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Reemplazar la Última Duda por la Última Palabra

Crédito foto: Instagram @gabrielboric .

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Dos aspectos hay que cuidar en la campaña de Gabriel Boric en el tramo final y se relacionan con la coherencia del mensaje central de la candidatura: mantener el tono optimista propio del que va a ganar y concentrarse en marcar las diferencias con el adversario. En ambos se ha tenido tropiezos.

Desde la campaña del No se sabe que el clima de miedo que caracteriza la propaganda de derecha se combate con la alegría del que nada teme por querer democracia. La confrontación con los adversarios permite sostener la unidad interna y focalizarse en el objetivo principal.

Son aspectos que se reflejan en un consciente fortalecimiento del liderazgo presidencial. Se pone el esfuerzo en destacar que es el candidato el que tiene la última palabra, que la emplea dirimiendo ante opciones polémicas, al tiempo que mantiene el tono jovial, pero sereno, del preparado para dirigir el país.

En el caso de la participación en el programa Bad Boys, de Franco Parisi, se ha cometido un error. Tan justificable era ir como excusarse, pero se optó por eternizar la duda hasta el momento final. Esto es contraproducente para Boric, que no aparece tomando la decisión, sino esperando a que decante el debate interno en su coalición y su comando. Se pone el foco en el punto débil de la candidatura, sin necesidad alguna ni apremio que lo justifique.

El comando mismo ha tenido una mala actuación en este punto. En vez de afirmar el liderazgo del abanderado, dándole espacio para que tome la decisión que le parezca más conveniente, se han permitido expresar sus opiniones personales en contra o sus dudas, provocando el efecto contrario.

Cuando Izkia Siches dijo que “no quiero que nuestro candidato vaya a una encerrona” y que en “un programa muy masculinizado yo, como mujer, me siento un poco invisibilizada en ese rol”, pone su liderazgo y sus decisiones en un rol protagónico y casi de resolución final. La Presidencia no es un colectivo.

Es justo lo que un candidato no necesita porque lo encasilla en un papel pasivo y como un sujeto al que hay que cuidar. Se le duplica la pega: tiene que decidir sobre su asistencia y justificarse ante los suyos, que lo dicen todo por la prensa. Un comando destaca decisiones tomadas, no procesos de reflexión internos.

Ante la pregunta reiterada sobre el rol del PC en el próximo gobierno, es también un error de Boric el contestar con un “basta de inventar polémicas”. El que conduce no se exaspera y perder la calma es algo que un candidato joven no se puede permitir. Tomar decisiones a tiempo vale más que cien garantías.

Espacio para ganar existe, puesto que la derecha no ha podido imponer su campaña habitual, en que predomina el miedo al PC. Pero no se pueda superar una candidatura de ultraderecha sin movilizar a los adherentes e indecisos para impedir un retorno autoritario. Los errores son un freno al entusiasmo, distraen.

Si las diferencias se disuelven y los candidatos se ven igualmente como moderados, compitiendo por el centro, entonces la movilización para votar disminuirá y será la izquierda la derrotada. Para que crezca la mística no basta con la movilización social y cultural, se necesita asertividad y rapidez en la toma de decisiones políticas y un comando que le haga la vida más fácil al candidato.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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