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El que Despierta Primero a lo Nuevo, Gana

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Las coaliciones tradicionales de centroizquierda y centroderecha tuvieron una derrota en la elección presidencial. Los cambios de candidaturas y la preferencia por opciones de reemplazo marcaron el curso de los acontecimientos. A su vez, este mal desempeño se debió a un debilitamiento previo de sus partidos.

Ahora, que se inicia un nuevo ciclo político, lo que se debe esperar son las reacciones ante un desenlace que no se debe a los últimos acontecimientos, sino a procesos de larga duración. La pregunta, por lo tanto, es cuál de estos actores reaccionará de mejor forma y en más corto plazo.

La centroderecha ha resuelto no complicarse la vida. No va a realizar un análisis en profundidad de sus fallas, ni va a intentar modificaciones de sus orgánicas. Lo que va a hacer es implementar la solución pragmática de romper la inercia.

La decisión política básica ha sido la de conservar el núcleo inicial de cuatro partidos (RN, UDI, PRI, Evópoli), es decir, mantener el diálogo con los republicanos y el Partido de la Gente, pero sin confundirse con ellos.

Lo que está haciendo la derecha moderada es preferir la coherencia interna que permite tomar decisiones que tendrán respaldo y reanimar a sus alicaídos militantes a lo largo del territorio, de modo de llegar ordenados a marzo.

Este comportamiento se explica no porque se intente un cambio en profundidad, sino porque se considera que los intentos hecho para reemplazar a los partidos tradiciones fracasaron, tuvieron su oportunidad y se esfumaron en un tiempo muy breve. Es decir, no tienen competencia, lo que sí tienen es nuevos acompañantes de los que no se pueden desentender.

Está claro que la derecha no tiene un genio de la estrategia que guíe sus acciones, no va a pasar a la historia por su clarividencia, pero tampoco va a quedar como un hecho del pasado. Ni tanto, ni tan poco.

Lo que sostiene a la derecha es el fracaso de la alternativa que la pudo superar o subordinar, por eso se pueden dar por satisfechos, implementando un curso de acción que representa un mínimo esfuerzo. No es la situación de su contraparte.

La centroizquierda tiene que ser igual de práctica, pero más ambiciosa en su rectificación. En este caso, la alternativa que puede producir su reemplazo está vigente y acaba de ganar la elección presidencial. No es el mismo desafío.

Los partidos de Nuevo Pacto Social no están siendo tan prácticos porque han dejado de hacer algo tan primordial como ratificar su voluntad de continuar juntos en política. Declaraciones existen, pero hay más interés por saber cómo queda integrado finalmente el gabinete. Es decir, actúan como complemento.

Esto es un error porque la colaboración con el nuevo gobierno requiere de un trabajo en simultáneo para ser identificado como un polo autónomo de decisiones políticas. Apruebo Dignidad tiene un modo raro de existir, pero existe. Lo que falta que se presente a la cancha es la centroizquierda.

La mediocridad consiste en agregar segmentos cercanos sin gran imaginación. Reunir la socialdemocracia es importante, pero no es suficiente. Mucho más interesante es subir un peldaño y federar partidos en un referente dotado de propuesta programática y presencia parlamentaria relevante. Eso es ganar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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