Periodista
La década de los ochenta está llena y a veces cansadoramente saturada de proyectos musicales -de todos los géneros imaginables- que vinieron a cambiar las cosas o a reinventar estilos o a proponer cambios radicales en la poderosa industria musical, la que por supuesto supo lucrar con cada uno de ellos. Sin embargo, con la perspectiva del tiempo -lo que facilita infinitamente el ejercicio del análisis- es mucho más fácil separar la paja del trigo y distinguir los elementos que hicieron que finalmente una pequeña cantidad de bandas terminaran convirtiéndose en leyenda y este es el caso de The Smiths.
Sería pretencioso abordar todo el universo Smiths en sólo una columna, más aún intentar aportar nueva información a la comunidad mancuniana que los sigue como si de una religión se tratara, pero no podemos pasar por alto que su disco debut llamado simplemente “The Smiths” acaba de cumplir 35 años y es por eso que trataremos de en pocas líneas dar algunas luces que iluminen lo que en febrero de 1984 fuera el debut de esta banda formada por Johnny Marr, Morrissey, Andy Rourke y Mick Joyce.
La primera reflexión que este disco deja y tal vez la más importante es la impresionante capacidad de fundir estilos en una voz propia, logrando con ello resumir en su propuesta no sólo una tendencia musical ligada a ciertos sonidos característicos (que por supuesto están impecablemente referenciados por Johnny Marr) sino también una tendencia cultural que reflejada en alusiones directas, indirectas y simbolismos, los emparentó con otras disciplinas artísticas como el cine o la literatura.
Claro, esto es solamente posible gracias a la alquimia que en este caso está representada por la cruza casi metafísica que hay entre un músico y compositor inquieto, brillante y vanguardista como lo era (y sigue siendo) Johnny Marr y un poeta y cantante totalmente iconoclasta como lo fue Morrissey. Es quizás este fenómeno místico del encuentro casual entre dos seres como los antes mencionados el que logra, casi terminando el primer tiempo de la década de los ochenta, penetrar en las conciencias de miles de personas en todos los rincones de occidente.
Entender no racionalmente, sino en una capa de conciencia distinta lo que canta Morrissey en su debut con los Smiths, es sólo posible si conoces los barrios obreros, la falta de esperanza y las sombras que hay en tu entorno, pero también si sabes que hay cierta belleza en todo eso que te obliga a moverte de manera distinta. Lo reconoces también en Jack Kerouac u Oscar Wilde; lo observas en la actitud ausente de James Dean o en la perturbadora belleza de Joe Dallesandro (carátula de este disco) lo habías escuchado antes en cientos de canciones, pero con este disco, tal vez por vez primera lo observas con claridad, existes en un mundo que te es ajeno y a diferencia de otros no estás aquí para encajar en él.
El álbum The Smith no abre con un golpe, sino con una declaración: “It’s time the tale was told of how you took a child and made him old” versa la primera estrofa de “Reel around the fountain” para luego golpearnos con esa perturbadora e irónica visión del amor con “You’ve Got Everything Now”.
Si lograste atravesar ambas canciones serás devorado por “Miserable lie” para luego caer en una nueva joya llamada “Pretty Girls Make Graves” y desde ahí en adelante ya estás en su universo el cual continua con los que hoy son verdaderos himnos: “This charming man”, “Still Ill”, “Hand in Glove” “What difference does it makes” para finalizar con la misma melancolía que te recibió con “Suffer Little Children”.
The Smiths es un trabajo tan visceral que parece haber sido hecho con cada nervio de su cuerpo al descubierto y esto no es sólo una metáfora ya que el primer productor del disco John Porter (Roxy Music) fue muy criticado por Marr y Morrissey por sobreproducir el sonido de la banda, cosa que no lograron revertir y que posteriormente resolvieron ese mismo año editando el disco “Hateful of Hollow”, pero eso es otra historia.
Probablemente los seguidores de The Smiths seguirán eternamente discutiendo cuál fue su mejor trabajo y fijaran posturas entre The Queen is Dead y Meat is Murder. Es indudable que después de su debut la banda creció infinitamente en calidad y estilo, sin embargo, aquí comenzó todo, esta es esa primera cita, ese enamoramiento profundo, ese deseo de volver a vernos, ese momento mágico en que tu vida se cruzó con la de alguien más y se sintió por primera vez completa. Ese minuto en tu historia será una joya que atesoraras para siempre y eso es también este primer disco de The Smiths.
