Ex Embajador Argentino, Coordinador Comisión RRII Instituto Patria. Secretario Socialismo para la Victoria. RRII CTA, Central Trabajadores de Argentina.
Cuando el 18 de mayo Cristina Fernández de Kirchner, en ese momento la referencia política más popular de Argentina, le ofreció la candidatura presidencial, por el Frente de Todos, a Alberto Fernández, empezó a desbaratar la estrategia de la derecha de querer polarizar entre la ex presidenta y el actual presidente al electorado argentino tal como habían hecho en los últimos años. Con esa jugada Cristina Fernández de Kirchner comenzó a dibujar el camino para ganar las elecciones y volver a gobernar después de 4 años de gobierno neoliberal.
La campaña del Frente de Todos fue de mayor a menor, la figura de Alberto Fernández empezó a crecer y a sumar apoyos hasta ese momento esquivos para cerrar acuerdos con el kirchnerismo, y de esa manera complicar aún más las variables con las que venía trabajando el gurú de Mauricio Macri, el ecuatoriano Durán Barba, quien era acompañado por los poderes hegemónicos y, como siempre, por el aparato mediático de Argentina.
En tan solo 5 meses lo que parecía difícil, complicado, empezó a aclararse. El armado político que llevaba adelante Cristina empezaba a dar sus frutos, por otro lado, el desastre económico y social generado por el gobierno de Macri facilitó el trabajo.
Así fue que en las PASO (primarias abiertas simultaneas y obligatorias), el triunfo por 15 puntos, sorprendió a muchos, propios y ajenos, y no solo derramó alegría en la sociedad argentina sino que saco presión al Frente de Todos dando cierta tranquilidad en la última parte de la campaña y entonces encarar la primera vuelta con una ventaja que era imposible revertir.
Fecha histórica
El 27 de octubre fue una fecha histórica en la Argentina, por varios motivos: se derrotó al neoliberalismo en las urnas, por una ventaja que terminará siendo de más 12 puntos, 2,3 millones de votos. Es la primera vez en la historia de Latino América que un presidente no logra renovar su mandato y es expulsado con los votos por la ciudadanía. Estas elecciones repusieron en el gobierno a Cristina Fernández de Kirchner, recuperando la Provincia de Buenos Aires y el País para un frente hegemonizado por el Peronismo.
Cristina, se había despedido con la movilización más grande que un presidente haya tenido en Argentina, sufrió durante estos últimos 4 años una persecución judicial sin precedentes, pero no pudieron probar una sola imputación en más de una docena de causas judiciales, a pesar que el objetivo de esta cruzada de jueces amigos de Macri, como paso con Lula Da Silva, fuera encarcelarla. A su vez también se llevó adelante una persecución por parte del poder mediático, para desgastarla, satanizarla e impugnarla. Pero la ex presidenta resistió, luchó y logró -en el año 2017- disputar la provincia de Buenos Aires en elecciones de medio término, el distrito electoral más importante del Argentina, y salir electa Senadora Nacional. Luego de ello se paró en el lugar de la estratega, para convocar, sumar, acordar y, con mucho desprendimiento, renunciar a encabezar la formula y así materializar un triunfo que hasta hace algunos meses tenía sus dudas.
Alberto Fernández, el futuro Presidente de los argentinos, a lo largo de su historia política siempre jugó o se sintió más cómodo en el rol de operador político, jefe de campañas varias, armador de proyectos que en el de candidato. Sin embargo, hoy le tocó ser el mascaron de proa de este proyecto que tiene tras de sí, a una heterogeneidad como pocas veces se alcanzó en la política argentina, el mismo Alberto al inicio de este proceso acuñó una frase que al medir por los resultados le termina dando la razón, decía: «sin Cristina no se puede, con Cristina no alcanza».
Así fue que esa convocatoria sumó a sectores que vienen de la izquierda independiente, socialistas que se retiraron del partido ya hace un tiempo para sumarse al proyecto de Néstor Kirchner primero y de Cristina después, radicales defraudados por la actitud de su partido de acompañar a la derecha argentina, partidos provenientes del progresismo no peronista, organizaciones sociales, todas las centrales sindicales y sus muchos sindicatos, empresarios, y obviamente todo el peronismo, con sus gobernadores e intendentes. Algo que no sucede hace 45 años dentro de la política argentina, desde la campaña electoral que llevó a Juan Domingo Perón a la presidencia en el año 1974.
Las luchas populares como en Chile
¿Qué llevó a esta alquimia tan inesperada hace 6 meses atrás?: terminar con el neoliberalismo y las políticas aplicadas por Macri. En estos últimos 4 años, con una muestra poco habitual de madurez y racionalidad, todos se conjuraron para terminar con el neoliberalismo y el proyecto dio sus frutos, se sacaron diferencias importantísimas en las PASO y primarias, dando posibilidad de iniciar un nuevo camino el próximo 10 de diciembre. Alberto Fernández es un hombre de consensos, de confianza de Cristina, de accesibilidad y aceptación para todos los sectores encolumnados en su candidatura. Con tanto acuerdo detrás de su figura, es un aliciente para poder tener resultados y sacar a la Argentina de la crisis a la que nos llevó Mauricio Macri.
Se decía que el ciclo de gobiernos progresistas para la región estaba terminado, se hablaba de fin de ciclo, y tal como si fuera un bumerán esas premoniciones no solo fallaron, sino que en poco tiempo, 4 años, volvió y con más fuerza, con tanta fuerza que el triunfo de Argentina puede poner sobre la realidad latinoamericana la capacidad de seguir disputando en un continente donde algunos le llamaron el patio trasero. También el laboratorio de sus teorías económicas o tan solo el lugar donde creían que tenían el derecho a determinar cómo y de qué manera se debía vivir. Por suerte los pueblos de nuestra América Latina está dando el ejemplo de ser artífices de su propio destino, en algunos lugares a través del voto, como en Argentina, en otros a través de luchas populares como en Chile, lo importante es que lo hacen escribiendo su propia historia.
