Periodista.
Cuando aún no se secaban las lágrimas de miles de damnificados de los últimos temporales, que perdieron todo y sólo tuvieron tiempo de salvar su vida, y en el Congreso se enfrascaban en un violento enfrentamiento verbal por la decisión de las derechas de recordar el nefasto papel jugado por la Cámara en agosto de 1973, que entregó en bandeja la justificación del quiebre de la democracia en el país –como lo señala el propio ex comandante en jefe del Ejército, el general retirado Ricardo Martínez Menanteau en su libro “Un ejército de todos”-, los sectores presentes en el Consejo Constitucional se preparaban para iniciar el accidentado camino de preparación de un nuevo texto constitucional a ser rechazado o aprobado en diciembre de este año.
La diferencia entre los actuales personeros elegidos como convencionales –donde hay una mayoría de derecha- y los anteriores –donde hubo mayoría de izquierda- parece estar sólo en las formas. Se tratan con amabilidad, no hay gritos destemplados, ni garabatos –como los dichos groseros de Tere Marinovic- ni disfraces. Hay múltiples declaraciones de buenas intenciones, de la necesidad de diálogo para llegar a acuerdos en torno a una propuesta de Constitución que una al país, pero en los hechos, no hay nada de eso. Todo lo contrario.
Hasta usan triquiñuelas
Se comenzó con una triquiñuela usada a última hora por los representantes de Republicanos y de Chile Vamos, a pocas horas de comenzar a votar en particular las más de 1000 enmiendas formuladas al anteproyecto de nueva Carta Fundamental, elaborado por la Comisión Experta, en las dos primeras Comisiones: la de Función Jurisdiccional y Órganos Autónomos, que se abocará hasta total despacho a la votación de las propuestas referidas al Capítulo X sobre Justicia Electoral; y la Comisión de Principios, Derechos Civiles y Políticos.
Fue fríamente calculado. Porque en ambas comisiones se habían votado aquellos artículos que no tenían enmiendas -es decir, que quedarán sin modificaciones a lo plasmado en el anteproyecto-, aprobándolos por unanimidad. Y ocurrió que al inicio de ambas sesiones, el Partido Republicano y Chile Vamos ingresaron enmiendas de unidad de propósito: ocho al capítulo de Justicia Electoral y uno en Principios, relativo a los emblemas nacionales.
Según el mecanismo establecido en el Consejo, se pueden presentar “enmiendas de unidad de propósito” con acuerdo de tres quintos de cada comisión y, así, avanzar en acuerdos transversales. En todas las comisiones, esos acuerdos solo requieren votos favorables de los consejeros del Partido Republicano y de Chile Vamos, no siendo necesarios los votos oficialistas para ingresar estas nuevas enmiendas de consenso, ni para su aprobación. Y eso es lo que ocurrió: la derecha utilizó su mayoría para introducir nuevas enmiendas sin que el oficialismo lo supiera ni tuviera tiempo de estudiarlas.
El delegado PS de los consejeros, Alejandro Köhler, dijo al respecto que «estamos muy molestos. Consideramos que presentar una enmienda de unidad de propósito a un minuto o dos del inicio de la comisión, después de haber estado todo el fin de semana nosotros haciendo los mejores esfuerzos para evitar esas situaciones, no podemos sino considerar una gravísima irresponsabilidad de la derecha, una grave falta de seriedad». De este modo, Köhler planteó que «me parece que es legítimo que nos preguntemos si con esas expresiones de prepotencia están de verdad en capacidad de conducir este proceso constitucional (…) Hoy pasaron máquina y dieron el ejemplo de la peor calidad de la política. Hoy estamos frustrados y vamos a seguir hasta el últimos día haciendo los esfuerzos para que Chile tenga una Constitución democrática».
Un espejismo
Con esta primera señal se marcó el camino que la oposición podría seguir en todos los debates: imponer su mayoría para acordar una metodología de debate comenzando por los temas secundarios y no por aquellos que generan diferencias.
Lo resumió así Yerko Ljubetic, de Convergencia Social: «Creemos que aquí lo que hay es vender una suerte de espejismo, en el sentido de que hay acuerdo en torno a cuestiones menores, pero se sigue postergando -insisto- la necesidad, la urgencia de abordar las cuestiones efectivamente sustantivas”.
«Se ha asumido que en estos primeros días de votación se van a abordar en las comisiones, por voluntad de las presidencias y de las mayorías allí establecidas, cuestiones de orden secundario. Una Constitución no se hace por partes, no se hace votando cuestiones secundarias y postergando la discusión sobre las cuestiones realmente relevantes que son las que configuran el alma de una Constitución», aclaró el consejero Ljubetic.
Hay que recordar que una comisión de 24 expertos, que incluyó a especialistas patrocinados por todos los sectores políticos, desde el Partido Republicano al Partido Comunista, entregó un anteproyecto de amplio consenso formado por 211 artículos y 47 disposiciones transitorias, que solo puede ser modificado por el Consejo Constitucional, integrado por 50 miembros:22 republicanos y 11 de Chile Vamos. Esta mayoría en el consejo, les permite aprobar sus propias enmiendas sin contrapeso.
Los representantes del oficialismo en el Consejo, a través del documento «Invitación por la Unidad», propusieron siete ejes para lograr acuerdos con la oposición: estabilidad institucional, igualdad, derechos sociales, seguridad, lucha contra la corrupción y abusos, protección al medioambiente y habilitación del proceso democrático.
Nubarrones negros para republicanos
Tal como se vislumbra el panorama, hay más nubarrones que buen tiempo para los republicanos, los principales responsables del texto que saldrá para ser plebiscitado. Las enmiendas de la derecha pretenden mantener el modelo de subsidiariedad de la constitución vigente, el que en la práctica reduce la participación del Estado solo a aquellas áreas donde el mundo privado no tiene interés.
La centroizquierda, sin embargo, defiende el Estado Social de Derecho que había sido consensuado por los expertos, garantizando la satisfacción de los derechos ciudadanos, para que por ley el Estado produzca los bienes y servicios básicos para una mejor vida de todos los ciudadanos del país.
El fin del cerrojo inventado por Jaime Guzmán para que nada cambiara en el país, rebajando a tres quintos la mayoría parlamentaria requerida para cualquier reforma a la Constitución, fue una decisión de la Comisión de expertos –donde estaban representadas todas las fuerzas, desde el Partido Republicano hasta el Partido Comunista- .Sin embargo, consejeros del Partido Republicano han propuesto una enmienda para volver a instalar el límite en los dos tercios (66,6%), lo que dejaría las cosas tal como han estado en los últimos 43 años.
Es solo una de las “perlas” republicanas, pero hay más, en todas las áreas donde Chile ha avanzado en la última década: ley de aborto en tres causales, paridad, elección de colegios, elección de sistema de salud, etc. Otras perlas, según los entendidos en cuestiones constitucionales, significarían un retroceso en el estándar democrático del país.
Hasta ahora, las encuestas muestran una clara tendencia de chilenos y chilenas al rechazo. La última encuesta Plaza Pública Cadem aunque es de dudoso prestigio, reveló este domingo que el 56% rechazaría en diciembre la propuesta de nueva Carta Fundamental que trabaja el Consejo Constitucional. Sólo el 24% votaría a favor del texto y el 20% aún no sabe o no responde.
Esta tendencia puede ser una fatalidad para la derecha. Particularmente para los republicanos, quienes son la mayoría en el Consejo, y arrastran en su camino a un Chile Vamos sin fuerza y aplastado por la ultraderecha. El partido de Kast tampoco lo tenía fácil, puesto que se ha visto obligado a iniciar una fuerte campaña comunicacional para convencer a sus propios partidarios sobre la necesidad de una nueva Constitución “que nos una” como rezaba el slogan de la derecha y sus acólitos de Amarillos y otros de menor importancia.
El propio Kast ha necesitado recorrer el país para sumarse a esa tarea, la que necesita ser exitosa, tomando en cuenta sus aspiraciones presidenciales seriamente amenazadas por la irrupción en las encuestas de Evelyn Matthei, ya en plena campaña presidencial.
De hecho y aunque lo nieguen rotundamente, la UDI ya está preparando a su gente y su programa. Lanzaron el pasado lunes diez comisiones de trabajo bajo el título «Chile con Esperanza». Los grupos de trabajo presentados por el gremialismo abordarán temas como educación, crecimiento, seguridad y migración, cultura y libertades; modernización del Estado y descentralización, entre otras áreas. Todos serán liderados por destacados militantes y ex autoridades de gobierno. Si esos no son temas para gobernar, entonces ¿qué son?
