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En Homenaje a Flor Hernández Zaspe

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Durante la redacción de este artículo falleció Flor Hernández Zaspe, Secretaria de Derechos Humanos del PS, una persona excepcional, cuya vida estuvo dedicada a la búsqueda de verdad y justicia para los detenidos desaparecidos de la dictadura militar chilena, en particular, su hermano Juan Hernández Zaspe. La compañera Flor fue un baluarte en la lucha contra el negacionismo de la derecha chilena y entregó lo mejor de si a impedir el olvido de los miles de luchadores que cayeron en la brega por la libertad de Chile. Al despedirla los y las socialistas de los más amplios sectores la hacen con inmenso cariño por su amplitud, coherencia, consistencia y lealtad con la bandera socialista, esa misma bandera por la que entregó la vida su hermano.

El 10 de Diciembre se conmemora la aprobación, en 1948, de la Declaración de los Derechos Humanos como valor universal y solemne compromiso de los Estados, las diversas organizaciones e instituciones públicas y de la sociedad civil con el respeto a la dignidad de la persona como piedra angular de la convivencia democrática a escala global.

La humanidad recién dejaba atrás las horas amargas y trágicas de la II Guerra Mundial, en cuyas batallas y en la destrucción de ciudades e instalaciones perecieron cerca de 60 millones de personas, un espantoso y desolador balance de sufrimientos de los combatientes y la población civil golpeada y diezmada por bombardeos indiscriminados y al término del enfrentamiento bélico por el uso mortífero y terrible de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki.

En los campos de concentración los nazis masacraron a la comunidad judía de diferentes países en más de 4 millones de personas y la invasión a la ex Unión Soviética tuvo como costo más de 20 millones de víctimas del pueblo ruso. No había otra alternativa sino que asumir un compromiso vital, irrevocable, con el respeto a los Derechos Humanos. Paradójicamente, por decisión de Stalin la Unión Soviética no firmó la Declaración.

Sin embargo, el valor y alcance de los principios establecidos en la Declaración Universal de 1948 fue ganando cada vez más universalidad hasta alcanzar en el presente una vigencia incuestionable. Solo regímenes criminales, personas ignorantes o exacerbadamente retrógradas desconocen, violan o atropellan la dignidad de las personas, pueblos y naciones.

Bochornosa actitud de la derecha

Así ocurrió con la dictadura de Pinochet que ejecutó en forma masiva y sistemática crímenes sádicos y aberrantes que estremecieron a la comunidad internacional. El fascismo militar con el apoyo de la derecha civil intentó el genocidio de la izquierda chilena. El Informe Rettig y el Informe Valech indagaron y corroboraron dramáticamente tales terribles sucesos.

Mientras se trate de desconocer o eludir la verdad histórica, y la derecha fomente el negacionismo frente a las violaciones de los Derechos Humanos no se podrá resolver la profunda desconfianza que subyace en la comunidad nacional porque hubo un actor esencial, la derecha política, que indujo la eliminación física de sus adversarios y se niega a decir como sector político: “no lo haremos nunca más”. Quien piense que se puede pasar por alto la ausencia de esa declaración política fundamental y rehuir perpetuamente esa afirmación se equivoca. Los que sostuvieron, justificaron y aplaudieron el régimen criminal son los que deben asumir la responsabilidad política que han evitado durante ya casi medio siglo.

Ese es un factor clave en el gran problema de Chile, un obstáculo crucial en la tarea de reconstruir la legitimidad democrática del sistema político, la bochornosa actitud de lavarse las manos por la derecha chilena, tanto de sus élites partidarias como de los controladores de los mega consorcios empresariales, al negar su responsabilidad política al fraguar, instalar y perpetuar el régimen más criminal de la historia de Chile.

Ese manto de impunidad con que la derecha civil se protege cada día es una coraza de plomo que mantiene frágil la democracia chilena y, en el fondo, la debilita ante cualquier aventura o aventurero que vuelva a atentar en contra de los derechos fundamentales de la persona humana.

Esta semana nuevamente los Tribunales de Justicia condenaron a un grupo de agentes de la DINA por un asesinato terrible, la víctima fue Marta Ugarte, militante comunista asesinada por su participación en la lucha por el retorno de la libertad y la democracia a Chile. Sin embargo, Rojo Edwards, vocero de la campaña de ultraderecha, al ser emplazados por el derrotado candidato oficialista, Sebastián Sichel, a suscribir un compromiso de respeto irrestricto a los Derechos Humanos responde con la vieja argucia que el dilema planteado es entre comunismo y libertad.

En concreto, la opción ultraconservadora contiene el resuelto propósito de atentar en contra de las libertades y derechos que tanto costó reconquistar. Se revela así la candidatura pro empresarial más genuina porque es la continuidad de Pinochet. Su voluntad política es reprimir para el imperio sin fisuras del libre mercado, es decir, la libertad de reventar a la población para satisfacer al insaciable núcleo de poder de la derecha mercantilista.

Ese es el bloque de poder a derrotar el 19 de Diciembre y en el mar de banderas que se agitan con ese objetivo en las movilizaciones ciudadanas, en apoyo de Gabriel Boric, debe flamear orgullosa y altiva la bandera del socialismo chileno.

 

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