Periodista.
En un zapato chino. Así parece estar la situación de la economía nacional, mientras la subida de la inflación, el consecuente aumento de la UF, el alza de las tasas de interés, se cruzan con el discutido cuarto retiro de las AFP y la continuidad del IFE que entrega el Gobierno.
Algunos no han tenido empacho en vincular directa y exclusivamente el aumento de la inflación en el país con los últimos retiros de las AFP, a sabiendas que ese aumento de los precios no está gatillado sólo por elementos internos, sino que también externos. Sin ir más allá, Brasil acaba de reportar una inflación en doce meses de casi 10% (9,6%), la más alta en 21 años y el propio Estados Unidos de 5,4%, la más alta en 13 años.
Ello quita piso a la relación directa que algunos buscan instalar entre el aumento de los precios y los retiros de las AFP, colocando en contexto los problemas que en realidad generó en la oferta la propia pandemia que recién está dejando operar con relativa normalidad los puertos, alguna actividad aérea y, en general, la cadena logística y de transporte. Allí influyó ciertamente, las alzas internacionales de los combustibles y, guardando espacio para las realidades locales, la variación del dólar, que encareció todos los bienes importados.
Uno de los primeros que, en esa materia, puso los puntos sobre las íes fue el ex presidente del Banco Central, Roberto Zahler, quien- sin ser para nada favorable a un cuarto retiro- puso de relieve que no podía achacarse a estas operaciones toda la responsabilidad de la inflación creciente de la economía.
Se tenía entonces problemas con la oferta (obsérvese no más lo que ocurrió con los precios de los materiales de la construcción, cuando la pandemia generó un corte de producción que recién se normalizó en algunos meses pasados) y, paralelamente, los chilenos comenzaron a recibir las ayudas del Gobierno (IFE) y los recursos propios de los ahorros que habían hecho por años en las cuestionadas AFP. Problemas de oferta, aumento de la demanda, igual: inflación, aumento de los precios, que afecta más a quienes ganan menos, es decir, los más pobres.
Una de las aristas claras del problema es que las ayudas del Gobierno cuando tenían que ser universales fueron completamente insuficientes y cuando tenían que ser focalizadas, fueron universales. Llegaron completamente a destiempo y, además se cruzaron- cuando apretaba la oferta- con los retiros de las AFP. Porque claro, nadie se imaginaba que esas entidades sacrosantas de la macroeconomía chilena que son las AFP, serían tocadas por lo menos tres veces por parlamentarios de oposición y oficialistas. Y al parecer todo indica que podría ir para una cuarta vez.
Nadie quiere pagar el costo político de rechazar la iniciativa- el Frente Amplio tuvo que recular y la ex Unidad Constituyente se debatía entre las dudas de sus propios economistas más cercanos que consideraban mala la iniciativa, mientras en la derecha se iba desgranando el choclo, pese a las expresas advertencias de su candidato Sichel (si alguien tenía dudas sobre la capacidad de Yasna Provoste de alinear a la DC en un eventual Gobierno suyo, Sichel tampoco queda bien parado) y una exultante Pamela Jiles, pese a todos los pronósticos, preparaba sus bailes en el Congreso.
No obstante, persisten las dudas respecto de la conveniencia de un cuarto retiro en todos los sectores, de modo transversal, y con razones de peso. Dado el escenario que generó la política fiscal del Gobierno y los efectos inflacionarios externos.
Lo cierto es que todo el mundo sabe que los retiros de las AFP son una mala política, porque sencillamente implican que son los propios trabajadores, con sus propios recursos, ahorrados con esfuerzo por años, los que están pagando los costos de la crisis…y no quienes debieran hacerlo, los chilenos de mayores recursos.
Recordemos, así de pasada no más, que las propias encuestas del Gobierno (Casen e INE) dieron cuenta que la mitad de los chilenos ganaba $400 mil pesos y, lo peor, que los ricos se han hecho más ricos y los pobres más pobres… (y esto más allá de la pandemia, porque la Casen, por ejemplo, mide tres años, es decir, más allá del año y medio de la pandemia). Será la herencia social que nos dejará este Gobierno.
En ese mismo contexto, los trabajadores chilenos han estado pagando la crisis, primero mediante su seguro de desempleo y después mediante sus fondos previsionales. Uno de los temas centrales es, entonces cómo se recuperará aquello en el mediano y largo plazo, además, en un contexto de cambio del sistema previsional.
Tienen toda la razón, entonces, los economistas desde Roberto Zahler hasta Gonzalo Martner, que plantean la imperiosa necesidad de una reforma tributaria de verdad en el país. Aquella que siempre se negó a abordar de verdad- salvo algunas exenciones, pero amarradas a un maquillaje del sistema de AFP- que planteó el gobierno de Sebastián Piñera.
Porque ya está muy claro que a la importante expansión del gasto público, de los últimos dos años, que incluye gastarse parte no menor de los fondos que había acumulado el país en los últimos años, seguirá una contracción muy compleja que complicará especialmente al próximo gobierno, y el siguiente…Ya sabemos que a los fondos soberanos, que había ahorrado el país, como el Fondo de Estabilización Económico Social se le habían girado US$4.090 millones en 2020, a los que se suman, en lo que va corrido de 2021, otros US$6.197 millones, es decir, más US$10.000 millones para estos efectos, quedando sólo ahora US$2.500 millones aproximadamente. También se ha girado del Fondo de Reserva de Pensiones al menos otros US$1.500 millones.
En otras palabras, caen los ahorros del Gobierno, es decir, los ahorrados por todos los chilenos, y caen también los ahorros obligatorios individuales del seguro de cesantía y las AFP, mientras que los sectores más ricos se han limitado a seguir aumentando sus fortunas (ver utilidades de los bancos, para empezar, que ganaron US$2.500 millones solo el primer semestre, un aumento de más del 400%, aunque lo achacan a la base de comparación).
La maldita UF
Pero estas son todas divagaciones macroeconómicas que la gente poco entiende y le interesan. Lo que le importa al “Pueblo”- a propósito de ese concepto tan manido en estos días-, a esos millones de chilenos mal pagados y con empleos informales, es la falta de empleos dignos, el alza de los precios y que la UF sobrepasó los $30.000.
Digamos para empezar que cuando hablamos de alzas de precios, muchas veces nos remitimos al IPC. ¿Y cómo se construye el IPC? Con las variaciones de precios que muestran un importante número de artículos, desde las los artículos de camping, pasando por el pasaje de avión, el whisky, hasta los tomates de la esquina…El verdadero impacto para la mayoría de los chilenos, si se remite a esto a los 20 o 30 productos más consumidos por la población, generalmente las alzas son muy superiores. Alguna vez se construyó lo que se llamó el “IPC de los Pobres” que siempre arrojaba valores mayores al normal.
Ese IPC oficial, con la última medición del INE (0,4% para agosto), ya está llegando al 4,8% anual y pronto se acercaría, como ya lo advirtió el Banco Central, a superar el 5%, alejándose definitivamente de las metas del Instituto Emisor que establecen una banda entre el 2 y el 4%, es decir, acercarse en promedio al 3%…cuando este año bordearemos el doble: 6%.
Esto explica que el Banco Central haya optado simplemente a lo que sabe hacer: subir la tasa de interés o el costo del crédito. Y vaya como lo hizo, duplicando el existente, alzándola en 75 puntos base, llegando al 1,5%, algo que sorprendió al mercado e incluso motivó algunas críticas por este rol algo unidireccional del instituto emisor en cuando ve atisbos de inflación. El propio Roberto Zahler, ex presidente y ex vicepresidente del BC, consideró que el alza debió haber sido algo más suave por las implicancias que conlleva la medida, combinándola con otras acciones, como bajar la comprar dólares, para un BC que ya tiene altas reservas internacionales (lo que presiona el tipo de cambio y por ende, la inflación).
¿Qué implicancias tiene el aumento de tasas? Bueno, que encarece tanto los créditos ya adoptados (a tasa variable), como los por suscribir, compras de tarjetas de créditos, préstamos varios, créditos hipotecarios, etc. Si ya era casi imposible para el grueso de los chilenos adquirir una vivienda decente, hoy esa posibilidad se aleja aún mucho más.
A esto se suma una UF que ya sobrepasó los $30.000. Hay créditos hipotecarios que reciben doble impacto: más tasas de interés (por estar pactada variable) y además el fuerte aumento de la UF. Hay algunos de estos créditos que podrían tener un aumento de hasta $250.000 anuales, advierten economistas, por alguno de estos conceptos o los dos.
Hay quienes defienden a rajatabla la UF, porque eliminarla lo consideran como eliminar “el termómetro” cuando se tiene fiebre. Pero ojo que MEO, dentro de su conocida verborrea, dijo algo cierto: “Nos cobran en UF, pero nos pagan en pesos”. Y resulta que los salarios efectivamente están indexados al IPC (y con ello contrarrestan el aumento de la UF), pero ello se devuelve con suerte cada seis meses, mientras la UF se reajusta a diario. Y otro punto no menor, no olvidemos que un tercio de la fuerza de trabajo hoy es informal, es decir, no tiene indexación alguna. Y el crédito hipotecario (o cualquier otro) igual se lo darán en UF…he allí algunas asimetrías del tema. Lo cierto es que la UF tiende a replicar la inflación a toda la economía, pagando justos por pecadores, pero no parece fácil y menos en este momento, innovar en la materia.
En resumen: Tormenta perfecta. Un cuarto retiro con posibilidades de ser aprobado, un IFE universal hasta noviembre (que se paga en diciembre), persistencia de algunos problemas de oferta e inflación internacional. Alza de la demanda y restricciones de oferta, igual: profundización de las alzas de precios, que golpean efectivamente a los más pobres.
En síntesis, el próximo gobierno recibirá una economía con tendencias inflacionarias, los ahorros del país bastante gastados, un gasto público que seguramente deberá contraerse en forma importante y un largo listado de demandas sociales por cumplir, amén de pobres más pobres y ricos más ricos. Un cuadro que generó, fundamentalmente, la impericia, mezquindad y falta de voluntad política del Ejecutivo.
Es muy difícil que el país pueda salir de este atolladero sin una reforma tributaria de verdad que se haga cargo de primero recuperar progresivamente el equilibrio de las finanzas públicas y dar cuenta de las demandas sociales impostergables. Una batalla que, ya sabemos, será muy resistida por quienes tienen solo como receta seguir apretándose en cinturón.
