Periodista.
Pasados algunos días desde la derrota en las urnas de la propuesta de una Constitución conservadora que fue rechazada ampliamente por la ciudadanía, comenzaron a aparecer cuchillos largos y cortos en la derecha. Y detrás de las cuchilladas a supuestos o reales culpables, está envuelta la aspiración presidencial. Un camino que abiertamente planteó el líder de la ultraderecha, José Antonio Kast, poniendo en práctica aquello de que la mejor defensa es el ataque.
Consultado sobre el tema en un programa de televisión, Kast anunció que será candidato presidencial el 2025. “Me encantaría, no depende solo de mí. Si Dios me da vida y salud, yo quiero estar ahí“, y agregó que “yo puedo decir que yo estaría feliz en la papeleta, pero no tengo la garantía”.
Su contendora Evelyn Matthei le respondió despectiva: “Yo no sé si a alguien le interesa quién va a ser candidato en dos años más…” José Antonio Kast había dicho que no quería competir en primarias, sino ir directo a primera vuelta.
A esa situación de adelantamiento de la carrera electoral que abrió Kast no está ajena la centroizquierda, donde aún se mantienen voces que insisten en cambios en el gobierno. Pero esa puerta la cerró el propio Presidente con rotundos No, cuando se le consultó por un cambio de gabinete, a propósito de la situación que enfrenta el Ministro de Vivienda, Carlos Montes, acusado constitucionalmente por la derecha, aunque con pocos visos de éxito. Sin embargo, se sostiene en sectores de la izquierda queen algún momento no lejano, debería haber cambios para enfrentar justamente el proceso electoral que se avecina. De hecho, hay voces expertas que aseguran que al gobierno le quedan pocos meses de gestión real, porque a partir de mayo -dicen- ya comenzarían los movimientos para las elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores del año siguiente. Y de ahí a las elecciones parlamentarias y presidenciales hay un solo paso.
El portazo de la UDI
Que hablar sobre caliente es una mala práctica en política, quedó demostrado una vez más con lo ocurrido post plebiscito. Inmediatamente después de la derrota, la derecha le dio un portazo a las reformas emblemáticas planteadas por La Moneda: la previsional y el pacto fiscal.
El presidente de la UDI, por ejemplo, dijo tajante que “no hay acuerdo hoy día en el Congreso para dar un punto, aunque sea un punto hacia arriba para la solidaridad“.
Fue su respuesta a lo planteado por la Ministra del Trabajo, Jeannette Jara, que propuso repartir el 6% de cotización extra en tres partes: 3% a solidaridad, 2% a cotización individual y 1% a fortalecer el empleo formal de mujeres.
El lunes posterior a la elección que perdió tan rotundamente, Macaya tal vez abrumado por la derrota y su significado, se permitió enviar un recado sorprendente al Presidente “Encuentro insólito, lamentable e indignante que el gobierno pretenda, a propósito del resultado de ayer, impulsar o darles oxígeno a malas reformas (…). El gobierno no va a contar con nosotros para subir los impuestos y para expropiar el fruto de los trabajadores chilenos”. Como si no hubiese pasado nada.
Pero, lentamente la vida se impone. Era obvio que era necesario hacer una lectura correcta del mensaje enviado por la ciudadanía en el último plebiscito. En Renovación Nacional al parecer así lo están haciendo y comenzaron a dar señales de apertura respecto a la posibilidad de llegar a acuerdos con La Moneda. Las luces en ese sentido se prendieron cuando el diputado Diego Schalper (RN), opositor furibundo del gobierno, le escribió en X (antes Twitter) a la ministra del Trabajo, Jeannette Jara: “Hay disposición de llegar a acuerdos e incluso a evaluar mecanismos de solidaridad que no perjudiquen a la clase media”.
En alguna derecha consideran que hoy la gente aprecia que se llegue a acuerdos y posturas en común entre la clase política. Creen que ello quedó reflejado en el fracaso de la propuesta constitucional, que solo contó con el apoyo de los partidos de derecha y del centro, pero no de la izquierda. Lo mismo que ocurrióen el anterior plebiscito de salida en que la propuesta representaba principalmente a la izquierda, pero no al centro ni a la derecha.
Lo explicitaron varios parlamentarios opositores, como el jefe de bancada de RN, Frank Sauerbaum. “Quedó en evidencia post plebiscito para todo el mundo que hoy día los extremos están fuera de la política chilena, no podemos seguir extremando posiciones, hay que buscar acuerdos. Los dos plebiscitos demostraron que los extremos fracasaron y que llegó la hora de la moderación”. El presidente de RN, senador Rodrigo Galilea, añadió en ese sentido. “Siempre vamos a estar del lado de lograr acuerdos que realmente aporten a los ciudadanos donde ellos más esperan”.
Es en la UDI donde más problemas tienen. No saben si diferenciarse o no de los Republicanos, por cuya clientela electoral compiten. Hay diputados que creen que deben desmarcarse de republicanos y tener una “oferta distinta”, con su propia identidad. Tal parece que la soledad en que han quedado en ese sector los ha hecho cambiar drásticamente de discurso. Macayamorigeró sus dichos y ahora afirmó que “nosotros somos oposición firme, pero en política uno tiene que estar dispuesto a dialogar”.
Es que tan solos estaban quedando, aupados solamente por los Republicanos, que cambiaron su discurso probablemente para no perder su puesto en la mesa de futuras conversaciones.
Porque de lo que no hay duda es que en Evopoli están abiertos a negociar. Lo dijo el ex presidente de esa tienda, Hernán Larraín Matte. “La asimilación con republicanos es el camino al fin de Chile Vamos”. Y añadió: “Chile Vamos, en mi opinión, tiene que abrirse desde sus convicciones de forma muy nítida a negociar con el gobierno”.
La carta de los 30
La soledad de la UDI es un trago amargo para sus dirigentes y lo probable es que den nuevas señales de apertura al diálogo, así sea para influir desde dentro y lograr su objetivo de salvar a las AFPs a como dé lugar. Porque no es otra cosa esa defensa del 6 por ciento completo a capitalización individual para que lo sigan administrando las aseguradoras.
Más aún cuando un grupo transversal de dirigentes de centroderecha – ex ministros, subsecretarios, miembros de centros de estudios e independientes–, firmaron una carta en que realizan un diagnóstico crítico de la derrota del A Favor.
“Escribir una nueva Constitución merecía un mayor esfuerzo político en la construcción de acuerdos. En eso, la principal responsabilidad es de quien ostentaba la mayoría y tenía el poder de veto: El Partido Republicano…Se optó por una lógica maximalista, lo que se expresó tanto en ciertos contenidos como en las formas usadas”.
“Es necesario reflexionar sobre las razones -sean electorales o políticas- por las cuales, salvo excepciones puntuales, muchas veces (la centroderecha) se plegó a la estrategia impulsada por la mayoría republicana, renunciando a su vocación histórica por los acuerdos”.
E hicieron un llamado a la derecha a diferenciarse de su extremo: “Aprendamos la lección. Chile necesita una centroderecha con identidad y proyecto propio, no una centroderecha atrincherada ni mimetizada con proyectos ajenos. Una centroderecha con vocación de mayoría y una agenda reformista anclada en sus principios. Una centroderecha dialogante que, sin renunciar a sus convicciones, apele a su tradición de ser promotora de buenos acuerdos por el bien de Chile”.
Firmaron la carta los ex ministros Briones, Blumel, Bellolio, Isabel Plá, Rodrigo Delgado, Enrique Paris y María José Zaldívar, además de los ex subsecretarios Paula Daza, Juan Francisco Galli, e integrantes de centros de estudios afines a la derecha, como Josefina Araos (IES), Cristián Stewart (Idea País), Valentina Alarcón (Fundación Pacto Social), Joaquín Barañao(Pivotes) y Juan José Obach (Horizontal) y el economista Klaus Schmidt-Hebbel.
La respuesta de Republicanos fue inmediata. Ruth Hurtado dijo: “A mí lo que me impresiona de esas personas de derecha que critican es que no le dedicaron ni siquiera un minuto de su tiempo al proceso constitucional. Estuvieron ausentes completamente y hoy día es súper fácil ser generales después de una batalla. Pero durante el proceso no fueron capaces de acercarse y servir con su tiempo y sus conocimientos al proceso constituyente. Los que critican a Republicanos son poco coherentes. Y no hicieron nada”.
Amarillos y Demócratas no suman
Las voces de alarma por supuestas divisiones no se hicieron esperar en la derecha. El profesor de Derecho Constitucional en la UC, Claudio Alvarado,declaró que si en la derecha tras el plebiscito “predominan la caza de brujas, las recriminaciones cruzadas y las “facturas” de corto alcance, es muy poco lo que se sacará en limpio. Guste o no, Chile Vamos y Republicanos, y también otras fuerzas de oposición, son aliados y deberán coordinarse de cara a los futuros desafíos políticos y electorales”.
El Doctor en Filosofía Política y académico de la UAI, Cristóbal Bellolio, cree que “el voto anti Kast, el voto anti republicano es un voto que hoy día está siendo un obstáculo insalvable para que ese proyecto conquiste una mayoría en Chile. La vez pasada, cuando ganó el voto Rechazo, no fue liderado por Kast, que desapareció. Ahora lideró y perdió”.
Y no sólo eso. Destruyó las aspiraciones de Demócratas y Amarillos al expresar que la derechatambién “subestimó un voto de centro, liberal, moderado, de centro izquierda, que votó rechazo la vez pasada y que la derecha pensó que ya lo tenía cubierto…pensó erróneamente que la inclusión de Amarillos y Demócratas de alguna manera le aseguraba ese mundo, cuando la verdad es que no fueron capaces de conservar prácticamente nada de ese mundo. La derecha hizo muy malos cálculos respecto de lo que significaron las dos últimas elecciones que ganó”.
Las recientes elecciones de directiva de “Amarillos” parecen darle la razón. Sólo votaron 218 personas y el presidente reelecto, diputado Andrés Jouannet, recibió 19 escuálidas preferencias.
