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La Paz no ha Llegado, pero ya se ve una Luz

Crédito Fotografía: Patricio Muñoz Moreno

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Al cumplirse un mes del levantamiento de un pueblo furioso por años de soportar abusos, se consiguió la más importante de nuestras demandas: despedir a la antigua y redactar una Nueva Constitución.

Cuatro décadas después, con sangre, sudor y lágrimas de las víctimas del valiente desafío popular, se logró romper la cadena que nos ataba a un pasado vergonzoso, de años de crear una falsa riqueza chorreante.

Chile despertó, dijeron algunos sorprendidos y otros satisfechos. Pero despertó indignado por años de hambre, años de deuda para alcanzar los vidrios de colores que le mostraba la televisión, para recibir atención de salud al alcance del bolsillo y para dar a sus hijos la educación requerida para ser mejores personas y salir de la pobreza

Decenas de vidas humanas, cientos de jóvenes ojos perdidos, de mujeres abusadas en comisarías o cuarteles improvisados, de balines de plomo envueltos en caucho disparados a la cabeza, de gases tóxicos aspirados, nos costó que al fin el presidente Piñera soltara el sí a una nueva Constitución. La derecha gobernante ha debido ceder por fin, asustada, acorralada por un pueblo furioso que la enfrentó por sus abusos de años, de siglos…

Pero la paz no ha llegado aún. Porque mientras nos preparamos para gestar una Nueva Constitución, sigue habiendo chilenos que sufren hambre, enfermedad, cesantía, acogotados por las deudas con que los embrujó la economía de la tarjeta de plástico.

Y seguirá costando nuevos sudores lograr que la promesa se cumpla siguiendo un camino democrático, donde todos y todas tengamos la oportunidad de decir un sí o un no.

Preparémonos para seguir viviendo un entorno de marchas, caceroleos y represión. Violencia de lado y lado que no parará hasta que el proceso constituyente se ponga en marcha y la “agenda corta” del gobierno se ajuste a la realidad de esos ciudadanos y dé frutos concretos ya, para mejorar sus vidas. Y, principalmente, hasta que se haga justicia buscando y encontrando verdad, castigando a los victimarios y reparando a las víctimas de los delitos contra los derechos humanos de valientes compatriotas que sólo exigían en las calles bienestar para todos.

¿Más Violencia?

Tengámoslo presente: sin el estallido social no estaríamos donde estamos.  No es el primero en Chile ni en el mundo. Recordemos los indígenas de Ecuador, los chalecos amarillos en Francia y mucho antes, tras la crisis de 2008, los indignados en España y en Wall Street… En Chile, ha ocurrido, con mayor o menor violencia, cada cuarenta años, desde la guerra por la Independencia. Son producto de la maduración de las nuevas generaciones y con ellas, el cierre de un ciclo en la vida de una nación y el surgimiento de uno nuevo.

Aquí se dio con la salida espontánea y masiva de la gente a la calle porque la rabia acumulada estalló. Según el grado de indignidad a que se ha visto sometido el pueblo, hubo, hay aún reacciones más o menos violentas. Aquí, junto a los manifestantes pacíficos, caceroleando o caminando con pitos, bombos y tambores, otros recurrieron a la violencia, a la altura de su rabia, y aún nos preguntamos quiénes usaron, usan, la violencia.

No busquemos más: sean anarquistas, delincuentes juveniles o incluso miembros de las fuerzas policiales disfrazadas (como se ha visto en muchos videos), los responsables de esta rebelión no son provocadores profesionales, según el sabio español que nos visitaba, Manuel Castells: simplemente fue una explosión social espontánea porque el pueblo ya no aguantó más. Los jóvenes quieren otras formas de relacionarse, nuevas formas culturales de vida y de valores. No busquemos ahora los líderes, nos dice el sociólogo español, porque no los hay. En lo que vimos en las calles, todos eran protagonistas.

Nueva Constitución

Pero al mismo tiempo que esperamos el fin al uso de balines de goma truchos y la renuncia del Director de Carabineros, tenemos que seguir con la agenda de paz que es el proceso constituyente.

El plebiscito de entrada de abril es básico: ahí cada ciudadano dirá si quiere o no una Nueva Constitución. Y la respuesta ya se sabe: ¡sí queremos! Hace 40 años que lo exigimos. Y eso será en un plazo breve, pero suficiente para informarnos, para estudiar los elementos básicos de una Carta Magna, los marcos mínimos para que todos los chilenos nos desenvolvamos en nuestra sociedad con las mismas garantías y los mismos derechos de modo de construir entre todos la riqueza del país que luego se deberá repartir equitativamente.

Por ejemplo, salvaguardar el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, al trabajo y a la pensión dignas para todos. ¿Cómo se hace esto en una Constitución, sin entrar en detalles? Tal vez comenzando por eliminar aquello del Estado subsidiario que concede derechos prioritarios al emprendimiento privado que siempre favorece a unos pocos,en detrimento de la acción estatal que debe velar por todos. En fin, de esto y más deberemos ilustrarnos y aprender…

Aboquémonos a prepararnos para participar en este largo proceso que nos llevará a tener una nueva Constitución, a diseñar una nueva sociedad, y que comienza en abril, con el plebiscito de entrada.

Nuestra primera tarea será estar alerta a las reglas que se dicten para el funcionamiento del proceso constituyente. Comencemos por prepararnos para el plebiscito de abril, donde se nos requerirá pronunciarnos si queremos una Convención Constituyente (igual a Asamblea Constituyente) o una Convención Mixta con componentes de parlamentarios actuales. Dado el rechazo que hoy existe por estos últimos, tenemos que jugarnos por la Convención Constituyente y diseñar quiénes, de los distintos sectores de la sociedad, nos deben representar de entre estas y otras categorías: mujeres, ecologistas, indígenas, artistas, periodistas, economistas, pobladores, sindicalistas, en fin, toda clase de organización social con un papel importantísimo en las manifestaciones a través de la Mesa de Unidad Social. Pero también abramos paso a los políticos,pues los hay buenos, honrados, bien intencionados, cuya experiencia en diseñar normas para la convivencia será valiosa.

Miremos con optimismo lo que tenemos por delante. Si no logramos mejorar antes lo de los 2/3 de quorum para aprobar cada capítulo de la Nueva Constitución, aquellos temas que no lo alcancen podremos presentarlos al nuevo Parlamento que elegiremos en 2021 donde los defenderemos otra vez. Y aquí, en esta otra etapa del camino que estamos iniciando, también nos espera una gran tarea: ir a votar y elegir bien a quiénes serán nuestros próximos diputados y senadores, aquellos que representen mejor el nuevo ciclo de la sociedad chilena.

Hay mucho que hacer. Pongámonos ya a trabajar.

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