martes, abril 30, 2024
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¿Estamos de Patio?

Crédito foto: Dylan Ferreira

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Si uno se atiene a las noticias cotidianas, la respuesta parece ser claramente afirmativa.

Una encuesta de los últimos días, realizada por la consultora IPSOS en 30 países y aplicada a 21 mil adultos, descubrió que la pandemia y el encierro producto de ésta, habían dañado la salud mental de los ciudadanos de todo el mundo, siendo un 45% el porcentaje de aumento. Pero la sorpresa, ¡como no!, fue Chile, que obtuvo el segundo lugar entre los países donde más había aumentado los desórdenes mentales (un 56%), como el estrés y la depresión, entre otros. Solo nos ganó Turquía, con un 61%, lo que es no es de extrañar con un régimen político como el que allí se ha ido perpetuando con el fundamentalista Erdogan.

Como lo muestra la encuesta, debemos estar de patio si un candidato a un alto cargo señala que en su familia no hay nepotismo porque “hace tres años que no tenemos sexo con mi pareja”, en tanto su señora, parlamentaria elegida en votación popular, ¡lleva la delantera en las últimas encuestas presidenciales! Ello, a pesar de que corre por el hemiciclo del Congreso con una pata de yeso falsa, una capa de personaje infantil (no se cual…), y asiste a las sesiones con un pasamontañas con orejitas y circula con su mochila peluda fucsia por todos lados. A lo que se suma que trata de “candado chino” a uno de sus colegas y lanza otras ofensas de ese calibre y más urbi et orbe, asegurando que ella “les gana a todos” y que la pongan a competir no más.

La actual parlamentaria fue una periodista seria y comprometida con la defensa de los oprimidos en sus años mozos. Hoy es el personaje descrito. Claras señales que en Chile hemos ido perdiendo la cordura y que tras la pandemia del Covid 19 las cosas sí parecen estarse agravando a pasos agigantados. Porque no se trata solo de los personajes sino de sus seguidores. Los “nietitos” y “nietitas” deben sumar muchos si apoyan a la “abuela” y al “abuelo” tan significativamente en las encuestas. Es claro que hay un juego de la derecha en juego. Es mejor darle tribuna a un outsider que a alguien que puede tener reales opciones de sacar a la derecha del poder después de un bochornoso gobierno como el actual. Por eso, y para eso, allí están El Mercurio y Canal 13, entre otros, haciendo largas entrevistas al señor de la abstinencia y a su señora esposa. Demás está decir que bautizarse como abuela y a sus seguidores como nietitos ya es algo bizarro, por decir lo menos. Y poco serio. O sea, un poco de patio.

No es de extrañar que estemos de patio con unos gobernantes que nos cambian las reglas del juego cada 48 horas o menos. Que si podemos comprar calzones; que no podemos. Que si podemos alojarnos en un motel pero con la familia si lo vamos a hacer por dos horas… Que los hoteles si pueden abrir sus puertas, que los moteles no. Que no podemos salir los fines de semana; que si podemos. Que si damos permisos de vacaciones pero no para que los utilicen. ¿Puede haber algo más de patio que cintas con la palabra “peligro” colocadas alrededor de góndolas con ropa y juguetes de niños para impedir que la gente las adquiera? ¿Vamos a bajar los contagios con esa medida? ¿Vamos a bajar los contagios con medidas como impedir que microempresarios hagan delivery de cosas supuestamente “no esenciales” como una toalla? Obviamente, la salida es rotular el paquete como comida en sobre… El “como si” de Chile,  que es una clara forma de neurosis.

Claro que estamos de patio si un uniformado de la Marina de Chile detiene a un joven en el puerto principal, bajándolo de una micro para luego lanzarlo al suelo y luego afirmar su fusil contra la espalda del muchacho. Y, no bastando ello, lo inmoviliza con una rodilla en el cuello, al mismísimo estilo homicida del policía Derek Chauvin que mató al afroamericano George Floyd con esa maniobra, asfixiándolo en plena calle. Y lo más grave: que nadie intervenga en esa brutal situación. En Valparaíso, la gente pasaba al lado del joven sin siquiera detenerse. Felizmente, alguien filmo la brutal escena y de este modo, la conocimos. Pero ¿pasó algo con el agresor? ¿Hubo reclamos de parte de la ciudadanía?

Es claro que esos uniformados, a muchos de los cuales los agarró la pandemia haciendo el servicio militar, deben estar también sobrepasados emocionalmente después de más de un año de estar lejos de sus hogares, haciendo controles, deteniendo a gente que sale a la calle la mayoría de la veces por necesidad, jugando a los malos las 24 horas. Recordemos que entre los signos que dan cuenta de una afección a la salud mental se cuenta la ira excesiva, la hostilidad y los comportamientos violentos…

Nos deben creer de patio si debemos aceptar que un niño perdido al que buscaron todas las fuerzas policiales del país durante semanas, habría muerto de hambre y frio. Y lo peor es que es posible. Y es posible que todas esas fuerzas desplegadas no hayan sabido dóonde buscar. Lo vemos a diario con el coronavirus. Tanto llamado a denunciar al vecino en lugar de tener políticas eficientes y con presupuesto para llevar a cabo la trazabilidad. Basta ir a las zonas populares –como las cercanías de la Vega Central- para ver a cientos de personas con su pañito desplegado en la vereda o en cualquier explanada, luchando por el pan nuestro de cada día. Han decidido dejarlos hacer para evitar estallidos, imagino, pero esa gente es la que está aportando a las terribles sumas diarias de nuevos casos de Covid y nuevas muertes.

Debemos estar de patio si aceptamos ir retomando conductas propias de la Dictadura, donde el soplonaje era terroríficamente cotidiano, y donde cada vecino se transformaba en un comisario. Hoy tenemos a pequeños dictadores metidos en la cabeza de cada guardia de supermercado o banco, en cada chofer de micro, cada conserje de edificio. En fin, un enjambre de gente con ansias de poder, que hoy cuenta con un minúsculo espacio para ejercerlo. ¡Y vaya que lo hace!

Debemos estar de patio cuando vemos a una cantidad sideral de candidatos a las distintas elecciones que se llevarán a cabo en mayo próximo. Todos sufriendo tal vez otro de los síntomas de pérdida de salud mental como son los pensamientos inusuales o “mágicos”. Todos creyendo que pueden ganar, todos pensando en sí mismos y olvidando aquella básica consigna de que “la unidad hace la fuerza”, poniendo en riesgo comunas, regiones y hasta el propio país, en unos comicios donde -al ir desunidos-, se llevan todas las de perder. Pero a nadie parece importarle más que su ombligo. Y la ciudadanía parece ratificar esos pensamientos mágicos al optar en las encuestas, por candidatos inviables. O quizás estamos al borde de entrar en órbita total, y terminamos siendo gobernados por la señora de la pata de yeso falsa…

Entre los síntomas que estamos sufriendo los chilenos, de acuerdo al diagnóstico hecho por la encuesta de IPSOS respecto del notorio aumento del estrés y la depresión en nuestro país, están los cambios en la alimentación y en los horarios de sueño (¿cómo podría no ocurrir ello cuando muchos hoy en día se levantan “y quedan desocupados” debido a su dramática cesantía?); la incapacidad para afrontar los problemas o las actividades de la vida diaria (¿cómo hacerlo cuando sabes o intuyes que el bono o la ayuda ofrecida será inexistente o insignificante?); la sensación de desconexión de las actividades normales (¡estamos desconectados de ellas!); la ansiedad excesiva, la tristeza, depresión o apatía prolongadas; los pensamientos o declaraciones sobre suicidio o daño a otros; los abuso de sustancias (de seguro, el consumo de  alcohol ha subido en niveles considerables y desde luego, ni este ni el tabaco fue sacado de los productos “esenciales”…) ; los cambios extremos de humor (¿pasamos de la euforia al abatimiento cuántas veces en el día?).

Es muy duro asumir que como país estamos mal psicológicamente –en uno de los peores lugares del mundo- pero más duro es tener claro que con quienes nos gobiernan, no hay posibilidades de cambios positivos. Y que tal vez el futuro nos depare peores sorpresas. O hacemos algo ahora, cuando todavía es tiempo, o no nos quejemos después de habitar un manicomio con todas las de la ley.

Patricia Collyer
Patricia Collyer
Periodista y Psicóloga.

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