miércoles, mayo 8, 2024
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Carolina Rojas, Autora de Abandonados: “Sename y Covid-19 son Retratos de la Desigualdad Permanente en Chile”

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Es sumamente importante llevar la historia de las mamásque están llenas de estigmas, porque es muy fácil responsabilizar a las familias de todo lo que ocurre o de las negligencias, lo que yo pude ver a lo largo del reporteo es que el trabajo que se hace con las familias es nulo”, expone Carolina Rojas, periodista, en la presentación de su libro Abandonados. Vida y muerte al interior del Sename.

En la actividad, la autora conversó con la colega Alejandra Matus y con la directora literaria Marcela Escobar, en un encuentro online transmitido por el Facebook de Me Gusta Leer Chile.

“Abandonados” es producto de una investigación periodística de varios años sobre las irregularidades y los abusos vividos por niñas, niños y adolescentes dentro de los centros de administración directa y hogares colaboradores del Servicio Nacional de Menores (Sename), contadas en la voz de sus protagonistas y familias, porque a juicio de la autora, “ahí están las bases del rol social del periodismo, otorgarle voz a quienes no la han tenido”.

Mientras investigaba llegó a la convicción de valorar más las historias de dolor que los datos, expedientes y aspectos técnicos. “Es fundamental en Chile, que niega siempre el dolor que inflinge en otro, que no lo reconoce, algo que viene desde la dictadura, por lo mismo el dolor se perpetúa”.

El espíritu del libro es contar esas vivencias, más allá de los tiempos periodísticos. “En un país que tiene autoridades que aseguran que no conocen el hacinamiento, me parecía justo entrevistar a las personas que no han tenido voz, profundizar en estas historias que son un retrato de la profunda desigualdad que se traslada a distintas aristas de Chile, como se ha visto en esta pandemia”, declara.

La escritora tiene un firme compromiso con una retórica de reparación para las familias que entrevistó, de ahí la decisión de poner el nombre de esos niños, niñas y adolescentes a los capítulos, como Lissette, Daniel, Jesús y Andrea, “Y así empezar a nombrar en un país que le cuesta hacerlo, elponerle rostro a los números es también una forma de reparar y eso es importante en este libro”.

Rojas define a Alejandra Matus como una especie de “madrina del libro” puesto que fue ella quien le presentó a quien sería su editora, Marcela Escobar. Matus califica la obra como un magnífico trabajo “que nos interpela a todas y todos porque son instituciones de nuestra sociedad, de nuestro Estado, que se pagan con nuestros impuestos”.

Enfoque de género: ¿Por qué esto no es un escándalo?

Carolina Rojas explica que otra de sus decisiones fue hablar del Sename desde la perspectiva de género. “¿Por qué no decir que solamente me ha tocado entrevistar mujeres? Me costó mucho entrevistar padres, lo que habla también de algo fundacional en nuestro país, las familias monoparentales y muchas mujeres solas”.

Para la periodista feminista fue vital evidenciar la violencia que vivieron las madres de esos niños, niñas y adolescentes, la mayoría jefas de hogar, y como la violencia de género estáinstitucionalizada, contra las niñas, las adolescentes y las madres. “Hablamos de cómo se violenta a las adolescentes en este país, que el agresor seguía en libertad, que la denuncia descansaba en la Fiscalía Sur mientras la víctima había sido encerrada y obligada a ser madre en una residencia donde se sumaban todas las demás vulneraciones que se viven en los otros centros del Sename, como escasas raciones de comida, condiciones de encierro de cárcel y golpizas”.

La investigadora hace alusión al reportaje “Las residencias para madres adolescentes”, con el que nace “Abandonados” y que fue escrito para la Revista Paula en marzo del año 2016, pero que antes de ser publicado debió superar la censura previa, luego que el Hogar Refugio de la Misericordia interpuso cinco recursos judiciales con el objetivo de evitar su difusión. Dos meses después, un fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago levantó la prohibición de informar.

Cuando se discutía el proyecto de ley de aborto en tres causales, con la causal de violación como la gran dificultad para ser aprobado, Rojas supo que durante 2014 ingresaron al Sename 667 niñas víctimas de violación, 52 de ellas estaban embarazadas tras la agresión. “Imaginé la enorme lista negra que debía existir, pensé ¿por qué esto no es un escándalo? ya que no había salido en ninguna parte, pero tampoco me extrañó por la falta de perspectiva de género que tienen los medios de comunicación”, confiesa en conversación con Página 19.

En su reporteo le llamó la atención el hogar Refugio de la Misericordia de Estación Central por su parecido a los Hogares de las Magdalenas de Irlanda, instituciones de monjas católicas financiadas por el Estado en las que se cometieron graves abusos sexuales y físicos contra las internas. “Había existido desde décadas anteriores, las mujeres que tenían relaciones extramaritales, etcétera, eran escondidas en estos lugares y me parecía muy aberrante que se perpetuara hasta el día de hoy”.

Así, decidió conocer a fondo las residencias a las que llegaban las niñas embarazadas producto de violaciones queen su mayoría ocurren en su entorno familiar y cuyo objetivo, le informaron, era entregar a las niñas atención psicosocial y “potenciar sus roles maternales”. Las niñas allí ocupaban un lugar secundario, “ante todo, debían ´ser madres´, independiente de la forma en que habían concebido a sus hijos”, relata Carolina en el capítulo Sonia: historia de una censura.

“Yo tenía el convencimiento que las jóvenes estaban obligadas a ser madres y no tenían ningún proceso reparatorio a la agresión sexual, eso se manifiesta en sus testimonios, muchas se autolesionaban producto de las condiciones extremas de encierro, obligadas a tener al hijo de su violador, en el caso específico de Sonia había sido violada por su hermano biológico lo que es aún más traumatizante, es decir, el centro solo las estaba revictimizando”, declara.

Para ahondar en la idea, describe que ninguna persona de las que conocieron el caso, trató a Sonia como sujeta de derechos, “desde el doctor que denunció su situación de vulneración, que por él su caso llegó a un Tribunal de Familia, tribunal que decide encerrarla en un hogar, nadie reparó en lo que ella sentía y en su opinión al respecto, en un atropello a sus derechos como niñas y humanos”.

En el libro detalla que las niñas atendidas en el programa especial Residencias de Protección para Madres Adolescentes -más de mil en 13 años- fueron sometidas a violencia de género sistemática, “eran violentadas por sus abusadores, en los consultorios, por sus familias, por un sistema que no pesquisó la posibilidad de una adopción, incapaces de ver lo que ellas eran ante todo, niñas”.

Silenciadas por ser pobres y mujeres

El texto recuerda que días antes que se publicara lainvestigación de las residencias, se supo que al interior del Centro de Reparación Especializada de Administración Directa (Cread) Galvarino en Estación Central  murió Lissette, una niña de 11 años que había sido abusada por supadre, caso que dejó al descubierto la profunda crisis de la institución.

“Para mí y para mis colegas periodistas, antes del caso deLissette Villa, publicar historias del Sename era contar las historias de niños que no le importaban a nadie. Para muchos eran ´un delincuente más que estaba muerto´”, se lee al inicio de Abandonados. Vida y muerte al interior del SENAME.

La reportera para medios independientes de Chile y el extranjero narra que en la prensa vio múltiples ataques a la familia de la niña, en particular a Juana, su madre, pero que pese a que hay negligencias, se deben considerar otros factores relacionados a la violencia intrafamiliar yeconómica que vivieron muchas de las madres,comodepresiones, “a la pobreza que también es violencia” y a abusos cometidos dentro de las familias, los que suelen prolongarse por generaciones.

De la misma forma llama a poner atención al rol de cuidadoras únicas que se le asigna a las mujeres, “la mamá de Daniel Ballesteros era jefa de hogar, de un hogar monoparental, era cuidadora de las personas de tercera edad de la familia y de sus dos hijos, una maternidad absolutamente en soledad, y además era víctima de violencia, y eso son factores que los sistemas de protección deciden ignorar, las y los asistentes sociales y jueces de familia, porque no podemos sacar de esta responsabilidad a quienes mandan a los niños, niñas y adolescentes a un tribunal”.

Pese a que había denunciado amenazas, el año 2013, Daniel murió apuñalado en su dormitorio del CIP-CRC Metropolitano Norte Til Til, centro “modelo” del Sename. Rojas reflexiona que para todo el sistema se trataba de un infractor de ley, un delincuente, “pero un niño con consumo problemático de drogas probablemente tendría que haber sido tratado por eso y no haber sido encerrado”.

Carolina Rojas estima que todas son razones de la urgencia que el Sename incorpore perspectiva de género. “En los centros, por cierto, también hay disidencias, es decir, son tantas las historias que no son reconocidas por la gente que hace reportajes y por la que trabaja asociada al tema, por eso el libro trata de hablar con las madres que no son más que castigadas con la institucionalización de sus hijos o hijas, porque el sistema prefiere culparlas a ellas que hacerse una autocrítica”.

La periodista subraya a Página 19 que en su trabajo comprobó que el Estado y sus instituciones no reconocen la dignidad de las mujeres como sujetas de pleno derecho, tanto en el caso de las adolescentes institucionalizadas después de haber sido agredidas sexualmente como de las madres que declaran incluso no haber sido escuchadas, lo que es consecuencia del castigo a la pobreza.

“Sename y Covid-19 son retratos de la desigualdad permanente en Chile, por eso era tan importante rescatar la historia de quienes son silenciadas por ser pobres y además por ser mujeres, que tiene que ver con esta interseccionalidad que era importante visibilizar en el contexto de la violencia institucional, independiente de todos los otros problemas que conocemos de infraestructura y otras falencias pre existentes del Sename”, puntualiza.

Malas madres

En la presentación online Alejandra Matus anuncia que tiene pendiente una investigación que va a los orígenes de las instituciones “en teoría de protección de los niños” como un sistema de caridad y no de protección de derechos, con la certeza de que no es posible separar la historia de los hijos e hijas de la de sus madres, en una sociedad con un sistema oligárquico de prácticas profundamente patriarcales, dondelas mujeres se consideran personas de segunda categoría y se les da toda la obligación de la crianza. “Si la madre falla no hay nadie que se haga cargo. En el caso de las madres pobres, en vez de ayudarlas, el Estado dice le vamos a quitar a los hijos porque son malas madres”.

La destacada periodista cree que la reproducción del prejuicio que solo los niños y niñas pobres son vulnerados y que los recursos económicos serían sinónimo de buena paternidad o maternidad, está en la base de la crisis del sistema de protección en Chile con instituciones que reproducen esa estructura, situación que no se soluciona a menos que “convengamos que los hijos son responsabilidad de todos, de sus madres y de sus padres, de sus vecinos y de toda la sociedad cuando madre y padre no están presentes, que las falencias económicas de una madre no son un crimen y si realmente nos preocupan los niños, apoyemos a esas madres muchas veces solas”.

Matus considera que si no miramos la vulnerabilidad infantil como un problema que se puede dar en cualquier estrato social, “vamos a tener un sistema represivo, que es lo que el Estado hace con los pobres, los reprime”. Concluye que la diferencia entre un niño de clase social alta y uno pobre que viven abusos, es que el primero no llegará al Sename.

Por su parte, Carolina Rojas enfatizó en la correlación entre pobreza e institucionalización, lo que según su opinión tiene que ver con horrores del neoliberalismo y como el sistema de protección se convirtió en un negocio para los Organismos Colaboradores Acreditados (OCAS). “Con este incentivo perverso de subvención por niño, es imposible que traten de sacar a un niño o niña de ese lugar. Yo conocí la historia de Andrea, institucionalizada desde los dos hasta los 18 años, es indignante”. La ecuación pobreza-institucionalización -observa- se relaciona con las adopciones irregulares.

En la Región del BioBío, tanto Carolina Rojas como Alejandra Matus, investigaron el tema de las adopciones irregulares en el Hogar Tupahue, con niñas y niños entregados a familias extranjeras. En su investigación, Rojas constató que si bien existen familias negligentes, hay madres “a las que simplemente les quitaron a sus hijos o hijas y quieren recuperarlos”. En ellas se repite el ser mujeres solas, en algunos casos analfabetas y varias de las que denuncianabusos del Sename habían sido antes parte de sus programas, “vi hasta tres generaciones de mujeres institucionalizadas”.

“Me ha tocado hablar con mamás que llevan años peleando por saber el paradero de sus hijos e hijas, tienen claro que fueron víctimas, que la adopción al igual que la institucionalización debería ser el último recurso. Entonces,cuando vemos que tras apenas dos meses de institucionalización -en un caso que conocí en Aysén- los hijos fueron adoptados y llevados a Francia, es ahí donde existe una preocupación sobre lo que pasa y esta correlación de historias dolorosas con pobreza”, indicó en la conversación online, donde envió un saludo a Jazmín Contreras “y a las madres que están en Hualpén peleando por saber dónde están sus hijos”.

Alejandra Matus planteó que en estos casos el Estado le quita los hijos o hijas a las mujeres solo por ser pobres, “en nombre de una supuesta protección de los niños”, pero no investiga lo suficiente. “¿Cómo van a ser todas las madres iguales? Las carpetas son todas iguales, los informes dicen párrafo por párrafo, copy-paste, lo mismo, que no tiene habilidades maternales”.

En tanto, la escritora de “Abandonados” recordó los últimos casos que se conocieron en Hualpén en plena discusión del nuevo Servicio de Protección Especializada “golpeó en la cara a las autoridades que se conforman con muy poco y se abrazan a sí mismas en esta dinámica de felicitarse por todo”. Hoy hay una investigación por abusos sexuales, violaciones y red de explotación sexual comercial infantil en el ya cerrado hogar Nido. La Fiscalía confirmó seis denuncias por adopciones irregulares y tres imputados, entre ellos la ex directora del recinto, Evelyn Oñate.

¿Por qué siempre trasladar la culpa a las familias?, cuestiona Rojas para quien esta práctica “no hace más que despolitizar el tema de las responsabilidades de quienes en forma permanente han vulnerado a niñas, niños y adolescentes”.

Extractivismo de la infancia

Carolina Rojas escribió el primer reportaje sobre el Senamehace más de una década, y antes de eso otras colegas ya lo habían hecho, evidentemente no soy la única periodista que escribe de esto, se ha escrito sobre adopciones irregulares, muertes, llevamos mucho tiempo reporteando”.

Esto, para la periodista, expone de manera clara la crisis permanente del Servicio Nacional de Menores y la imposibilidad histórica de cambiar las condiciones de miles de niñas, niños y adolescentes. “Hay egresos por abandono, como le gusta decir al Sename o desistimiento de programas, pero en realidad son fugas porque estos niños prefieren estar en la calle que institucionalizados”, señala.

La jueza Mónica Jeldres determinó que al año 2016, un total de 1.313 niños, niñas y adolescente murieron en centros del Sename. “En Chile se habla mucho de cifras, pasa hoy igual con el Covid, son tantos los muertos, pero a la gente se le olvida que detrás de esos números hay familias que están sufriendo”, observa.

A la autora le tomó años reportear para el libro, por la desconfianza que niños, niñas y adolescentes presentaban para entregarle sus testimonios. “Porque el adulto es una persona que hace extractivismo con él, que escribe paperssobre infancia, reportajes, lleva a la tele, y después abandona su realidad”, recalca. De allí el nombre del libro: Abandonados.

“Si vienes del Sename es un abandono de otros ministerios, de la sociedad también, aunque ahora está tratando de entender un poco más, con esta crisis institucional pero falta mucho todavía y allí el rol del periodismo, acercar esta realidad a las personas de manera respetuosa y digna, porque hay un constante bombardeo de prejuicios sobre la pobreza”.

“Muchas veces me preguntan ¿es el Sename el único responsable? No. Hay pasividad de otras carteras por cierto”, opina Carolina Rojas, como el ministerio de Educación y de Salud. Frente a ello, manifiesta que no tiene mayores esperanzas de cambio por parte de las autoridades “que están tan alejadas de la realidad” y prefiere ponerlas en la sociedad civil, donde ve más conciencia a partir de la muerte de Lissette, junto con un mayor interés por ser garantes de que estas situaciones no se repitan.

Las protestas sociales son para Carolina Rojas una muestra de ello y lo cuenta en el último capítulo: Sename, el estallido social y los niños y jóvenes en la Primera Línea. “Se empieza a nombrar el tema, la consigna No más Senamecomienza a ser recurrente”.

“Abandonados. Vida y muerte al interior del Sename”, publicado por Ediciones B, está disponible en formato ebooky en librerías con venta online y despacho a domicilio.

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