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A Eso que Llaman Amor es Trabajo No Pagado

Crédito foto: Benjamín Poza.

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En el contexto sociopolítico por el cual atraviesa nuestro país, con una profunda crisis sanitaria que hemos pagado los pobres, a los y las trabajadoras nos urge reflexionar sobre el Chile que emerge.

A causa de la brecha de género que nos ha azotado históricamente, las mujeres hemos trabajado remuneradamente menos que los hombres. Así se vio reflejado en las cifras del boletín “Género y Empleo: impacto de la crisis económica por Covid-19” del INE. Cuando en el año 2010 los hombres participaban laboralmente en un 74,2%, a diferencia de las mujeres que sólo lo hacían un 46,8%, con el paso del tiempo las mujeres hemos ido superando esta brecha, logrando que durante el año 2020, justo al inicio de la pandemia, esta cifra aumentara de manera significativa, alcanzando un valor de 53.3%.

Sin embargo, esto no es motivo de alegría, ni festejo. Con la llegada del Covid-19, muchas mujeres que se encontraban trabajando de manera formal decidieron dejar de hacerlo. ¿Decidieron o tuvieron? Un 33.9% de mujeres se vieron en la obligación de no estar disponibles para un puesto de trabajo y al preguntarles los motivos declararon que era por razones familiares permanentes, trabajo doméstico, cuidados de adultos mayores (padres-madres) o por crianza.

En el día de hoy, muchas mujeres no estamos trabajando de manera remunerada, no por no tener necesidad o porque no hayan puestos disponibles para nosotras, sino porque la crisis sanitaria que vivimos nos ha obligado a extender el trabajo de cuidado y de labores del hogar.
No es novedad que las mujeres desarrollemos el triple de trabajo y cumplamos una “segunda o tercera jornada laboral”, sin embargo, no puede ser que lo hayamos normalizado y que el Estado no se haga cargo de este problema social, que sin duda, es violencia de género.

En pleno Proceso Constituyente, no podemos dejar de lado la discusión sobre la remuneración de quienes ejercen labores de cuidado y de “dueña de casa” (como suelen llamarlo), porque estos trabajos no remunerados son el motor principal del país y urge legislar sobre esto.

Porque la “dueña de casa” también está trabajando. Porque preparar la comida, educar a los hijos e hijas, planchar la ropa para que el trabajador pueda permanecer tranquilo en su trabajo no es un favor, no se paga con besos y abrazos, ni mucho menos se reconoce con el Día de la Madre.
Que nuestra nueva Constitución proteja a todas las trabajadoras de Chile, disminuya las brechas de género y salariales y entregue dignidad.

 

 

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