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Cuatro desafíos socialistas

Crédito foto: Twitter @PSChile

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¿Cuáles serán algunos de los desafíos, luego de sus recientes elecciones, que deberá enfrentar la nueva dirigencia del Partido Socialista? En un tiempo, además, extremadamente complejo, debido a tensiones y retos implicados unos con otros. Entre esos, podemos identificar desde ya cuatro

  1. Apoyo al gobierno del presidente Boric y su programa de transformaciones. Estas se insertan en uno de los períodos más complejos desde la vuelta a la democracia. Por una parte, un escenario económico especialmente difícil, con inflación de dos dígitos, inédita en 30 años para el país y con perspectivas de crecimiento que están a la baja; por otra parte, como si esto fuera poco, una urgente demanda de seguridad ciudadana frente a la percepción de un clima de violencia delictual y desorden. 

Hay que hacer chillar la economía”, fue la principal estrategia del gobierno de USA, con Richard Nixon a la cabeza para enfrentar el proceso de transformaciones que se darían en Chile con el gobierno del Pdte. Salvador Allende. Eso, sumado a un clima de alteración social, fue el cóctel perfecto para debilitar todo proceso de cambios profundos en el país.

Evitar esta situación con responsabilidad y disciplina, es el asunto que hoy tiene la mayor trascendencia. En esa dirección el gobierno, por su parte, ha ido comprendiendo la necesidad de acrecentar su base de apoyo, jerarquizar expectativas que implica gobernar, asumir la demanda ciudadana por mayor seguridad y otorgar las certezas jurídicas y de responsabilidad fiscal que se requiere para avanzar en su mandato de transformaciones sociales.

El apoyo al gobierno y cerrar filas en momentos como este, inhibiendo tentaciones de elaborar y promover agendas personales, será fundamental para su destino. Y en este gran desafío el rol del Partido Socialista puede ser determinante para ayudar en afianzar este camino.

  1. Un segundo imperativo de mayor urgencia por su proximidad, es el Plebiscito de septiembre. Votar APRUEBO, especialmente para los socialistas, es una decisión no solo política sino también una decisión ética.  

Los ministros Jackson y Vallejos han señalado que con la actual Constitución las grandes transformaciones no son posibles. Esto viene a ratificar lo dicho por los socialistas, con respecto de que muchos de los cambios pendientes tenían, efectivamente, una cortapisa estructural y ello no era solo asunto de mera voluntad política. Pero al mismo tiempo indica, que esta es la ocasión largamente buscada para terminar con esas herencias y cerrojos institucionales. 

Una constitución cuyo origen no esté en la dictadura fue desde el primer día de su aplicación, un compromiso histórico e irrenunciable para todos los socialistas y demócratas en general. Tendremos ahora, la posibilidad de tener una Constitución que asegure tres normas fundamentales:

  1. el fin de la concepción del Estado subsidiario que consagraba el modelo neoliberal. 
  2. La afirmación de un estado social y democrático de derechos.
  3.  El término de los cerrojos, mediante quórum, que negaban todo intento de cambio. Si bien se podrán presentar dificultades y objeciones, sobre como ordenar nuestra vida democrática, estás podrán ser resueltas en el devenir de una nueva convivencia que deje atrás los resabios dictatoriales.  En este sentido, esta nueva Constitución es también es un punto de partida y no solo de llegadas.

Sin embargo, el resultado del 4 de septiembre próximo será de ardua disputa. La reciente encuesta CEP reveló que el llamado “voto duro” o “convencidos”, están en virtual empate, por ello no es ahí hacia donde deben dirigirse los principales esfuerzos para el triunfo que se espera en septiembre. La mejor campaña será aquella que logre hablarles no solamente a los que tienen las mismas convicciones nuestras, sino también a los que aún no se deciden. Impulsar una convocatoria amplia y universal, que debe situarse por encima de los discursos cuyo único destino, es finalmente, conseguir los regocijos de aquellos convencidos. 

El camino endogámico es riesgoso, aumenta nuestras vanidades de “estar en lo correcto”, mediante los likes o “me gusta” de las redes sociales, pero se desentiende de conquistar nuevas voluntades. Por eso es un gran error asumir una actitud sectaria frente a sectores “vacilantes” o dudosos. Las fuerzas del rechazo tratarán por todos los medios de demostrar y representar una amplitud política y social en su apoyo, que logre trastocar su imagen de conservadurismo y sacudirse de cualquier huella dictatorial. Frente a esos sectores vacilantes, la actitud debe ser de convencimiento y deliberación, restringiendo con ello el espacio del rechazo para no regalar la amplificación de sus apoyos.

 

  1. Fortalecer la convergencia socialista. El campo socialista está hoy no sólo expresado en el PS o en el llamado “socialismo democrático”, también existe fuera de él, en el FA y el mundo social en general. Distintas referencias y orgánicas para conciliar la lucha por la transformación social, la democracia y el respeto a los DDHH como un valor inalienable, junto a el desafío de pensar respuestas a los desafíos del futuro. Por ello es necesario avanzar hacia una mayor convergencia de todo el campo socialista, y desde ahí ahora, impulsar la unidad del conjunto de las fuerzas progresistas. Su dispersión debilita su influencia. Su fortalecimiento y mayor convergencia, debe permitir contar con una fuerza vigorosa para los cambios sociales y el ensanche de la democracia. 

La ausencia de un modelo fijo en la salida, aún irrepresentable, del capitalismo para el colectivo social, lejos de ser un déficit, es lo que permite pensar en una transformación siempre imprevisible e inédita, en tensión hacia un significante nuevo y a dilucidar, tal cual fue en su tiempo el socialismo con vino tinto y empanadas.

  1. Un cuarto desafío tiene que ver con asumir la reconstrucción de la fuerza territorial y orgánica del Partido Socialista. Este no es solamente una fuerza electoral, en la que su militancia se restrinja a que el día más trascendente sea el de sus elecciones internas. El socialismo siempre fue reconocido como una cultura de amplias raíces populares y una gran fuerza territorial, por lo tanto, los militantes, con sus orgánicas, deben recuperar su soberanía y dignidad para que las responsabilidades partidarias sean diversas y estén en distintas manos.  La distancia no solo se da entre la ciudadanía, los partidos y las instituciones, sino también al interior de este, entre militantes y espacios de participación. Es así como tampoco la vigorosa presencia socialista, en sus distintas bancadas de representación política y social, no puede obviar la pérdida de apoyo popular que se ha evidenciado en las últimas elecciones parlamentarias donde tuvo un 5,43%, de respaldo, cifra que solo es menor a la obtenida en el año1949,  cuando logró un 3,43% de votación.

Fortalecer un Partido para unir lo diverso que se conserve como una fuente de riqueza y no como un problema. Un Partido que no solo sea una fuerza electoral, sino uno de militantes, en el que su voz sea escuchada sea y respetada, en el que encuentren la fortaleza, la fuerza colectiva y orgánica, para construir un país cada vez más justo y digno, ese que tantos y tantas soñaron y soñamos con ellos.

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