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Erradicar el Covid 19 y el Modelo de Desarrollo

Crédito Fotografía: Patricio Muñoz Moreno

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Estamos tan envenenados por la globalización neoliberal, que hoy se alteran los valores y hay quienes prefieren salvar las empresas antes que a sus trabajadores.

Recientemente, frente al confinamiento general de la población y el cierre de los negocios, el gerente de una organización relacionada con el comercio dijo que había que abrir las tiendas a todo costo… Y aunque luego rectificó sus dichos, sin dudas lo que se le disparó antes de pasar los filtros de la moral fue su real sentir y pensar.

Y en esto, no está solo.

Porque hay países -y el nuestro también- que entre priorizar la salud de las personas manteniéndolas aisladas, prefieren que vuelvan luego “a la normalidad”, abriendo malls, escuelas y llamando a los empleados públicos a volver a sus oficinas sin importar su salud, nuestra salud, a fin de parar la recesión de la economía.

Alguien ha dicho que una de las cosas buenas que entregó el Covid-19 fue dejar al desnudo el egoísta sistema neoliberal, donde el mercado tiene patente de corso y sólo él nos ofrece -con el empuje “desinteresado” de la publicidad- lo que cada consumidor deba elegir y no lo que el ciudadano debería escoger por el bien de toda la sociedad.

Más Estado y más gasto

Como lo explica muy bien el filósofo y cientista político norteamericano Noam Chomsky el modelo económico no quiso prepararse para este escenario de pandemia, porque ello significaba un mayor papel del Estado y un aumento del gasto fiscal. ¿Resultado? La pandemia nos ha sorprendido con los sistemas sanitarios muy debilitados para responder con rapidez al reto del Covid-19. Añade que tampoco se ha querido otorgar subsidios a la industria farmacéutica, la que no estaba interesada en preparar antídotos para cualquier pandemia -que la Organización Mundial de la Salud y otros centros científicos pronosticaron-, porque no recibiría ganancias inmediatas.

El cruel capitalismo salvaje y su dios mercado ha quedado al descubierto. El nos dejó indefensos frente a una pandemia como la que nos azota al disminuir los presupuestos de la salud pública y de la investigación científica. Hoy muchos gobernantes están echando un pie atrás y por eso en Chile, por primera vez en décadas, la salud pública comenzó a dar unos pasitos adelante. El Presidente Piñera y el Ministro de Salud Mañalich han ordenado algunas medidas que ponen la salud privada a las órdenes de la salud pública: disponibilidad de camas y ventiladores mecánicos entre otros elementos indispensables, e incluso parte de sus equipos médicos, para atender la crisis sanitaria. A la derecha neoliberal le ha costado tragarlo, pero es la voluntad del gobierno que ellos eligieron y que, hoy por hoy, representa al Estado, uno que los chilenos necesitan más fuerte.

Los que aún no quieren torcer el rumbo son Estados Unidos bajo Donald Trump, quien llegó a la Casa Blanca con su lema “Estados Unidos primero”, calificó a la peste como “un pequeño resfrío” y le quitó su poderoso soporte económico a la Organización Mundial de la Salud. Y Brasil, el gigante de Sudamérica, que con un militar como Jair Bolsonaro a la cabeza despidió a su Ministro de Salud por contradecir sus órdenes de que el pueblo brasileño vuelva a la “normalidad democrática” para no paralizar la economía. ¿Fanatismo neoliberal o psicopatologías?

Por una nueva “normalidad

No vivimos tiempos normales, al contrario, muy excepcionales.

Fe qué otro modo se puede llamar el que los padres no puedan abrazar a sus hijos, los hijos no puedan visitar a sus padres viejos, familiares y amigos saludándose a una distancia de uno o más metros, impedidos de salir de casa, además de clases, celebraciones, reuniones y de todo tipo suspendidas.

Analistas sabios dicen que se precisan cambios profundos en el sistema económico social que se ha mantenido por cuatro décadas, desde que los Chicago Boys lanzaran el bicho neoliberal en el laboratorio de un Chile bajo dictadura y desde que Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en EE.UU. lo impusieran en sus países y respectivos imperios.

“Se requiere forjar una sociedad que funcione para todos”, dice el diario londinense Financial Times en su editorial del 7 de abril. Y recuerda que después de la miseria que dejó la crisis económica de 1929 en el mundo y luego, aquella tras la Segunda Guerra Mundial, visionarios como Roosevelt y hasta el conservador Churchill se comprometieron con construir un “Estado de Bienestar”. Aquel donde se promueven los derechos sociales como salud, educación e ingresos suficientes para cada uno de los miembros de la sociedad.

Globalización y pandemias

Hasta ahora, y principalmente en las últimas décadas, los privados eran los regalones: todo emprendimiento primero en sus manos y toda ganancia a sus alcancías mientras que todo riesgo o pérdida, a la fiscal. Pero hoy, bajo el golpe de la pandemia necesitamos con urgencia la atención de la salud pública, la salud para todos, largo tiempo rezagada. Para lo cual, se requiere una más fuerte intervención del Estado, del gobierno, uno que reparta ayuda sanitaria equilibradamente a todos y todas. La salud pública hoy es más importante que la privada.

Estamos viviendo una paradoja: mantenernos físicamente solos, aislados, pero moralmente unidos y todos colaborando en lo que se nos pida: los científicos, aceleradamente buscando la cura y la vacuna; los trabajadores de la salud, dando lo mejor de ellos a costa de sus vidas; nosotros, mascarilla, lavado de manos con jabón frecuente, aislamiento social, por la salud de todes y la propia.

Entonces, no nos precipitemos y abramos solamente los negocios de productos esenciales como alimentos y medicamentos, favoreciendo en primer lugar -y sin menoscabar la labor importante que han cumplido los supermercados- a los pequeños negocios de barrio y las ferias, que necesitan más apoyo y donde es fácil controlar que dueños y clientes cumplan las reglas para frenar el contagio.

Y hemos aprendido algo más. No bastará con que ganemos la batalla contra el Covid-19 a fines de este año o en un par de años más. Gracias a la orden mundial de quedarnos en casa, ahora sabemos que mientras menos autos a combustible fósil circulen por las calles y mientras menos industrias sin los debidos filtros contaminen nuestra atmósfera, mejor salud para todo ser vivo sobre la tierra.

La Dra. Jeannette Vega, experta epidemióloga chilena, advierte que en el futuro el panorama no va a cambiar: “por la globalización y el cambio climático, vamos a estar cada vez más expuestos a que ocurran pandemias”. Y Chomsky reafirma la preocupación medioambiental: “La crisis económica puede mitigarse y evitar que se vuelva catastrófica… pero el calentamiento global no”.

Tenemos mucho que cambiar. Cuidemos más la salud que la billetera y vamos preparándonos para la Nueva Constitución que nos dará el país que necesitamos.

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