Lo que el Golpe nos quitó

Lidia Baltra

Periodista.

Han pasado casi 50 años y siento que ese día está escrito con fuego en mi memoria y  en el alma.

Vuelvo a aquella mañana del 11 de septiembre. A la sorpresa al escuchar temprano por la radio, ruido de sables en vez del noticiario habitual: voces de mando metálicas, frías, que gritaban órdenes y nos escupían que nuestro sueño de esa patria más justa y menos desigual que estábamos construyendo, se terminaba. Que nadie saliera de sus hogares porque afuera correrían peligro bajo las armas de los soldados, esta vez no fieles al pueblo soberano, sino al caos y al desorden de quienes querían arrasar con todo. Y que los bombardeos a la casa de gobierno donde estaba nuestro Presidente, el ahora mártir, Salvador Allende Gossens, comenzarían dentro de poco.

Yo no había votado por él. Era joven y había crecido en un ambiente de clase media “con piano y con auto”, que somos algo individualistas, preocupados de nuestro porvenir. ¿La sociedad….? Un entorno que nos acompaña en nuestra lucha diaria por la vida y que ojalá tuviera las mismas bendiciones, pero sin que yo tenga que hacer ningún esfuerzo, ni desprenderme de nada de lo mío. Y para mantener ese estatus y protegerlo, había votado otro candidato, uno que aseguraba también progreso, pero sin vicisitudes ni sobresaltos

Pero dos años de gobierno de la Unidad Popular, me bastaron para apoyar la nueva causa que abrazaba la mayoría y unirme a ellos. A sus demandas, a sus gritos, a sus cantos…

De pie, marchar que vamos a triunfar/Avanzan ya banderas de unidad/y tú vendrás marchando junto a mí….

Por primera vez el pueblo realmente contaba.  Podía participar… Y eso se veía en las nuevas autoridades, después de tantos años, siglos, de ser gobernados por los mismos de siempre. Era otro trato, otro lenguaje. Comprendí que esto sí que era un cambio notorio y que ahí estaba la senda correcta que nos llevaría a una patria donde todos tuviéramos las mismas oportunidades de trabajo y creación, tanto para aportar como para aprender más y surgir.

Y así verás tu  canto y tu bandera/ al florecer la luz de un rojo amanecer/anuncia ya la vida que vendrá…

¿Quién se había preocupado antes de que ningún niño de entorno precario se acostara sin haber tomado su vaso de leche….? Esa fue una de las primeras medidas impactantes del Dr. Allende. Por algo era médico. Los mal hablados decían que la leche en polvo que se entregaba gratuitamente, la botaban, delineaban con ella las canchas de fútbol. Pero esto, – en caso que en algunos lugares hubiera ocurrido -, era solo una seña más de la segregación en que se desarrollaba nuestra sociedad, de la ignorancia de los padres de sectores vulnerables acerca de cómo era una alimentación sana. ¡Y había que enseñarles poniéndola a su alcance! Aunque en un comienzo no la hubieran sabido valorar plenamente y algunos siguieran prefiriendo la harina a la mejor fuente de calcio en la alimentación que es la leche.

 De pie, luchar,/que el pueblo va a triunfar/será mejor la vida que vendrá…

Es cierto, el país estaba dividido. Entre los “momios” (derecha) y los “upelientos” (izquierda). Las familias, los amigos, los compañeros de trabajo discutíamos, nos  peleábamos. Te unías a quien pensaba como tú. Cada uno en su trinchera. En algunas familias, para salvar el abismo, se eliminó de sus conversaciones el tema que más importaba: el gobierno de la UP.

La patria está forjando la unidad/ De norte a sur se movilizará/ desde el salar ardiente y mineral/al bosque austral…

 El Imperio estaba alarmado, enfurecido… ¿Cómo una democracia ejemplar como la chilena había dado este resultado? Porque la democracia es buena para muchos solo cuando sus bienes están a salvo. Pero cuando corres el peligro de descender en la clase social, en lo que despectivamente llamaban “nivelar hacia abajo”, eso sería una señal de alerta para los poderosos de que no se puede dejar que la democracia fluya, que se la deje correr sin obstáculos.

Porque “los de abajo” siempre son mayoría. En las últimas elecciones parlamentarias, en abril de 1973, ganamos, logramos aumentar los votos de la elección en que le UP salió electa.

De pie cantar que el pueblo va a triunfar/ millones ya imponen la verdad…

Los que más carencias tienen, cuando la Democracia les abre el corral en que están presos,  toman valor y salen para pedir primero y luego, ante la resistencia del patrón, para exigen más … y lo conminan a repartir los bienes que son de todos entre todos.

Sus manos van, llevando la justicia/ y la razón, mujer,/con fuego y con valor,/ ya estás aquí junto al trabajador…

¡Qué simple parece! Esta es la Democracia. Un camino para emparejar la cancha y dejarla apta para que sembremos oportunidades y para que cada cual coseche lo que necesita.

Y eso es lo que perdimos aquel fatídico 11 de septiembre de 1973.

Nota de la redacción: Lidia Baltra recibió recientemente el Premio A la Memoria y los Derechos Humanos del Museo de La Memoria.