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A 50 Años del Triunfo de la UP: Para Camilo Escalona Son tiempos del Pueblo Unido

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Camilo Escalona, dirigente socialista, aun recuerda que tenía 14 años cuando Salvador Allende viajó a Vietnam en plena guerra de liberación frente a la invasión de Estados Unidos. Era el tiempo en que la ultraizquierda lo criticaba fuertemente por ser “socialdemócrata”, socialista “amarillo” y otras yerbas. Se arriesgó y quiso conocer de primera fuente qué pasaba en ese lejano país acosado por los norteamericanos, exponiéndose a los bombardeos y a los peligros de esa guerra. A su regreso, convocó a quienes quisieran escucharlo a un encuentro en el antiguo Estadio Nataniel. Quiso contar qué fue lo que vio, sus diálogos con Ho Chi Min, su experiencia inolvidable.

El dirigente socialista también recuerda cuando en plena guerra fría, cuando el clima internacional era terrorífico, Salvador Allende, en ese entones presidente del Senado,  se enteró que los sobrevivientes de la guerrilla del Che en Bolivia habían escapado hacia Chile. No dudó en tomar un avión, irse a Arica, traerlos a Santiago y finalmente acompañarlos hasta Isla de Pascua para protegerlos, exponiéndose a las críticas más violentas de la derecha de ese entonces.

Pero, dice Escalona, Allende era al mismo tiempo un hombre de tal sagacidad política que desarrolló espléndidas relaciones con el dictador de Argentina, general Alejandro Lanusse. “Lo tenía encantado con aquello de que había que echar abajo las fronteras ideológicas”. Para qué decir de las relaciones de amistad que entabló con la Revolución Cubana.

La personalidad política de Allende es algo que no está suficientemente relatado. Era un personaje que en todas partes decía que era socialista y que todo lo que era se lo debía a su partido y a la izquierda chilena.

De anécdotas y experiencias como esas está colmada la vida del ex Presidente Salvador Allende. Es parte de lo que Escalona quiere recuperar en su nuevo libro “El Tiempo del Pueblo Unido”, que será presentado estejueves 3 de septiembre, a las 19 horas, a través de Facebook Live/PartidoSocialista de Chile y que es una manera de recordar los 50 años desde que Allende fue elegido democráticamente como Presidente de Chile.

Las Relaciones Internacionales

En tres capítulos, las 120 páginas del libro recorren y dan a conocer parte importante de esta historia que con los 50 años del triunfo de la Unidad popular que fue un intento de transformación de una sociedad desigual, abusiva e injusta.

En su capítulo sobre las Relaciones Internacionales de su gobierno, Camilo Escalona cuenta en parte que  “Chile no se proclamó “exportador” de revoluciones, sino que se jugó por el respeto a la soberanía y la autodeterminación de cada nación latinoamericana”.

Añade que “con tales criterios, la amplitud de las relaciones internacionales de Chile con el liderazgo de Allende sólo es comparable con el auge que las mismas alcanzaron con el retorno de la democracia, de 1990, en adelante”.

En otra parte, cuenta cómo su Canciller Clodomiro Almeyda recorría el orbe, contando sobre esta experiencia inédita y aplaudida por el mundo, salvo Estados Unidos, que se truncó con el golpe de Estado de los militares. Escalona cuenta cómo era el momento aquel. “En un clima de zozobras y rumores,Almeyda comprimió su agenda y regresó a Chile el día anterior al golpe de Estado, desde la Conferencia de Países No Alineados, donde representó a Chile y recibió el respaldo de los Jefes de Estado y de gobierno reunidos en Argelia. En su caso fue un recorrido increíble: de la Cumbre de los No Alineados pasó a vivir el bombardeó de La Moneda, de allí a lossótanos de confinamiento de los presos políticos en la Escuela Militar y de allí a la Isla Dawson. Su misión como Canciller se articuló con un objetivo principal del programa de gobierno que establecía la tarea de universalizar las relaciones exteriores de Chile, por eso, debían normalizarse los lazos diplomáticos con los países que hasta entonces habían caído en el odioso veto excluyente de la intervención norteamericana de la época. Así, con prontitud Chile abrió relaciones con Cuba, Vietnam y China que constituían un “nudo” esencial de la controversia en política exterior con los Estados Unidos.

Más adelante cuenta que “por su carácter autónomo la “vía chilena” tenía un espacio privilegiado de interlocución política en el Movimiento de países No Alineados, a la sazón, un foro fundamental en lasrelaciones internacionales, con la participación de países de luchas prolongadas y de grandes sacrificios en la formación de su Estado nacional, liderados por estadistas dueños del orgullo de haber conquistado su reciente independencia, las qué sumadas todas ellas en un solo proceso significaron el hecho más importante de post guerra, el término del sistema de opresión colonial que les había avasallado durante siglos. Se trataba de nuevas y enormes naciones, empobrecidas por el saqueo de sus antiguos invasores y ocupantes, que entonces buscaban un camino que las sustrajera, precisamente, de la dependencia al neocolonialismo y la subordinación a los intereses hegemónicos implantados en el curso de la llamada“guerra fría”. De tales diálogos y ajetreos volvió Almeyda el 10 de Septiembre y el 11 estaba preso en los subterráneos de la Escuela Militar.

En los extensos interrogatorios a los que fue sometido el depuesto canciller Almeyda en la Academia de Guerra Aérea, luego de su obligado periplo a la Isla Dawson y otras prisiones, esposado, vendado y amarrado a una silla, como si hubiese podido amenazar en algo a los esbirros que lo custodiaban, tan sagaces oficiales de “inteligencia” lo maltrataban y exigían que confesara cuál era su “chapa” en la Comisión Política del Partido Socialista”.

Camilo Escalona recuerda que en 1970, en el continente latinoamericano la situación era “fluida”, el sistema capitalista dependiente bajo la hegemonía de la oligarquía agraria tenía síntomas de atraso yagotamiento más que notorios y las propuestas de cambio y transformación experimentaban un fuerte crecimiento, el clima político era cambiante y, en ciertos casos explosivo, como en Argentina que junto a Paraguay y Brasil constituían un conjunto contradictorio de dictaduras militares ultraconservadoras, que se extenderían a Uruguay, en 1973, dominando esos regímenes dictatoriales el escenario sudamericano.

La visita de Fidel

Cuenta que “ la voluntad de romper la dependencia y la constante intervención imperialista en la ruta de los pueblos latinoamericanos hizo de Allende un tenaz adversario del bloqueo de los Estados Unidos a Cuba. Por eso, fue natural su invitación al líder cubano para que conociera Chile y aquilatara en el suelo patrio el sentido transformador y la singularidad excepcional de la “vía chilena”. En el país la reiterada intransigencia antiimperialista de Cuba y su denodada resistencia al bloqueo a su economía, creó una expectación sinprecedentes que se materializó en una extensa gira por Chile del mandatario de la nación amiga, fue así que al líder cubano lo recibieron en muchas ciudades centenares de miles de personas”.

Su presencia exacerbó la visceral reacción de la ultraderecha, que operó a través de una fantasmal organización llamada “poder femenino”, cuyo financiamiento provenía de los abundantes fondos distribuidos por la CIA en Chile, como comprobó la investigación del Senado norteamericano encabezada por Frank Church. Esa provocadora convocatoria sacó de su rutina a señoras de lujosos trajes y elevados tacones a manifestarse airadamente en rechazo a Fidel Castro para facilitar la acción de los grupos de choque de la ultraderecha, preparados con el uso de linchacos y cadenas, constituidos en su mayoría porjóvenes iracundos del “barrio alto”, los que provocaron violentos incidentes en las calles de Santiago, siendo duramente disuadidos, es decir, apaleados sin contemplaciones por fuerzas de la policía uniformada

En la ocasión, el oficial de Carabineros que reprimió sin contemplaciones a las emperifolladas y revoltosas protestas de la frenética multitud oligárquica fue nada menos que el posterior general y sanguinario golpista, César Mendoza, así como, el jefe del Estado de emergencia, que se preocupó de resguardarcelosamente al legendario líder revolucionario, Fidel Castro, fue el Jefe de Plaza, entonces general de División, Augusto Pinochet. Los mismos que dos años después serían parte de la Junta Militar y principales ejecutores del terrorismo de Estado. Pero ese primero de diciembre fue tanto el ímpetu represivo del que sería el “general rastrero” -como llamó el Presidente Allende a Mendoza- que, en un arrebato de furiosa histeria fue calificado por un dirigente de la FEUC, ofendiéndole del modo más violento que un desaforado ultraderechista podría imaginar, lo trató de “aliado impúdico de las fuerzas marxistas”.

Su liderazgo

En su condición de primer mandatario y responsable del proceso político del país, Allende no fue espectador ni permaneció impasible frente al acuerdo político de sus opositores para destituir a José Toha, uno de sus más cercanos y leales colaboradores. Estimó que se alteraba esencialmente la naturaleza del régimen presidencial trasladando un resortefundamental de las atribuciones presidenciales, la designación de los ministros de Estado, a una ocasional mayoría parlamentaria que obligaba a destituirlos y procedió “al enroque” del ministro Toha, nombrándolo ministro de Defensa Nacional: En la Constitución de 1925, vigente a la sazón no existía ninguna disposición que se lo impidiera.

La posición del Presidente fue refrendada en forma categórica, le correspondía la facultad sin cortapisas para designar a los ministros de Estado que formaban parte de su gabinete ministerial. Esta derrota política y jurídica ofuscó de tal manera a Jaime Guzmán, funesto articulador de esa perversa operación desestabilizadora que, en la Constitución de 1980, se preocupó expresamente de incluir la inhabilidad de cinco años para el ministro de Estado que fuera destituido por una Acusación Constitucional aprobada en su contra”.

En 1970, al asumir Allende, en los círculos de poder en Washington, algo quedaba de la Alianza para el Progreso, un rescoldo, se mantenía alguna ayuda humanitaria y ciertos planes sociales.Al mismo tiempo, desde el aparato militar se alentaba política ymaterialmente la intervención castrense. En un plazo breve, la decisión estratégica fue olvidarse de cualquier reforma por limitada que fuera, optando lisa y llanamente por abolir la democracia. No había espacio para la libertad y la autodeterminación en América Latina.

Fue cuando Nixon tomó la decisión de hacer “aullar” la economía en Chile. Vendrían días muy oscuros para América Latina. En suma, Chile con el Presidente Allende en La Moneda debía asumir la diversidad deregímenes, sistemas y estilos de gobierno existentes en el continente y requería una política globalmente coherente que fuera capaz de abordar y responder de modo adecuado a cada situación particular sin perder su perspectiva general, en consecuencia, necesitaba una fisonomía que le diera personalidad y no fuera una simple ejecución de actos administrativos inconexos. Debía articular una coherencia de principios con un auténtico ejercicio del pluralismo político y cultural impuesto por la propia situación latinoamericana.

Lanusse

En Argentina, cuenta Camilo Escalona, “el escenario se deslizó hacía un

paulatino pero inevitable ocaso que llevó a la destitución del general Juan Carlos Onganía, en junio de 1970, que fuera (con perdón de los simios) prototipo del “gorila” sudamericano, siendo reemplazado por el general Roberto Levingston que, a su vez, fue depuesto algunos meses después, en Marzo de 1971, por el Comandante en Jefe del Ejército, general Alejandro Lanusse designado Presidente por la Junta Militar”.

Cuenta también una reunión sostenida el 15 de Septiembre de 1973, en el cuartel general de Langley Virginia, entre el Director Richard Helms y Alejandro Lanusse, donde el primero le pregunta “que pide la Junta Militar de Argentina” para involucrarse en un golpe contra Allende, recibiendo una respuesta que, tal vez, no esperaba: “…Ud. ya tiene su Vietnam, no me haga a mí tener el mío… El testigo de la conversación es Tom Polgar, jefe de la Estación de la CIA, en Argentina. Es coherente esa actitud de no dejarse llevar y no adoptar cualquier giro sin saber dónde le empujaban, en la posición de Lanusse, el mismo que meses después, asume como Presidente de Argentina y sostiene un buen diálogo político con el Presidente Allende, en Salta, en Julio de 1971, reunión que es replicada con un encuentro similar, dos meses más tarde, en Chile, en la ciudad de Antofagasta, donde seconfirmó una buena relación entre países vecinos. Lanusse no se hace parte de la campaña de cerco y asfixia de Nixon y la derecha chilena muy probablemente, ya está mentalizado que debe preparar el retorno a los cuarteles de sus belicosos subordinados y su propio retiro del poder…”

Cuenta Escalona que “en ambos lados de la Cordillera de Los Andes se movía y actuaba el terrorismo de Estado de los que ejecutaban la destrucción física del conjunto de las fuerzas populares de izquierda, independientemente del signo ideológico que tuvieran, así las emprenderían en contra de socialistas, peronistas, comunistas, humanistas cristianos oagnósticos. Como se llamaran serían liquidados. Una vez en el poder, articularon la “operación cóndor” para arrasar con los opositores que tuviesen raíces populares de izquierda.

En consecuencia, en un clima de luchas populares, reivindicaciones nacionales, inestabilidad económica y conflictividad social y política, había un desafío decisivo para la política exterior de Chile que, como país, también vivía con intensidad el reto de un caminoinédito y sufría una estrategia desestabilizadora, que se implementaba sin límites ni escrúpulos. El Presidente Allende debía interlocutar con los pueblos y gobiernos del continente sin renunciar a su coherencia y a las expectativas que surgían en los pueblos ynaciones, en los partidos políticos y círculos intelectuales, por la ruta inédita que se proponía abrir en contra de las injusticias y el atraso, la ignorancia y la pobreza, es decir, debía asumir la heterogeneidad de los Estados y la realidad de los países, desde unaidentidad potente y de una propuesta nacional y democrática de izquierda, sin poner en duda en ninguna circunstancia el principio de no intervención en los asuntos internos de otros países, sobre todo, de nuestros vecinos.

Esa perspectiva estratégica que correspondía a su condición de líder socialista y su actitud de Estado para representar el interés de Chile como nación, configuró el diseño de la política exterior cuyo núcleo fue definido como una política “de pluralismo ideológico”. Si desde Washington, Nixon y Kissinger pretendían aislar, recluir y arrinconar el gobierno popular, el Presidente Allende no les iba a dar en elgusto, sin renunciar a su identidad fundacional. En la puesta en marcha de esa política estratégica jugó un rol singular la personalidad política e ideológica de Clodomiro Almeyda, quien fuera canciller la mayor parte del gobierno popular.

Naciones Unidas

El esfuerzo del gobierno popular enfocado a salir al paso a los intentos de aislarlo y asfixiarlo en el plano internacional cercándole con artificiales “fronteras ideológicas” tuvo plena acogida, ese punto diplomático a favor le permitió conseguir una recepción sinprecedentes en las Naciones Unidas

Allende habló a la comunidad internacional con una entereza y claridad que proyectó su liderazgo y a Chileante el mundo. No había proyecto político similar, luchar contra la dependencia sin recurrir a los fusiles, sino que a las armas del pluralismo y el pleno ejercicio de las libertades democráticas. Fue una acogida que expresó un respaldo político y un formidable logrodiplomático”.

Con esa energía el país tuvo que enfrentar la ardua y compleja negociación con los consorcios transnacionales que demandaron a nuestro país por la nacionalización del cobre, ahogando y extorsionando, como suelen hacerlo esos mega conglomerados, conlas naciones que reivindican su dignidad y sus recursos”.

Por eso, ante la agresión imperialista, Allende denunció en las Naciones Unidas, el “Vietnam silencioso” al que Chile fue sometido. Eran muchas las acciones hostiles de la administración de RichardNixon las que avalaban esa afirmación por parte del Presidente Allende, aún sin siquiera estar en el horizonte la investigación posterior al golpe de Estado, efectuada en el Senado de los Estados Unidos en 1975, por la Comisión liderada por el senador, Frank Church, así como otros antecedentes posteriores, desde los cuales se conoció la orden de hacer “crujir” la economía chilena que fuera dada por el gobernante norteamericano, apenas conocido el resultado de las elecciones en Chile, en Septiembre de 1970, hace 50 años.

Significación universal de la vía chilena

A fines del primer año de gobierno, el 4 de Noviembre, en discurso pronunciado en la plazaBulnes, el Presidente Allende tenía a su haber un balance positivo del esfuerzo político y diplomático realizado en suelo latinoamericano: “Hemos derrotado y para siempre -lo comenzamos en Argentina, ha continuado en Ecuador, Colombia y Perú- las fronterasideológicas”. Ese era el resultado del diálogo con mandatarios de un ancho arco de posiciones políticas, ideas filosóficas y orígenes sociales, civiles y militares. Era el momento en que Allende se erguía como interlocutor, como no había sido posible para otromandatario chileno. No cabe duda de que la administración de Nixon no lo iba a aceptar y quemientras mayor era la acogida a la tesis del pluralismo ideológico más se intensificaba la conjura golpista.

Recuerda Escalona que “la significación universal de “la vía chilena” fue aún más allá y, junto con la ampliación sin precedentes de las relacionesexteriores de Chile, un logro trascendente, se proyectó en la naturaleza y la proyección del proceso de la Unidad Popular, en la idea de un segundo modelo de transición al socialismo, en democracia, pluralismo y libertad. Fue esa concepción que rompía la política deconfrontación típica del período de la “guerra fría” la que atrajo hacia Chile la atención internacional y la simpatía de fuerzas, movimientos y liderazgos progresistas de muy diverso origen, propuestas ideológicas y posición en la configuración política de sus respectivas naciones.

La “vía chilena” propuesta por Allende abría un espacio, desde un país pequeño de larga tradición democrática de articular socialismo y democracia, en el mundo hermético del conflicto Este-Oeste que amenazaba la estabilidad global con una nueva conflagración, está vez, nuclear que muy probablemente terminaría con la civilización humana.

En conclusión, por su impacto internacional, según dice Kissinger en sus memorias: “nuestra preocupación por Allende estaba basada en la seguridad nacional. No en la economía”. Ese era el problema de fondo, que Chile seguía su propio camino…” “…en la mentalidad de incontrarrestablesupremacía continental de sus centros hegemónicos la idea de Allende era definitivamente inaceptable. Por eso, la mística, la esperanza y la luminosidad de la “vía chilena” fueron exactamente contrarias a la rabia y el odio de las oscuras y criminales fuerzasultraconservadoras que orquestaron el golpe de Estado, articuladas desde los Estados Unidos.

Al morir en La Moneda, el 11 de Septiembre de 1973, el Presidente Allende marcó a fuego la responsabilidad criminal de quienes recurrieron a la traición para conseguir el derrumbe de la institucionalidad democrática y que se creara la situación necesaria para actuar con la impunidad que permitiera masacrar al pueblo chileno, también estableció un imborrableejemplo de dignidad y de no sumisión ante las fuerzas reaccionarias y belicistas que activaron el bombardeo, aéreo y terrestre, al palacio presidencial”.

Al mismo tiempo, en el mundo se extendía un profundo sentimiento de solidaridad con el pueblo de Chile, también de congoja y desazón porque se había destruido una esperanza y perdido una posibilidad,mínima y limitada, pero hasta ese momento viva y posible, de alcanzar la justicia social a través de la democracia, sin los costos incalculables e irreparables de una confrontación armada. Esa opción concluía masacrada, el uso de la fuerza se había impuesto una vez más y la utilización implacable del terrorismo de Estado se hacía con el control del país”.

Sin embargo, la fuerza de las ideas perduró. La inspiración democrática del Presidente Allende logró prevalecer. Se adelantó a los hechos históricos, al derrumbe de la ex Unión Soviética y del sistema de Estados existente en su entorno, estableciendo certeramente que el socialismo sin democracia carece de su energía vital. La reflexión del líder político yeminente intelectual italiano, Enrique Berlinguer, lo define con la convicción que Allende instaló su “presencia invisible” en el curso de los sucesos mundiales posteriores a su muerte. Sus palabras coinciden con las del entonces Primer Ministro de Suecia y dirigente del Partido Socialdemócrata, Olof Palme: “La tragedia chilena es una exhortación a todos a fortalecer la lucha por la democracia que en muchos lugares está expuesta a una creciente amenaza”.

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