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¿Delito Común en un Escenario de Guerra?

Foto: Patricio Muñoz Moreno

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Se produce un portonazo como los muchos que se dan, a largo del país, todos los días. En este caso no se despliega la policía sino una fuerza militarizada, contraguerrillera y contraterrorista. Persiguen a los autores con todos sus medios y se dice que uno de ellos, fallece de dos disparos.

Estos hechos, el despliegue de este Comando Jungla frente a un delito común, es la demostración más contundente respecto de que la llamada macrozona en La Araucanía está militarizada. Ya no opera la policía sino esta fuerza especial.

No todos los días mueren delincuentes que hacen portonazos en Santiago. Incluso les disparan a los policías y en ocasiones logran escapar. Las policías no usan carros blindados, ni armas especiales, ni comunicaciones especiales, ni helicópteros, ni visores nocturnos, ni drones para enfrentar un portonazo.

¿Cuál es la diferencia?

Una fuerza especial, contraguerrillera busca el aniquilamiento del adversario. La policía, detenerlos y ponerlos ante la justicia. Son lógicas distintas que generan protocolos diferentes, que instalan, obviamente, resultados contraproducentes. Estos “especiales” recibieron un entrenamiento contra subversivo en la selva colombiana. Aprendieron cómo enfrentar fuerzas irregulares capaces de hacerles frente, con armamento de guerra, experiencia de más de cuarenta años en los frentes guerrilleros y que no hacen portonazos, sino que emboscadas, golpes de mano, atentados explosivos y se despliegan en un teatro operacional conocido y acondicionado para el combate. Dominan la táctica y desarrollan planes estratégicos de largo alcance.

El Comando Jungla hizo lo que se esperaba que hiciera. Combatir. Ignorando, queda claro, la contingencia específica, circunstancias que la policía habría evaluado de otro modo. Los “especiales” realizaron un despliegue desproporcionado. Introdujeron en el “combate” todos los medios a objeto de disponer de un balance de fuerzas a su favor.

Ellos no sospechan del Plan Impulso Araucanía, no saben de diálogo ni de ponderación en el despliegue de medios, ni del análisis prolijo en el balance de las fuerzas en presencia. Luchan. No se imaginan que con esto desploman las iniciativas pacíficas en curso. No se trataba de romper el frente enemigo, o realizar una maniobra envolvente, en la comunidad, para cercar fuerzas beligerantes, sino recuperar unos autos robados por ladrones.

Otro asunto es que no se mandan solos.

Están allí por una decisión política del gobierno. Su despliegue y su formación es una decisión del gobierno. Eso es correcto, preparar fuerzas para enfrentar contingencias graves. No es correcto dejarles el ejercicio de la fuerza sin diseñar, prolijamente, las circunstancias y los protocolos a utilizar si esa contingencia se presentara. ¿Qué pasó? El gobierno fue víctima de la ansiedad por demostrar eficacia, decisión, acción. Construyó un show comunicacional de gran nivel, gastó enormes recursos, pontificó respecto de cómo se hacen las cosas que no se habían hecho y el presidente, como no, al centro de la foto. El punto es que esta vez será sin el disfraz de “especial”.

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