Inicio Destacado Ni Burócratas ni Soldados, tan Sólo un Rosal Organizado

Ni Burócratas ni Soldados, tan Sólo un Rosal Organizado

Crédito fotografía: Patricio Muñoz Moreno

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Durante siglos nos han dicho desde los púlpitos que al principio fue el verbo, pero la verdad es que la propia vida humana comienza con un grito, con un aullido de terror y protesta por llegar a este mundo. Algo semejante ocurrió durante la revuelta social en Chile, al inicio fue una queja, una protesta que rápidamente encontró eco y sentido. “Esto no prendió y nadie oyó” dijeron algunos, mientras sumábamos miles de gritos contenidos en cantos de protesta y esperanza colectiva.

Mientras las elites partidarias miraban absortas, calculando cómo capitalizar el descontento dentro de sus gastadas calculadoras, la ciudadanía iba lentamente convirtiéndose en un movimiento social sin precedentes. Las masivas protestas en la rebautizada Plaza Dignidad, carecían de banderas de partidos políticos de izquierda, no eran bienvenidos.

Por otra parte, la respuesta del Estado ante este movimiento espontáneo fue la que ya sabemos: violencia y violaciones a los derechos humanos. Burócratas y soldados unidos, temerosos tras decretos y escopetas nos enfrentaban cada día en las protestas. Así ha sido por más de un año.

Muchos jóvenes colmaban las calles, la gran mayoría perteneciente a una generación poco o nada involucrada con la política, porque sabían que ésta los había marginado hace rato. Esta generación no pretende tomar el poder, pero está dispuesta a dar sus ojos y su vida por cambiarlo. Lo comienzan a hacer desde el territorio más cercano que son sus cuerpos, su cuadra, su barrio y territorio.

Aflora la solidaridad y la autogestión como respuesta a un sistema que nos mantiene asfixiados, surgen las ollas comunes, el cooperativismo, se forman Asambleas Territoriales Auto Convocadas, se dictan talleres de instrucción, se reconocen como iguales más allá de la conciencia de clase.

Estas nuevas formas de organización son una verdadera anticipación del nuevo orden imaginado, con cada gesto de organización se acelera el porvenir soñado. Mientras los partidos deslegitimados intentan subirse a este tren histórico y robusto temiendo quedarse abajo, olvidados y oxidándose en la estación.

Sin embargo, a la multiplicidad de resistencias se le impone un gran desafío que es la unidad y la convergencia necesaria para hacer frente exitosamente a este Leviatán, que celoso resguarda el modelo construido y perpetuado por muchos que dicen querer descabezarlo. Hoy, la acción directa y organizada prefiguran una nueva forma de hacer política. Son muchos y muchas los que entienden que no basta con ser una rosa, sino un rosal organizado, con pétalos y espinas, con diferencias que lo enriquecen.

Pero esta forma de política prefigurativa debe evitar caer en el encapsulamiento que no salga de la mera incidencia local. Debe siempre reinventarse, buscar nuevas formas de articulación y de incidencia. En eso estamos.

El pueblo sale a la calle para gritar y enrostrar que es el único soberano, seguiremos construyendo desde las distintas esferas, resignificando la política y los territorios. Es el momento donde militantes y no militantes debemos cambiar la historia porque nuestro grito ya no es de horror, sino de esperanza y construcción.

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