
Periodista.
Cada día aparecen en mi horizonte nuevas situaciones, nuevos hechos que me llevan de asombro en asombro y que están cambiando el mapa de mi vida.
Desde que un joven magallánico, izquierdista 2.0, ganó las elecciones para Presidente de la República con la mayor cantidad de votos jamás recibida y la menor edad para un candidato para igual puesto…
Desde antes aún: desde cuando la indignación explotó con la Revuelta de Octubre …
Desde que el pueblo, un pueblo hasta ahora sumergido, manda desde las calles…
Desde que ese mismo joven, de una coalición de izquierda joven, que representaba ese descontento y criticaba a los viejos políticos – caídos en el desprestigio y la desconfianza – se les unió por una vez, aún contra la opinión de sus compañeros, y apoyó la salida del caos con lo único que podía satisfacer a los indignados: el compromiso de ¡por fin! cambiar la Constitución de la dictadura por una escrita por manos democráticas.
Llegó la hora de reconocerlo: hoy gobiernan los jóvenes.
Los nuevos la llevan
Pero no acababan las sorpresas.
Luego que ese joven líder de esa nueva coalición de izquierda, el Frente Amplio, lograra estos triunfos, han surgido otros grupos, otras coaliciones, que, a su vez, los han etiquetado entre los “políticos” y orgullosamente se abren paso en la política como independientes.
Son otros jóvenes, alejados de cualquier partido o movimiento político, independientes, treintones; de nombres conocidos solo en su ambiente social; provenientes de las regiones; salidos de Universidades o de la academia; de alguna organización social laboral o barrial, o de alguno de los pueblos originarios que nos anteceden en el territorio. Estos son quienes hoy marcan la pauta de cómo debe ser el nuevo Chile en el otro escenario político: la Convención Constitucional.
Hace muy poco, apareció una fuerza nueva, el Frente Amplio, que se abrió paso entre los partidos y la izquierda tradicionales. Hoy ese grupo ya se sumó al clásico esquema de los Tres Poderes que aprendimos en Educación Cívica – Ejecutivo, Legislativo y Judicial – y utilizó los Partidos Políticos como camino para acceder a ellos. Y bienvenidos sean.
Los novísimos actores, en cambio, aquellos que llegan impolutos de antiguos escenarios, que proceden de los movimientos sociales, de la provincia, del mundo del saber y del conocimiento son quienes toman el pandero en cómo se distribuirá el Poder en el nuevo Chile.
Nuevos parámetros
No hablan de izquierdas ni derechas, no. Crecieron aceptando las diversidades y hablan de ecología, de feminismo, de plurinacionalidad, del derecho de las regiones a elevar la voz y compartir la conducción del país.
¡Con lo que me costó, desde mi mundo adolescente de la justicia social según las encíclicas y la cultura cristiana occidental, pasar a la clave marxista de explotadores y explotados…!
Y resulta que ahora son otros los parámetros: un mundo regido por nuestro género tantos siglos postergado, la mujer… Un mundo que sí o sí debe desarrollarse y crecer sin dañar el planeta Tierra, o nos extinguimos … Uno donde la opinión y el aporte de cada uno, sea del género que sea, de la tribu de que provenga, tiene el mismo derecho a hablar y ser escuchado… Y sobre todo, a ser respetado en su dignidad de persona humana.
Esto es lo que esta nueva generación de jóvenes de nombres hasta ahora desconocidos, vienen a enseñarnos. ¡Bienvenidos también!
Si al comienzo de esta travesía no entendía nada y me sentía forastera, hoy quiero ser testigo al menos del nuevo Chile transformado. Y en qué todavía los viejos tercios podemos cooperar a este mundo cambiante que tal vez nos conduzca finalmente a todas y todos a la felicidad.