
Camilo Escalona Medina, Secretario General del Partido Socialista
No tenía 14 años cuando entré a la Juventud Socialista, era el año 1969, en el liceo 6 de San Miguel, tenía destacada presencia el núcleo Simón Bolívar al cual ingresé. No fue al lote, pedí formalmente ser integrado y me aceptaron. Forme parte del Contingente Che Guevara. La primera vez que salí a “rayar” fue con la fe de la juventud pintando en las murallas “el Che vive”.
El año 70 ganó el Presidente Allende, pero en los jóvenes había mucha simpatía hacia el Movimiento de Izquierda Revolucionaria”, MIR. En la Brigada Secundaria Socialista pasaba que uno conocía a un compañero y a los días o semanas se enteraba que se “había ido” al MIR. Hasta que la Juventud Socialista, con el compañero Carlos Lorca como Secretario General, entregó la conducción política necesaria.
El MIR salía al paso del gobierno del Presidente Allende acusándolo de “reformista”, decía que los cambios que transformaban Chile no eran “revolucionarios”, ante ello, Carlos Lorca se levantó con fuerza en medio de tantas consignas y proclamó lo que era evidente y que muchos no querían ver: la revolución chilena sólo era posible apoyando al Presidente Allende. Esa era la medida de ser o no ser revolucionario. La sangría hacia el MIR se detuvo. La JS creció y se fortaleció en los “frentes de masas”.
El 11 de Septiembre del 1973 miles de jóvenes socialistas salimos a defender el gobierno popular y al Presidente Allende, no lo logramos, no tuvimos como hacerlo, pero no nos rendimos ni entregamos. Nada ni nadie podrá quitarnos ese orgullo.
Después del golpe de Estado llegó la masacre de la izquierda chilena. La historia que eran terroristas armados por Cuba fue una siniestra y total mentira. He lamentado siempre que la verborrea de ciertos líderes que especularon con fuerzas y recursos que no existían dieran elementos a la represión para orquestar miles de asesinatos de militantes indefensos.
Pero seguimos luchando. Tragamos dolor, amarguras y sufrimientos y el socialismo chileno se recompuso, fue capaz de superar y vencer el terrorismo de Estado y sus propias divisiones, convirtiéndose en un destacado actor del restablecimiento de la democracia en Chile. A inicios de los 90, algunos dijeron que el PPD ocuparía el lugar del PS, pero eso no sucedió.
Hoy vuelven los agoreros. Hay un gran cambio en Chile, es cierto. Lo que también es cierto es que los partidos no se compran ni se venden en los ahora afamados “híper mercados”, tampoco el síndico de quiebras los clausura. Lo malo es qué hay ex militantes que quisieran clausurarnos como si ellos fueran infalibles oráculos del destino. No hay que equivocarse otra vez. Cada etapa es una lucha. Nadie se compra el futuro. La tarea es comprender y responder a las nuevas exigencias.
Hay que apoyar al Presidente Electo muy mayoritariamente por la ciudadanía. Hay que sembrar unidad y entendimiento. Pero también hay que entender que el socialismo chileno tiene un rol insustituible y debe reconfigurarse en las regiones y comunas, en el movimiento sindical y en las fuerzas sociales más activas: el feminismo y la juventud.
Hay que reponer sin complejos una gran fuerza socialista en el escenario nacional, con su propia personalidad y fisonomía. El socialismo no está en subasta y no se disolverá. Así, desde esa base, hay que seguir luchando por el entendimiento sin exclusiones de los demócratas chilenos para derrotar a la derecha y tener la fuerza necesaria para reemplazar el modelo neoliberal en Chile. El aislamiento y el sectarismo no harán más que reducir la dimensión de los cambios. La amplitud continua sigue siendo esencial para avanzar y dar a Chile una nueva sociedad.