lunes, abril 29, 2024
Destacado“Fatiga Pandémica” y Covid: El Sexo entre los Damnificados

“Fatiga Pandémica” y Covid: El Sexo entre los Damnificados

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En Chile, el próximo 20 de marzo cumpliremos dos años de una vida regida por el Coronavirus y sus funestas consecuencias. Nuestros aún predecibles días de aquel marzo del 2020 sufrieron un gigantesco vuelco –mayor aún al que había ocasionado la revuelta de octubre de 2019- cuando íbamos en la tercera semana del mes. Lo que estaba ocurriendo en el resto del mundo, llegaba a Chile. Y con ello, el cierre de fronteras, el encierro en las casas, los contagios masivos, las muertes a destajo, el miedo, la incertidumbre, la paralización del planeta, las hecatombes económicas personales, sumadas a las universales. Un virus microscópico había viajado desde China para someter a la humanidad a sus crueles designios. A todos nos pilló de sorpresa y desamparados (esto último, más a unos que a otros, como siempre). Y era solo el comienzo.

Nunca hubiéramos imaginado que, casi dos años después, la vida aun giraría en torno al Covid y sus mil dañinas variantes. Pero, como es lo que siempre ocurre, la vida siguió y se impuso. Lo grave han sido los costos de la pandemia. Las secuelas de todo tipo. Incluso se ha acuñado un término para describir el fenómeno: “fatiga pandémica”. Según la Organización Mundial de la Salud, se trata del “cansancio generalizado por el constante estado de hipervigilancia y las consecuencias del coronavirus en la salud mental”.

La verdad es que, para los afortunados que hemos sorteado hasta ahora la muerte por coronavirus, hay un cansancio brutal, una fatiga existencial, un desanimo, un hastío con todo. Con las medidas sanitarias –muchas inteligentes, las más absurdas-, con los “quiebres de stock” (o sea, que falta de todo y que no hay para cuando…), las prohibiciones, las sanciones, las colas eternas en todos lados, la falta de diversión y de cultura, el miedo pegado a la piel, la insensatez del bicho que nunca se manifiesta de la misma forma ni te trata de la misma forma, las secuelas insospechadas y desconocidas y a veces terroríficas. Como me comentó una amiga hace poco y quien tuvo Covid hace un año: “Se me desapareció el 90% del olfato y no sé si alguna vez lo recuperaré…”. ¡Y yo que la veía tan afortunada de haber superado la enfermedad sin aparentes problemas!

Pero dentro de las mil secuelas de esta pandemia –tan sorpresiva y traicionera- hay una que es, como siempre, de las más invisibles y de desconocido pronostico hasta ahora. Se trata de la vida sexual. Es una tan grave secuela como probablemente lo será la falta de escolaridad presencial por dos años en niños y adolescentes. En lo que esto último redundará más adelante, es desconocido pero claramente, no será un problema menor.

Pero más invisibles que las consecuencias de este último tema son, desde luego, las repercusiones en la vida sexual que tendrán estos dos últimos años, tan bizarros y agotadores. No es menor para el desenvolvimiento del sexo en pareja que te encierren en la casa con marido e hijos, que te surjan nuevas y crecientes exigencias cotidianas, que tu hogar se transforme en un desorden descomunal, que empieces a criticarte en forma permanente y mutua con tu marido o esposa, que te suspendan el trabajo (o que te lo quiten), que te saturen de miedo, de desconcierto o de incertidumbre cotidianas. O que te separen del pololo, el novio o el amante por cuarentenas, toques de queda y fronteras sanitarias interminables. Y que día tras día te bombardeen con listas de fallecidos, nuevos contagiados y falta de camas Uci.

La periodista mexicana María Teresa Juárez, especialista en sexualidad, salud, género y memoria histórica, lo describe en forma muy certera. “Es un hecho que nuestra vida se ha transformado durante estos años de pandemia. No somos las mismas personas. Hemos pasado por momentos de crisis, pérdida, enfermedad, duelos, deseos interrumpidos, incertidumbre… y nuestra vida sexual también ha cambiado”. La profesional indica que uno de los más grandes placeres es el encuentro piel a piel con una persona, sea sexual o no. “Besos, caricias, escuchar palabras de ternura, amor, deseo…Insisto, no solamente en encuentros sexuales; en el universo de nuestra vida afectiva, la cercanía física es el principal ingrediente. Y la pandemia ha fragmentado la experiencia humana de la cercanía física, del contacto. Aún no sabemos los efectos a mediano y largo plazo de esto. Lo cierto es que nos ha dejado mal”.

Desde luego, en medio de tanto profundo cambio, no ha sido fácil condimentar la vida con sexo. Los resultados de una investigación realizada entre 1.010 adultos estadounidense por la Universidad de Indiana durante los primeros meses de la pandemia, fueron decidores. Estos apuntaron a que la pandemia arrebató en altos porcentajes el orgasmo y el sentirnos emocionalmente conectados con la pareja. El estudio reveló que, ya al cabo del primer mes de pandemia, un 34% de los encuestados dijo haber tenido algún conflicto vinculado al coronavirus y que quienes lo tuvieron, disminuyeron la frecuencia con la que se abrazaban o tomaban de la mano así como una menor disponibilidad a responder a la penetración vaginal y al sexo oral. ¿Resabios inconscientes de las tan repetidas medidas sanitarias?

Por su parte, una encuesta realizada por la Asociación Mexicana de Salud y Sexualidad entre 1.785 adultos mostró que el 43% de las y los participantes reportó un descenso abrupto en su práctica sexual presencial y un aumento casi equivalente (38%) en el uso de las videollamadas sexuales y el sexting. Los participantes también reportaron problemas de disminución en el deseo sexual durante el confinamiento. La edad promedio del grupo fue 38 años con un rango entre 18 y 80 años. El estudio también reveló que el 8% de los encuestados percibió un incremento de la violencia en la pareja durante el confinamiento y que el uso de juguetes sexuales aumentó un 41% entre las mujeres que vivían solas. Respecto del consumo de pornografía, se reportó un incremento considerable entre los hombres encuestados, con un 10% por sobre la media.

En Chile, un estudio del Centro Miintimidad realizado en julio de 2020 buscó investigar cómo estaba afectando la pandemia los ámbitos del deseo, el placer y la frecuencia sexual en las chilenas. Para ello se hizo una encuesta a 523 mujeres de entre 18 y 59 años (14,5% de las mujeres tenía entre 18 y 24 años; 46,1% entre 25 y 39 años y 36,1% entre 40 y 59 años). La investigación reveló que, al menos durante la primera etapa de confinamiento, las chilenas habían disminuido en un 64% sus encuentros sexuales, a pesar de estar con la otra persona bajo el mismo techo. Una situación similar ocurría con los hombres. El deseo sexual bajó en 33,8% y la capacidad de experimentar placer cayó en 35,9%. Por otra parte, un 4,8% de la muestra nunca había experimentado un orgasmo (el 60% de quienes refirieron esto tenía entre 25 y 39 años).

 

Odette Freundlich, Kinesióloga especialista en sexualidad y directora de Centro Miintimidad, señaló que entre los factores que influyeron en esta nueva realidad, se contó el cambio de roles dentro del hogar. “Lo que antes podíamos delegar, ahora debería ser compartido por la pareja, como el cuidado de los hijos, la limpieza y la cocina, entre otros aspectos. El tiempo exclusivo para compartir en pareja había disminuido”. Asimismo, indicó que hubo diferencias entre los resultados según el tipo de pareja encuestada.

Entre las mujeres que estaban en una relación estable y vivían con su pareja –que sumaba el 52,6% de la muestra- había disminuido en un 42,9% el deseo, en un 42,5% el placer sexual y en un 60%, la frecuencia de encuentros sexuales. En el grupo de mujeres que tenían parejas estables pero no convivían con su parejas, el deseo disminuyó en un 22,6%; el placer bajó un 27,7% y la frecuencia de encuentros sexuales, en un 64,2%.

Finalmente, entre las mujeres que estaban iniciando una relación de pareja, se dieron cifras similares. Un 22% tuvo disminución del deseo sexual, un 20,6% baja en el placer y un 67,6%, caída en la frecuencia sexual. En las mujeres sin pareja, el deseo disminuyó en 31%, la capacidad de experimentar placer bajó 45,2% y la posibilidad de tener encuentros sexuales fortuitos cayó un 83,3%”.

La empresa IPSOS también hizo una encuesta sobre este tema para lo cual interrogó a los panelistas de su Comunidad “What&Why” respecto de cómo les había impactado el Covid en sus relaciones sexuales. El aumento de la creatividad en lo que se refiere a la vida sexual fue una de las consecuencias que se detectó. “A raíz de la pandemia, el sexo virtual o sexting, el autoerotismo con juguetes sexuales, el introducir juguetes sexuales en las relaciones con parejas y utilizar aplicaciones de citas, han sido las prácticas que se han incrementado durante los últimos meses”, señaló iPSOS.

En palabras del psicólogo y sexólogo de la Fundación española Sexpol Roberto Sanz, durante la pandemia se perdió toda la normalidad y los hábitos y rutinas previas. “Esto, aumentado por la sensación de rutina, el estrés y la ansiedad, desestructuró bastante a las parejas”, precisó.

Por su parte, la psicóloga española Irene Bedmar, especialista en trastornos sexuales, explicó como lo anterior influye en el desempeño sexual. “Este último año se ha evidenciado cómo los problemas que han generado mayor estrés han acabado también repercutiendo en nuestro deseo sexual, al ser este una etapa fundamentalmente psicológica y, probablemente, la más vulnerable a nuestro estado emocional”. Por lo que aconsejó no dejarnos estar. “Si dejamos que la inercia y las prisas del día a día devoren nuestra vida afectiva y emocional, al final nuestra sexualidad suele ser una de las grandes damnificadas. Por el contrario, cuando nos esforzamos un poco por cuidar estas claves, resulta mucho más sencillo coger la agenda (física y mental) y priorizar nuestra satisfacción sexual”.

Diversos especialistas en el tema señalan que los efectos de la pandemia en el sexo tuvieron dos fases: primero, un repunte y luego, una caída en picada. La terapeuta sexual estadounidense Emily Jamea indica que parejas que antes estaban sobrecargadas de compromisos “descubrieron que los confinamientos relacionados con la pandemia les ofrecían un respiro muy necesario; al principio, estar atrapados en casa les permitió bajar el ritmo y dedicar más tiempo a los momentos íntimos. Les dio la oportunidad de volver a conectar de una manera que quizás antes sólo podían hacer en vacaciones”. Sin embargo, precisa, a medida que la pandemia avanzaba, empezó a «pasar factura» a las relaciones íntimas y para la mayoría, el deseo sexual cayó en picada».

Rhonda Balzarini, psicóloga social y profesora adjunta de la Universidad Estatal de Texas (EE.UU.), lideró un estudio realizado en adultos de más de 18 años, en 57 países durante la pandemia. Allí observaron ese repunte inicial del deseo sexual, al que denominó como una fase de «luna de miel», en la que las personas reaccionaron de forma más constructiva al estrés.

Pero la segunda fase era inevitable. Según Balzarini, “con el tiempo, a medida que los recursos se vuelven más escasos, la gente se estresa más y la energía se agota, la desilusión y la depresión tienden a hacerse presentes. Cuando eso empieza a suceder, es cuando se puede empezar a ver que las parejas tienen problemas». Según la profesional, lo más importante del estudio fue detectar la relación entre el estrés, la depresión y el deseo sexual. Según Balzarini, al inicio de la pandemia, los factores de estrés podrían no haber desencadenado la depresión todavía. “Pero cuando estos se prolongaron, la gente se agotó”. Según dice, el estrés se correlaciona con la depresión, y «la depresión afecta negativamente al deseo”.

Masturbación a la baja

Si hasta los índices de masturbación, al menos la femenina, bajaron. Un estudio exploratorio encargado por “Lioness”, plataforma estadounidense de venta de vibradores inteligentes realizado por la doctora Natasha Aduloju-Ajijola, del Centro para la Salud Genital y la Educación, señaló que el año 2020 hubo un «descenso significativo» respecto a 2019 en la frecuencia de la autoestimulación. Como ejemplo, indicó que en noviembre hubo un 38% menos de onanismo femenino que en noviembre de 2019.

Para esta psicóloga, el peligro siempre presente durante la pandemia contribuyó, sin duda, a matar el ánimo de las parejas. «Si hay una inmensa amenaza ahí mismo, eso envía una señal a nuestro cuerpo de que probablemente no es un buen momento para tener sexo». Por esa razón, «el aumento del estrés conduce a un bajo deseo o a una dificultad para que se produzca la excitación».

Según Justin Lehmiller, psicólogo social e investigador estadounidense del Instituto Kinsey –que también lideró un estudio sobre pandemia y sexo-, el aumento del tiempo de convivencia también puede mermar seriamente la excitación sexual. «Una de las claves para mantener el deseo en una relación a largo plazo es tener cierta sensación de misterio sobre tu pareja y cierta distancia y cuando te ves todo el tiempo… la sensación de misterio se desvanece». Lehmiller habla del «efecto de sobreexposición». Es decir, cuando «los pequeños hábitos de tu pareja empiecen a ponerte de los nervios…”.

¿Podremos reponernos a esta debacle que ha hecho bastante mella en el ámbito sexual? Los investigadores del Instituto Kingsey dicen que “depende”. Dicen que hay cosas que pueden ayudar a mejorar la vida sexual de la pareja, como «probar nuevas posturas, poner en práctica las fantasías, practicar juegos sexuales y dar masajes». Sin embargo, para quienes la actividad sexual ha disminuido por un tiempo muy prolongado en medio de la pandemia, puede no haber recuperación debido a la falta de conexión tan prolongada.

Pero hay esperanza. Y algunos son, incluso, muy optimistas. Piensan que, tras la fatiga pandémica, puede venir un “reventón”, algo como la “Movida” española después de la muerte de Franco o los “locos años 20”, tras la primera guerra mundial. La Asociación Mexicana de Salud y Sexualidad lo grafica señalando que la post pandemia Covid puede ser una “oportunidad para celebrar y promover el placer sexual, para resaltar las posibilidades de acceder a una vida sexual placentera, libre de coerción, motivando a las personas a buscar resultados positivos de la actividad sexual, explorando sus cuerpos y relaciones” y que el confinamiento también “puede ayudar a explorar nuevas formas de expresión sexual, o recuperar algunas de nuestras preferidas”.

Más vale que estos últimos tengan algo de razón ya que lo perdido en estos últimos dos años, nada ni nadie lo devolverá.

 

Patricia Collyer
Patricia Collyerhttps://pagina19.cl
Periodista y Psicóloga.

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