Periodista.
La noticia del asesinato de un joven oficial de carabineros presumiblemente a manos de delincuentes venezolanos, -aún quedan gestiones por realizar para comprobar la autoría del alevoso crimen- se tomó la agenda el pasado jueves y de inmediato la derecha politizó el hecho culpando –como siempre lo hace–, al gobierno. La alcaldesa en campaña presidencial, Evelyn Matthei, aprovechó la oportunidad para comenzar con el guion que probablemente permeará a todos los aspirantes sea al parlamento o a los municipios hasta el mismo día de la elección presidencial en casi 20 meses más. Opinó entre otros juicios que “la reacción (del Ejecutivo) frente a los criminales extranjeros es blanda, es inexistente”.
El aprovechamiento político de la derecha quedó patente cuando la bancada de diputados de Renovación Nacional emplazó al Presidente Gabriel Boric nada menos a que evaluara la continuidad de la ministra del Interior, Carolina Tohá. Y como en el pedir no hay engaño, los parlamentarios RN aprovecharon de llamar al Presidente a que “definitivamente remueva de sus cargos” al subsecretario del Delito, Eduardo Vergara, y al director nacional del Servicio de Migraciones, Luis Thayer”, ambos desde hace mucho objetos de la odiosidad opositora. Llegaron al extremo de decir que el Mandatario tenía el deber constitucional y moral de hacerlo.
Como no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, en algún momento las aguas volverán a su nivel y los análisis fríos de la realidad señalarán cómo y por qué el país recibió a tanto inmigrante, entre los cuales venían disfrazados muchos delincuentes, sin legalizar su ingreso. Inevitablemente Cúcuta aparecerá en esos análisis. Tal como las invitaciones de venir a Chile que entre otros hizo Felipe Kast o la entonces ministra Cecilia Pérez cuya frase “vengan, hasta que Chile resista”, quedará en los anales de los dichos que hay que olvidar. Al menos ellos. Entre “los invitados”, mucha delincuencia incluyendo los tres asesinos del teniente Emmanuel Sánchez, felizmente hoy en prisión, aunque uno está prófugo y otro muerto.
Sus días, sin embargo, están contados. Si no ha salido del país el prófugo, las policías completas están tras de él, sabiendo que si queda en la impunidad, sería una señal potente para la ciudadanía que se pregunta si a un carabinero le hacen eso, qué queda para los civiles. Es lo que el gobierno ni Carabineros quiere que quede en el imaginario del país. El Presidente Boric lo señaló así: “en Chile no vamos a permitir la impunidad. A los viles delincuentes que cometan estos delitos los vamos a atrapar, los vamos a juzgar, los vamos a encerrar (…). Y es que deben saber que no van a quedar impunes, que no vamos a cejar en la lucha contra la delincuencia, que no nos amedrentan ni por un segundo y que son más las fuerzas que nos dan como Estado a nuestras policías, al gobierno, pero a toda la sociedad para seguir persiguiendo con fuerza la delincuencia que no nos va a ganar esta batalla”.
¿Hay que “correr bala”?
Lo lamentable es que también de inmediato se alzaron –desde la derecha- voces pidiendo sangre. También del progresismo. Al menos se supo de uno, un parlamentario de apellido Soto. Parece increíble, pero las caretas de quienes se autoproclaman como demócratas a todo evento, comienzan a caer con este tipo de situaciones. Por ejemplo, Juan Pablo Swett, Presidente de la Multigremial nacional de Emprendedores. Sin arrugarse, declaró que “al asesino mejor hubiera sido correrle bala y no estar lamentando la muerte de un carabinero”.
Las declaraciones del otrora “pacífico” Swett parecen copiadas del discurso del ultraderechista Axel Kaiser, futuro candidato presidencial, quien en una entrevista en televisión se atrevió a defender su idea de “correr balas”, imitando a los Bukeles y los Milei que hoy pululan por el continente. Y que están apareciendo en el país. ”En la crisis en que se encuentra el país en este minuto, tiene que tener a alguien dispuesto a tomar decisiones difíciles, duras, que implican costos, y que esté dispuesto a asumir esos costos. En materia de orden público tenemos que darle mucho más respaldo a Carabineros y Fuerzas Armadas para que puedan hacer su trabajo. Y hacer su trabajo implica correr bala, implica que corra sangre, implica que muera gente…”
Mientras tanto, el panorama político-partidista se va despejando. No sin cierto orgullo –pese a los heridos que quedaron en el camino- todos los partidos del progresismo se sintieron satisfechos por haber logrado el acuerdo que en los últimos años, estuvo más bien esquivo. Porque a diferencia de la derecha, convencida y confiada en que tienen el camino electoral ganado desde las alcaldías hasta la presidencial, por lo que no se agitaron mucho en sus negociaciones por los municipios, en el otro lado nada menos que 11 partidos progresistas, desde el partido Comunista hasta la Democracia Cristiana lograron un acuerdo que ha sido calificado por no pocos expertos, como algo extraordinariamente significativo. Incluso más. Hay quienes señalaron que la inscripción de los pactos, particularmente el de centro izquierda, constituye un punto de inflexión en la crisis política que enfrenta el país.
Lo graficó así la presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, quien destacó que solo en 4 comunas no hubo un entendimiento entre el oficialismo y la Democracia Cristiana. Tras agotadoras y a veces empantanadas negociaciones, el oficialismo y la DC llegaron a acuerdo para inscribir primarias legales de cara a las elecciones municipales de este año. El acuerdo abarca 346 comunas del país, con 86 primarias a nivel nacional, La derecha sólo pudo inscribir 22.
La dirigente socialista dijo que este no es un pacto solo sobre primarias, “como en el caso de Chile Vamos, que teniendo 20 casos en acuerdo, y 325 en los que están paseándose de comuna en comuna buscando a quien instalan de alcalde”, sino que es “un pacto total”. Explicó que donde no alcanzaron acuerdo se inscribieron primarias y que hubo 20 comunas en las que no se alcanzó a inscribir a los candidatos y otras 14 en las cuales no se logró llegar a un entendimiento”, pero en las cuales o habrá entendimiento político o primarias convencionales”.
En ese sentido le pidió tanto a la izquierda como a la DC “que no hagan eco de las críticas de la derecha, porque aquí hay un tremendo acuerdo político que obviamente no se releva , porque a nadie le interesarelevar la unidad de la centroizquierda”.
