martes, abril 30, 2024
OpiniónCeguera en Pedestal

Ceguera en Pedestal

Crédito Foto: Patricio Muñoz Moreno

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Que a partir de este año comienza a definirse la arquitectura institucional de Chile para las próximas décadas, quién podría dudarlo. Tanto es así, que la derecha chilena, con un gran sentido del pragmatismo, logró, casi a última hora, inscribir una lista unitaria para hacerle frente a los desafíos venideros.

El episodio Marinovich, que pudiera llamar la atención a más de alguien, carece de toda importancia política.  Lo fundamental ya ocurrió: La derecha se alineó tras sus intereses y los sectores “blandos”, comandados por Desbordes, que jugaron  un  importante rol al comienzo de la crisis,  ya cedieron a la ultraderecha. No es de extrañarse que esto haya sido así. En Chile no se ha constituido una derecha verdaderamente democrática y si existe en el país un sector sectario, agrupado en torno al poder y los privilegios, ese sector es…. complete la oración.

La oposición, por su parte, dividida y fragmentada como está, no se encuentra  a tono con el  proceso político que abrieron las movilizaciones sociales. Culpas más, culpas menos, no hay lista unitaria  para la Convención Constitucional y en concreto, porque la política es concreta, se le está facilitando el camino al conservadurismo para mantener las condiciones que han hecho que el neoliberalismo subsista y se reproduzca, amparado, justamente por la Constitución pinochetista que es prioritario cambiar.

Que las cosas pueden cambiar, evidentemente eso puede ocurrir. De hecho, siendo estrecho el margen, (porque la política también son estados de ánimo, predisposición y voluntad, no solo cifras y cálculos), pudiera ser que al interior de la Convención Constitucional se generen ciertas condiciones propicias al entendimiento que no se  logró previamente.

Puede ser y no habría que descartarlo. Solo que, incluso llegando trabajosamente a generar un clima de colaboración y no de competencia (y uso el término neoliberal de competencia, para remarcar la inconsistencia de quienes no quisieron acotarla sin poner en riesgo lo fundamental que es el cambio de Constitución en un sentido transformador) puede darse el caso que al final del día y tras mejorar en algo el clima de entendimiento entre las fuerzas opositoras,  no estén los votos para redactar la Constitución que la ciudadanía espera y reclama.

Así, estaríamos volviendo a reproducir en la Convención Constitucional, el tedio interminable de la transición, en cuyo devenir, para lograr cambiar una coma a los cuerpos legales y constitucionales, la derecha y los sectores conservadores de la Concertación dilataban los procesos hasta volverlos inocuos y carentes de sentido para la población. ¿Se acuerda usted, amable lector, del proyecto de Ley del Sernac o la Ley de Reforma Laboral, sin mencionar los temas valóricos,  para señalar solo un par de ellos?

Ese escenario de tedio interminable, lamentablemente muy probable, llevará a un agotamiento prematuro de la Convención Constitucional y  a su deslegitimación temprana ante la ciudadanía. En el país concreto de hoy, no hay institución que resista ese escenario, y me temo que Chile tampoco.

A la par con el proceso político en curso, la vida del país sigue su curso y está impactada por otros procesos, que no se detienen e interactúan  con la política. Uno de estos procesos es el de la robótica y la automatización de los procesos productivos y los servicios. A este respecto importantes instituciones globales como el Foro Económico Mundial, la OECD  y otros organismos de la sociedad civil a nivel local, han arrojado luces desde hace ya algunos años sobre el  impacto que  vienen teniendo la robótica y la automatización en la reconfiguración de la fuerza de trabajo. En Chile, hasta antes del estallido social ya se conocían los efectos de la irrupción de la automatización, por ejemplo, en el sector servicios y la banca. El estimado en pérdidas de puestos de trabajo ya el 2019, antes de la pandemia, se contaba en miles. Ver: https://www.elquintopoder.cl/sociedad/cuarta-revolucion-industrial-y-ahora-como-seguimos/

¿Alguien cree que bajo el esquema neoliberal o de capitalismo salvaje, centrado en el lucro y la ganancia fácil, este proceso en particular se llevará a cabo cautelando el equilibrio entre todos los factores y en especial el de la fuerza de trabajo, reconvirtiéndola, reinsertándola, de modo de evitar el paro forzoso masivo y la cesantía?

Otro, es el cambio climático y el impacto que este tiene sobre los ecosistemas. Pero el cambio climático que nos coloca entre uno de los diez países más afectados del planeta, lo  que se expresa en una sequía que se empina a la década, se refuerza con el modelo económico extractivista  dominante, el costo que este modelo le significa a las comunidades locales y al país, la contaminación de los caudales de agua y del medio ambiente y la apropiación indebida del agua para consumo humano por parte de empresas agroexportadoras y mineras privadas tanto como  la estatal con operaciones  en el territorio nacional. Aquí un  fundamentado artículo escrito por Edison Ortiz, que amplía un fenómeno bien conocido en la zona de Puchuncaví:  https://www.elmostrador.cl/destacado/2021/01/14/region-de-ohiggins-la-nueva-zona-de-sacrificio/

También habría  que mencionar  la reconfiguración de la globalización. La crisis sanitaria provocada por la  pandemia y la crisis económica  que le viene siguiendo, están abriendo nuevos horizontes. En efecto,   la mayoría de los países desarrollados se dan cuenta de la importancia de tener y fortalecer en general sus sistemas públicos, en especial los de salud, así como en  avanzar y fortalecer la investigación científica de modo de estar mejor preparados para escenarios altamente complejos como el que ha desencadenado el Covid-19.

Luego, en el ámbito económico, la crisis está haciendo volver la mirada de los gobiernos hacia el interior de los países, para garantizar a nivel local la producción de  los insumos básicos  indispensables para su  funcionamiento. En efecto, si algo ha caracterizado al neoliberalismo mundial, esto ha sido la deslocalización de la actividad productiva hacia países del tercer mundo, buscando con ello aminorar el costo de la mano de obra, pero dejando tras de sí, como en el caso de la otrora simbólica y poderosa  industria automotriz norteamericana, una estela de cesantía, decadencia y miseria.

Donald Trump, el Presidente insurgente de los EEUU, de un modo burdo, racista y xenófobo al por mayor, fue electo Presidente de EEUU por el descontento profundo que generó en amplios sectores de la sociedad norteamericana la aplicación sin contrapesos de recetas neoliberales durante décadas. Trump está llegando al término de su mandato, si es que no lo destituyen días antes. Sin embargo, el costo social y político de EEUU bien podría significarle perder la hegemonía mundial e incluso agravarse la crisis interna debido a la descomposición y creciente polarización de la sociedad norteamericana.

Una visión determinista podría empezar a sacar cuentas alegres. La historia no dice eso. No dice que a mayor descomposición de un sistema dado, el resultado vaya a ser  el que yo quiero que ocurra: la Rusia zarista pasó de un sistema despótico a otro; Alemania, el país más ilustrado y próspero de Europa fue destruida por el nazismo; EEUU durante la guerra de Vietnam, produjo el movimiento social antiguerra más poderoso conocido en los países de capitalismo desarrollado, pero al no encontrar expresión política adecuada, terminó bajo el Gobierno de Nixon, propulsor  del golpe de estado en Chile, y el cono sur americano. En el plano interno de EEUU hizo retroceder el potencial de cambio nacido de las movilizaciones en aquel país, hasta diluirlo y  poder cimentar sobre sus cenizas  las bases del neoliberalismo que perduran hasta nuestros días. ¿Y en los países del  barrio? Venezuela, país rico y próspero  por décadas, pasó de la corrupción a la dictadura chavista.

Con la lógica del negocio chico, disputas por cupos convertidos en cuñas comunicacionales, exaltación de lo que desune más que construir a partir de lo que une, la oposición está contribuyendo a  ensanchar  la brecha entre la política Institucional y la sociedad. Cierto, en política todo puede pasar, pero lo que está pasando, no lo superaremos desde la lógica de la Guerra Fría.

En una palabra: Ceguera en pedestal.

Carlos Cerpa Miranda
Carlos Cerpa Mirandahttps://pagina19.cl
ex concejal y ex director laboral Banco del Estado.

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