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Gobernando a profundidad de periscopio

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El gobierno representa a una minoría y esa condición difícilmente puede variar en el corto plazo. Sin embargo, eso no quita que pueda hacerlo bien confiando más en su habilidad que en su fuerza.

Se puede afirmar que la administración Boric se ha ganado la posibilidad de remontar, tanto por lo que hace como por lo que ha dejado de hacer.

Dentro de lo que ha dejado de hacer sobresale el cultivo injustificado de una autoimagen más que complaciente. La llegada al poder desde un punto de partida muy improbable produce mareo y una mirada distorsionada.

La coalición que nos gobierna tuvo éxito en una coyuntura donde se sumaron dos factores: su mejor desempeño en campaña y el peor momento desde la transición de las dos coaliciones tradicionales. Pero eso no podía durar mucho.

Apruebo Dignidad tuvo un período inicial en el que se vio como la alternativa de futuro que venía a reemplazarlo todo. Se comportó con arrogancia novata. La prueba vendría cuando se debió demostrar un buen desempeño en gestión, en un escenario en que las otras fuerzas políticas empezaban a recuperarse.

Los primeros meses y hasta el Plebiscito manifestó que esta prueba no se pasó bien. Una derrota apabullante y las carencias políticas de La Moneda se hicieron evidentes. Pero este no fue el final de la historia, sino el inicio de otro capítulo.

Cuando la administración Boric dejó de contemplarse al espejo como la expresión mejor lograda de la perfección y la belleza, empezó a tener una oportunidad. Se ha logrado un segundo tiempo mucho mejor que el primero.

El repunte ha venido de la mano del nuevo equipo ministerial. Un observador externo podría decir que el aumento del promedio de edad en la primera línea le ha hecho bien al gobierno, pero tratándose de destacadas mujeres es algo que yo no me permitiría decir jamás. Eso sí, la mayor experiencia ha servido mucho.

Lo que se hace mejor está acompañado de un cambio de perspectiva. En vez de subordinar lo que ocurría en la coyuntura a la concreción rápida del objetivo último, se está prefiriendo la concentración en atender los problemas de la coyuntura sin depender de vista los objetivos principales. Realismo, le dicen.

El efecto no ha sido instantáneo, pero se ha ido consolidando con el paso de un tiempo bien empleado. En todo caso, la situación es ambivalente. Por un lado, las encuestas muestran una recuperación reciente del apoyo, por otro, la condición de minoría ciertamente no se ha modificado.

El gobierno ni se hunde ni navega con las velas desplegadas, más bien ha salido a la superficie a profundidad de periscopio. No es cosa de que abra las ventanas para gozar del buen tiempo, pero ha adquirido visión de campo, lo que le permite orientarse muy bien percibiendo obstáculos y oportunidades.

No sería justo decir que el gobierno ha cambiado de agenda, más bien ha focalizado su actividad en aquellos aspectos que más preocupan a los ciudadanos. De este modo ha logrado mayor sintonía.

Es lo que está ocurriendo en el caso de las pensiones, pero también en seguridad y violencia en la macrozona sur. La evolución futura dependerá de superar la condición de minoría, sobre todo con acuerdos amplios bien logrados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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