lunes, abril 29, 2024
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La Culpa No Era Mía: Mujeres Cuentan sus Experiencias de Abuso Tras Performance de LasTesis

Foto: Las Tesis 2

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“Un violador en tu camino”, la performance del colectivo feminista porteño Lastesis que se viralizó en el marco del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, y que se replicó en todas las regiones del país y en el mundo, repite como un mantra “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía”.

La frase, que enfatiza que la víctima jamás tiene la culpa de la agresión vivida, llevó a que cientos de mujeres se atrevieran a contar sus experiencias de violencia sexual en las redes sociales y a conversarlo con sus familias y entornos. Algunas jamás lo habían verbalizado, tardaron décadas, para otras son hechos más recientes.

Pese a que la performance de Lastesis denuncia con fuerza la violencia político sexual ejercida por agentes del Estado, que han sufrido las mujeres desde el estallido del movimiento social en Chile, y que ha llevado al Instituto Nacional de Derechos Humanos a presentar a la fecha 88 querellas, por casos de desnudamiento, amenazas, tocaciones y violaciones; la gran mayoría de las mujeres narra, tal como lo indican los estudios en el tema y como el movimiento feminista lo plantea hace décadas, que el abusador es un familiar o persona de confianza, y que el abuso tuvo lugar en sus propias casas, en la de personas conocidas o bien en espacios donde pensaban estar protegidas, no en sitios vacíos o poco iluminados, como suele asociarse a la imagen estereotipada del ataque sexual.

“Y la culpa no era mía (era mi abuelo). Ni como andaba (uniforme escolar). Ni cómo dormía (8 años, esperando que llegara mi mamá). Me costó 40 años escribirlo, lejos lo más descarnado que he confesado”, se lee en un tweet. “Y la culpa no era mía (11-12 años) ni donde andaba (iba a visitar a mi abuela y estaba ahí mi primo adolescente de 18 a 19 años), ni como vestía (ropa casual). Me costó 4 años escribir esto”, dice otra mujer.

Los textos son demostración que la violencia afecta a las mujeres a lo largo de todo su ciclo de vida: “El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer, y nuestro castigo, es la violencia que no ves”, dicen Lastesis al inicio de sus versos. Entre quienes escriben sus relatos, algunas eran adultas, otras adolescentes y muchas unas pequeñas niñas cuando lo vivieron: “Y la culpa no era mía (Tenía 3-4 años) Ni dónde estaba (En mi casa, en una fiesta familiar) Ni cómo vestía (Un vestidito de fiesta)”, se detalla en uno de los tweets. “Y la culpa no era mía (7), ni donde andaba (hijo mayor de la señora que me cuidaba), ni como vestía (ropa de día). Escribir este tuit me costó 26 años”, dice otro.

La acción pública de Lastesis fue replicada, entre muchas otras, en ciudades como Londres, Madrid, Ciudad de México, Bogotá y París. Así también, se sumaron mujeres de diversas partes del mundo para sacar a la luz los abusos. “Y la culpa no era mía (42 años) Ni dónde estaba (Caminando a la altura de Liverpool Insurgentes a la 1 de la tarde) Ni como vestía (Camisa blanca, falda negra y tenis)”, escribe una mujer de Ciudad de México. Desde Buenos Aires una joven agrega: “Y la culpa no era mía (era mi padrastro). Ni dónde estaba (durmiendo en mi cama). Ni cómo vestía (pijama de niña, 10 años)”.

Prejuicios y estereotipos

Gabriela González Vivanco, Decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, señaló a Página 19 que durante toda la historia el feminismo ha dispuesto de espacios públicos y de palabra para que muchas mujeres puedan dar cuenta de experiencias traumáticas vividas, ya sea en la pareja, en la familia, o la violencia política ejercida por el Estado, “a las mujeres les cuesta mucho denunciar dado que las experiencias de violencia están asociadas a prejuicios y estereotipos, por ello, todavía hoy aparecen testimonios de mujeres que fueron víctimas de violencia política en tiempos de dictadura, mucho silenciamiento tiene que ver con un mecanismo de protección social pero también psíquico, de no otorgarle una realidad traumatizadora de la experiencia vivida, por lo tanto siempre se necesitan que aparezcan espacios de palabras, que a veces pueden ser la terapia y otras veces estos espacios”.

Explica que la intervención de Lastesis le da valor a la palabra de las mujeres: “Son espacios donde te encuentras con otras y que recrean la posibilidad que esa palabra salga con menos violencia que la experiencia vivida, en el fondo una performance se transforma en una mediación, le da un sentido, interrumpe el orden simbólico y nos provee a las mujeres de un espacio no solamente protegido, sino que además colectivo, compartido, donde no es tan importante quién fue la víctima, sino que poder reconocer que existe esa violencia, que es real, es ejercida, que implica la vida de las mujeres, independiente de si son más niñas, más jóvenes, más viejas, si ocurrió ahora o antes”.

Por esta razón, indica, el participar de una u otra manera en la performance constituye un espacios de sanación y es de alguna manera reparador puesto que le otorga una nueva forma a la palabra de las mujeres, “en el espacio público, con otras, precisando palabras, eso tiene un efecto para la experiencia de todas las mujeres que alguna vez en su vida han sido víctimas de violencia sexual que es muy aliviador, el hecho de que se pueda decir públicamente, y que ese decir sea preciso, no difuso, que esté dirigido: son los jueces, la policía (los pacos)”.

González enfatiza que de manera ejemplar la performance del colectivo Lastesis entrega  a las mujeres una voz pública y le da fuerza, “el hecho de que se haga en grupo, en distintas instalaciones, que hoy muchas mujeres lo puedan hacer juntándose con otras sin tener que decir a manera personal ´yo fui víctima de violencia´, que es lo que más cuesta”, expresa.

Y añade que hay mujeres que silenciaron estos testimonios para protegerse así mismas en términos sociales y psíquicos, a sus familias, hijos y parejas, “entonces estas posibilidades que son creativas, tienen como logro decir que la violencia sexual existe, que es cierto que las mujeres son víctimas de violencia sexual, no sólo en lo íntimo, también en instancias institucionales que están paradójicamente creadas para proteger, por eso Lastesis citan el himno de Carabineros”.

Culpar a la víctima

Para la decana, la intervención tiene una potencia que no se había visto, “pese a que existía  la protesta, la vociferación, los colectivos feministas siempre dieron espacio a acoger a las mujeres en torno a lo doloroso de la experiencia de la violencia, pero hoy esta performance le da una vuelta a la forma que siempre había aparecido, de eso se trata, de performear, formatear, formar una nueva simbólica sobre la violencia sexual que las mujeres vivimos”.

En una acción que pasó de la performance en las calles a las redes sociales como espacio también de manifestación colectiva contra la violencia hacia las mujeres, tras cada una de las historias expuestas, un importante número de otras mujeres responde solidarizando, cuentan su propia experiencia personal, y sobre todo ponen énfasis en que no es posible sentir culpa ante la violencia, esa liberación de la culpa ha sido clave. “La culpa no era mía” reiteran.  Uno de los tweets expresa “Y la culpa no era mía (Tenía 15 años) Ni dónde estaba (En la playa) Ni cómo vestía. (Short y blusa blanca) Me tomó 22 años escribir este tuit y me uno. No son eventos aislados, es una epidemia de violencia sistemática”.

Gabriela González resalta la importancia de hablar de quién es la culpa, por tratarse de uno de los mayores prejuicios en torno a la violencia, el culpar a la víctima, “si uno mira las investigaciones, siempre se quiere dar a entender que las mujeres son las provocadoras, que las faldas  cortas, que habían bebido. “Y la culpa no era mía” es darle realidad a que la violencia sexual es una violencia ejercida contra las mujeres contra su voluntad, no hay condición alguna para pensar que una mujer pueda ser culpable de que alguien la violente. No es el lugar ni cómo nos hacemos cargo de la autonomía sobre nuestros cuerpos”.

Como ejemplo, cuenta que hace unos días visitó en un hospital público a una de sus estudiantes que fue herida por balines, quien le comentó una experiencia de violencia, “el médico que la atendió le dijo que eso le pasaba por andar en las marchas y además con short, que agradeciera que en este país las policías tiraban balines y no balas como en el suyo, era un médico migrante, lamentablemente lo digo, por toda la perspectiva crítica que una tiene de acoger a los migrantes. Ese es un tipo de violencia, las consecuencias que ella tenía que estar dispuesta a asumir por estar en la calle”, sentencia.

Para la psicóloga el movimiento feminista está en un momento en que logró visibilizar la violencia de manera estructural y el colectivo Lastesis aportan a ello, “creo que también apuntan a la violencia estructural, porque no es casual que indiquen al juez, el nivel jurídico; la policía, que sería el nivel del orden público y social; y el nivel de la gobernabilidad, de quien gobierna, yo creo que le hubieran dado una vuelta más y también aparecerían los curas, el orden religioso, porque cuando mencionan a estas tres figuras, ya pasamos de la violencia sexual, de la violencia puramente ejercida contra “algunas” mujeres, a una dimensión a nivel de la estructura de nuestra sociedad donde la violencia es un mecanismo para disciplinar a sujetos distintos, diferentes: las mujeres, las disidencias sexuales, es decir, es un mecanismo estructural para llamarlos al orden, para gobernar, para hacer las leyes”.

“Un violador en tu camino”, continúa masificándose en distintas localidades y ciudades y a nivel internacional ya es calificado como un himno contra la violencia machista.

https://twitter.com/daiitae/status/1201248325472796673?s=21

 

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