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El horizonte es la Democracia

Archivo de la Fundación Salvador Allende - Imagen referencial

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Imagen de carácter referencial

La Conferencia de Programa de 1947 aprobó el texto nominado Fundamentación Teórica del Programa del Partido Socialista de Chile, donde expone los principios que orientan el razonamiento y las definiciones ideológicas y políticas, los valores que informan los contenidos y alcances de conceptos como la razón revolucionaria del socialismo chileno, sus acepciones del humanismo, su vocación democrática y libertaria, así como su condición popular y de clase, entre otros.

   Respecto al Partido manifiesta que este “…representa en Chile el impulso histórico del verdadero socialismo y la auténtica doctrina socialista que recoge para superarlos – y no para destruirlos – todos los valores de la herencia cultural como un positivo aporte a la nueva sociedad que deberá erigirse …”. A renglón seguido señala que “Dialécticamente generado por el capitalismo, el socialismo constituye su necesaria superación, tanto en la evolución interna de las distintas sociedades nacionales como en la transformación mundial de las relaciones económicas.”

   Un aspecto relevante, de este documento, es la noción de “superación del capitalismo”, que con sentido didáctico proclamara, reiterativamente, Salvador Allende, y que fue consolidando la idea general de avanzar hacia el socialismo por la vía de “extender y profundizar la democracia” como lo afirmara en distintas ocasiones, Clodomiro Almeyda.

Las dimensiones de socialismo-humanismo-vocación libertaria son consubstanciales a las constantes ideológico-políticas del P S.

Es a partir de la centralidad de lo humano que se insiste en la crítica a los límites de las formas políticas y jurídicas del orden liberal, dada su exclusiva dimensión formal y procedimental. Sin embargo, atendiendo a que el socialismo representa el impulso de los valores de la cultura construida por la sociedad manifiesta entonces que “…recoge, pues, todas las conquistas políticas de la burguesía para darles la plenitud de su sentido humano”.

     Reafirmar no significa repetir. Pero implica proyectar lo trascendente, en consonancia con las realidades históricas en permanente transformación. Para determinar las pautas teórico-políticas e ideológicas del Partido Socialista, y proyectarlas, es necesario partir por asumir al socialismo, como proceso histórico universal, librándolo de la noción etapista   dogmáticamente entronizada En otras palabras, el socialismo no es una sociedad de llegada, una especie de estación de trenes que sucede a la revolución democrática.  El socialismo es en realidad la expresión más acabada de esa revolución-superación democrática.

   De lo anterior se infiere otra noción sustancial en cuanto a que el socialismo, como formación societal, no puede ser implantado, sino que es una sociedad en continuo perfeccionamiento democrático, y con grados cada vez más altos de justicia social, ambiental y de género.

   En lo económico esto implica la presencia del Estado en todo aquello en que sea necesario y fundamental y valorar y propiciar el mercado y la libertad de concurrencia en todo lo que sea posible. En esa línea el programa económico del socialismo chileno promueve un marco democrático regulatorio, legal que impida el secuestro del espacio público por los poderes fácticos y las elites de poder, en beneficio de intereses corporativos.

   Esta visión económica supone crear condiciones de desarrollo para las distintas formas de propiedad privada. Dentro de ese esquema de economía mixta ocupa un espacio legítimo y necesario la propiedad pública (incluso en alianzas con otras formas de propiedad).

   En las sociedades se expresan intereses y aspiraciones pluriclasistas y se debe reconocer las tensiones que esta realidad genera. De esta manera, estado y mercado constituyen dos realidades que deben actuar con la máxima transparencia ante el escrutinio de la sociedad civil democrática.

  La labor política e ideológica-cultural se   debe abocar a generar sentidos y valores humanistas que permita la consolidación de una ciudadanía activa y   solidaria, en confrontación con la cultura consumista, y de individualismo y competitividad distorsionada impuesta por la hegemonía neoliberal.

  Se trata de reinvertir la jerarquía de valores que impone la sociedad capitalista, y avanzar en el imperativo de “organizar racionalmente la economía en función de la persona humana.” De una economía para la vida y no reductivamente para el capital, teniendo como horizonte la democracia, su extensión y profundización.

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