Periodista.
Fue sin duda un despertar duro, inesperado para el gobierno. Las balas que asustaron a Chile en un camino en Temucuicui por donde transitaba la ministra Izkia Siches y su comitiva rumbo a un encuentro con la familia Catrillanca, no hicieron sino dejar en evidencia una vez más, que tal como dijo el Presidente Boric, en el sur “tenemos un problema”. Un gran problema.
Si bien es evidente que el gobierno trató de bajarle el perfil a la gravedad del hecho, lo cierto es que despertó todo tipo de pasiones en el espectro político. Y muchas, demasiadas críticas. Muchos se alegraron -hay que decirlo- en particular la derecha. Aparentemente condenaron el hecho, pero se frotaban las manos opinando que “ahora verán cómo es con guitarra”. De hecho, el diputado RN y representante de La Araucanía, Miguel Mellado, le reprochó a la ministra el uso del concepto Wallmapu y la improvisación de la visita a Temucuicui. “Ellos no son amigos de ustedes… Ahí asesinaron a un PDI”, le dijo.
Y en alguna izquierda lo que más se escuchó fue el calificativo de ingenuidad, improvisación, porfía. No les gusta el abanico de médicos desplegados en el ministerio más importante del gobierno, no por ser médicos, sino por su inexperiencia política y técnica en seguridad. Que una politóloga esté a cargo de un tema tan complejo como la seguridad, aunque reconociendo su experiencia en el Estado, pero cuyo trabajo eran las mediciones de diversos temas en el gobierno anterior, no está bien evaluado por varios personeros consultados. De hecho, fue una de las funcionarias que, junto al jefe de gabinete de la ministra, su jefe de Comunicaciones y el encargado de los asuntos indígenas de la cartera prepararon la gira de la Secretaria de Estado.
¿Qué es lo que más se escuchó en estos días? Que el gobierno pagó el noviciado; que las nuevas autoridades escuchan poco; que hubo inocencia, voluntarismo e improvisación; que hay soberbia y arrogancia entre algunas de las nuevas autoridades. Suma y sigue. Son sólo algunos de los juicios que hasta ahora se repiten en los pasillos del Congreso, las oficinas de los partidos de uno y otro lado y hasta en La Moneda luego de lo ocurrido a la Ministra del Interior Izkia Siches en su agitada visita a La Araucanía casi inmediatamente después de asumir.
Es más. Un dirigente comentó que ni siquiera escuchan al Subsecretario Monsalve, quien se enteró del viaje a Temucuicui cuando la ministra ya estaba en la ruta a la comunidad mapuche. Peor aún, comentan sotto voce las contradicciones entre el subsecretario y la ministra. Y hasta con el ministro Segpres. Es que uno y otra dijeron que habían presos políticos en el mundo mapuche. Y el Subsecretario lo negó.
Y de que hubo improvisación así parece ser, según el propio Marcelo Catrillanca, familia del comunero asesinado con quien la ministra Siches habría tenido programado reunirse el martes y así lo hizo post balacera. Esta familia pertenece a la comunidad tradicional. “No tengo idea lo que pasó, pero la visita fue muy improvisada. Lo que haya pasado en el camino, eso lo debemos resolver dentro de la comunidad”, dijo Catrillanca.
Mucho se ha escrito acerca de cómo ocurrieron los hechos. El corolario es lo que magistralmente describió el abogado y columnista Santiago Escobar: “Que la ministra o alguien de su comitiva hayan terminado sanos y salvos es solo un dato del Incidente. Porque el herido grave es la autoridad y presencia del Estado en la zona, una vez más”.
Exactamente, una vez más. Porque esto es de larguísima data. Y si bien la estrategia del nuevo gobierno se basa en la necesidad de abrir diálogo con todas las partes que quieran hacerlo, las balas que se sintieron ese martes en el camino rural advirtieron que no es llegar y dialogar. Que hay intereses encontrados. Que hay gente que quiere dialogar para resolver de una vez por todas el miedo y las injusticias cometidas contra el mundo mapuche y otra a la que no le interesa resolver el problema, sea por razones políticas y hasta por razones de negocios.
Allí están, esos son…
Al margen de que las comunidades indígenas han sido por años pisoteadas, robadas, humilladas, engañadas y un sinfín de calificativos más que se pueden atribuir sin exagerar al trato que los pueblos ancestrales ha recibido por parte del Estado chileno, lo cierto es que tales injusticias hicieron despertar grupos cada vez más radicalizados, violentos, armados, que efectivamente han cometido crímenes y el botón de muestra fue lo ocurrido con la ministra.
Un ejemplo de ello es Temucuicui. Después de muchos avatares, se dividieron en 2 comunidades: la Tradicional y la Autónoma. Por cierto, cada una con sus líderes. Cada una con sus posiciones. Pero ambas, hermanadas por una causa común: las tierras usurpadas.
Luego que la ministra Siches fuera evacuada por Carabineros del lugar, la CAM emitió una declaración a través del sitio Werkén Noticias, donde declararon: “Como CAM no vamos a negociar ni a tranzar con el enemigo histórico. Somos parte del movimiento revolucionario mapuche. Luchamos contra el sistema capitalista y contra el Estado colonial”. El vocero de la CAM, Juan Pichún puso una serie de condiciones para sentarse a conversar con el Gobierno: “vamos a hablar bajo los términos de autonomía y territorio. Además, hemos pedido que haya observadores internacionales. Sin esas condiciones no estamos disponibles”. “Para nosotros el simbolismo no nos representa demasiado, cuando en realidad no hay una postura firme en relación a qué hacer, por ejemplo, con las forestales”. Y prosiguió: “Es muy luego para evaluar lo que dicen. Pero ellos han sumado a sus filas a gente que ha tenido problemas y han sido parte de una creación de asuntos que van en contra de la causa Mapuche…
De que están reacios a cualquier acercamiento lo dejó patente el 21 de diciembre, el vocero de la CAM, Héctor Llaitul quien llegó a decir que “Boric y Kast son dos caras de la misma moneda” y aseguró que el futuro gobierno, que tildó de “seudo progre”, “seguirá reprimiendo al pueblo mapuche organizado”. Llamó a “seguir en la senda de la autonomía revolucionaria”. Días más tarde aseguraron que mantendrán la violencia política, con tomas de terreno y atentados incendiarios contra blancos forestales.
Gobierno no baja los brazos
La ministra lo sabe. El Presidente también. Y aunque las amenazas y las condiciones para conversar de los jefes mapuche continúan, el gobierno no pretende bajar los brazos. No se les ha pasado por la mente, aunque reconocen -como lo dijo la ministra en el Congreso -cuando fue a tratar el estado de excepción en la zona norte- que obviamente le toca liderar una cartera que no es sencilla.
“Quiero hacer una invitación a todas y todos, que en materia de inmigración y de seguridad y del conflicto en nuestro sur, en nuestro Wallmapu, Araucanía o Biobío, como quieran señalar en su nombre, tenemos que ponernos de acuerdo. Si no logramos ponernos de acuerdo, quienes estamos en esta Sala, es muy difícil darle señales claras a la ciudadanía”, Acotó que ninguna solución era “sencilla” y que tampoco habría respuestas “mágicas”.
Reiteró que los estados de excepción no habían dado los resultados esperados en el caso del sur, insistiendo en que la respuesta del Estado para violencia en La Araucanía y el Biobío debe provenir desde la política. “El rumbo por el cual hemos caminado no nos ha dado los mejores resultados. Desde ya me pongo a disposición, con el ministro Jackson, para reunirnos con distintas bancadas para poderles mostrar qué tenemos en mente para estos problemas, que no son del gobierno, son de todo nuestro país. Los requiere a ustedes involucrados. No los vamos a solucionar solos ni en cuatro años”.
El lonco de la Comunidad Autónoma de Temucuicui, Víctor Queipul Huaiquil, se refirió al ataque a la comitiva liderada por la ministra del Interior, Izkia Siches. Se refirió al contexto en que se iba a realizar la visita a la familia Catrillanca. “En Temucuicui tenemos 16 peñis (hermanos) presos, además de dos menores de edad, es un tema serio”, afirmó. “Los asesores están equivocados, porque no saben con quién deben hablar, dialogan entre ellos. La resistencia de Malleco está viva, presente y activa. No es la primera vez que el Estado intenta entrar así, la otra vez con el Censo ocurrió algo similar, porque piensan que nosotros somos animales”, agregó.
Criticó el motivo de la visita a la familia de Camilo Catrillanca. “Yo respeto mucho a la mamá y a la señora de Camilo, pero es una forma de hacer política malintencionada». «Hay que ir a la profundidad del tema, y si quieren dialogar con las comunidades de Malleco deben pasar por mí. Si no, se van a encontrar con sorpresas. Estamos en nuestro derecho, el Estado chileno tiene una deuda histórica con el pueblo mapuche”, subrayó.
Si bien criticó la forma en que se gestó la cita y recalcó que existe un protocolo en la propia comunidad para este tipo de actividades dejó abierta la puerta para recibir al Gobierno, pero con condiciones: “Los puedo recibir a Boric y a la ministra Siches, pero para hablar de derechos, hablemos de territorio, pero que no nos vengan a decir que somos ladrones de madera, narcotraficantes”.
