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Rechazo al “Gatopardista”

Crédito fotografía: Patricio Muñoz Moreno.

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“Si Queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

La anterior  frase expuesta por Giuseppe Tomasi  di Lampedusa, en su obra el “Gatopardo”, es sin lugar a dudas, el colofón de  lo que hasta hoy sucede desde la revuelta social del 18 de octubre.

Desde su instauración, tanto la Iglesia Católica como Carabineros, se instalaron como algunas de las instituciones que a través de nuestra movediza historia, cubrieron dos flancos que perpetúan las “culpas” y las “represiones”. Los Albigenses llamaron a la Iglesia Católica, la “Puta de Babilonia”, por sus inacabadas ansias de poder en todos los imperios, y que en la particular nación chilena, tuvo su proyección en la aristocracia terrateniente. Muchos peones, inquilinos, niños y  mujeres del campo chileno, supieron de esta clase de institución, que se coludió con la clase alta para perpetuar sus riquezas y por extensión, la posibilidad de someter a todo aquél, que se atreviera a contravenir sus privilegios. No me cabe duda; dentro de la iglesia existen castas, como en toda sociedad.

Un tema es la espiritualidad, que es de cada uno, y no se amilana frente a nada ni a nadie, y otro muy distinto, es la conducción administrativa que como en cualquier Estado, tiene sus falencias.

La administración católica en Chile, fue quizás la primera empresa transnacional que externalizó los servicios de la fe. A saber, al dueño del fundo le prometían salvación en el paraíso, considerándose los intermediaros entre lo divino y lo humano y a cambio el terrateniente, donaba parte de sus riquezas para poder acceder a éste beneficio. ¿Y a los pobres?, les inculcaron la culpa a través de la moral.

Por su parte Carabineros, también con sus “castas” bien delimitadas, ha realizado este proceso de unir a la represión moral con la represión física, desde siempre ha tenido cercanía con los sectores acomodados. Quizás se convirtió en el brazo armado de la aristocracia y hoy del capitalismo. No se constituyen como los únicos. Las fuerzas armadas en general lo han sido.

La anterior situación puede obedecer a la continuación de un Estado portaliano, conservador y represor. La institución de carabineros  durante la dictadura, no tuvo mártires que salvaguardaron a la sociedad civil, cosa contraria a la Iglesia Católica con sus mártires de fe, quienes salvaban a los que tenían poder.

La quema de las iglesias, tanto de carabineros como de la asunción, fueron metafóricamente hablando, una inquisición a la inversa, no olvidemos que Juan Pablo II pidió perdón por la quema de personas durante la inquisición, principalmente mujeres.

Si queremos que algo cambie, es necesario cambiar algo”.

Quizá es el mismo oxímoron de la frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en su libro Gatopardo. La táctica de carabineros el día de la conmemoración del 18-O, fue más bien una estrategia para que en apariencia viéramos que la institución está en apariencia con los derechos humanos y no violentando a nadie. Sin embargo consiguen, frente a estas situaciones, una sensación de soledad y desamparo en cierto sector de la sociedad. Que a la vez solicita a carabineros volver con sus antiguas prácticas de represión y violencia. Porque en “apariencia” cambiaron.

Esta Iglesia católica por su parte, al otro día de ocurridos los hechos no salió, a condenarlos y mandarlos a la hoguera. Ellos también en “apariencia” están cambiando pero en el fondo, al igual que carabineros, les gustaría que todo siguiera igual.

Con el triunfo del Apruebo definitivamente tenemos una forma de cambiar para que todo cambie.

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