DERECHO A LA EDUCACIÓN A LO LARGO DE TODA LA VIDA en la Nueva Constitución.

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