viernes, mayo 3, 2024
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El antiguo mundo animal prehistórico de Chile

Captura de pantalla Curiosidad Prehistórica en Youtube - Créditos: atrox1

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Hace 4.100 millones de años, el naciente planeta Tierra fue azotado por una masiva lluvia de candentes meteoritos originados en la última desestabilización de nuestro sistema solar. Luego, desarrolló una blanda corteza que era perforada frecuentemente por la roca fundida que salía burbujeante desde sus entrañas. Su atmósfera tenía solo dióxido de carbono y una multitud de raros gases. Más tarde, cuando el agua comenzó a caer desde las nubes primitivas, esas lluvias formaron inmensos océanos. En ese caldo originario hostigado por radiaciones provenientes del espacio, se gestaba lentamente la vida. Con el tiempo aparecieron los primeros organismos con núcleo celular, los ladrillos de toda la vida futura.

Estos desarrollaron un sistema de vida que huía del oxígeno, sustancia fatal en ese entonces que, por sus radicales libres, destruía las moléculas orgánicas. Durante millones de años estos seres primordiales vivieron flotando en sus mares. El suelo de la tierra, ya enfriado, era parte de un enorme continente llamado Pangea, que incluía juntas a todas las tierras que ahora conocemos. Tierra rodeada de un enorme mar conocido como Panthalassa. Las tierras de esa época fueron infinitos páramos silenciosos que poco a poco se cubrieron de interminables y raras formas vegetales. A su vez en el mar surgían las primeras especies, unos curiosos organismos bacterianos llamados Estromatolitos, que aparecieron hace 2.500 millones de años atrás. Estas fueron las primeras formas vivas con varias células. Luego, los simples gusanos iniciales flotantes dieron origen a los peces. Más tarde sus aletas evolucionaron en manos y pies, con los cuales los anfibios primitivos, ya provistos de pulmones, comenzaron a caminar por la tierra. Más tarde apareció el huevo con cáscara, que dio vida a los reptiles, quienes ya no tuvieron que volver al agua para reproducirse. Algunos de estos, antes de la gran extinción causada por un gigantesco meteorito de 12 kilómetros de ancho que se estrelló contra la tierra, desarrollaron alas y plumas, con las cuales invadieron tumultuosamente las tierras y los mares.

Una rama primitiva de peces queriendo avanzar sobre la tierra desarrollaron pulmones, pies y manos y poco a poco se aventuraron en la tierra, dando origen a los pequeños mamíferos primitivos. Estos, con el tiempo desarrollaron un nuevo colosal invento: la placenta, la cual les permitió criar descendencia dentro del cuerpo de las madres. Las tierras invadidas por estas nuevas especies: aves y mamíferos, comenzaron a ser espacios bulliciosos, llenos de rugidos, mugidos y cantos de aves. En esta historia, los humanos con sus 14 especies predecesoras somos muy recientes, pues sólo aparecimos hace100 millones de años atrás. Sin embargo, nuestro cuerpo y mente es la maravillosa acumulación hereditaria de los cambios orgánicos y biológicos ocurridos en una larga evolución de otros animales que vivieron antes que nosotros. Así también ha ocurrido con las otras especies de animales y plantas actuales.

En este proceso milenario, siglo tras siglo la corteza terrestre se convirtió en un inmenso archivo natural que, como páginas de un libro, ha registrado los acontecimientos de ese proceso biológico. En el fondo marino, en las areniscas, en el magma de las terroríficas erupciones volcánicas de la época, comenzó a quedar guardado el registro del antiguo mundo animal y vegetal.

Aparece el antiguo mundo animal perdido

Durante centenares de años en Europa y Asia, los hombres creyeron que esas extrañas criaturas fósiles, de enormes huesos petrificados, que aparecían por doquier en excavaciones en la tierra y el mar, nacían espontáneamente del barro, o eran fallas en el proceso de creación divina; animales monstruosos creados por dioses; o que eran los restos de los que no alcanzaron a subir al arca de Noé y fueron sepultados por el diluvio. Otros, hablaban convencidos de que eran gigantes del pasado, como los cíclopes; hasta algunos quisieron ver en esos restos, huesos de dragones y otras bestias. El bestiario humano de esos tiempos estaba repleto de esos misteriosos seres que llenaron la imaginación humana. Sin embargo, tempranamente Leonardo da Vinci señaló que, en la tierra, mucho tiempo antes habían existido animales diferentes a los actuales, y que ahora estaban extintos. Sin embargo, en esos alocados tiempos de descubrimiento de nuevos mundos, pocos repararon en ello. Hubo que esperar hasta 1812, cuando el francés Georges Cuvier, una de las mentes científicas más brillantes de su época, señaló que los fósiles habían sido animales antiguos, de mundos ya perdidos. Él comenzó meticulosamente a estudiarlos con una rigurosa lógica científica. Recorrió incansablemente decenas de lugares europeos donde había restos, los acopió y después de muchos años de estudio, planteó lo que llamó la “Teoría de la correlación de las partes”, que mostrada la estrecha relación existente entre la forma y la función de los órganos en los animales.

A partir de ello, pudo reconstruir la anatomía y fisiología de muchos animales fósiles. Sin embargo, él no creía en la Evolución, más bien era Creacionista, creía que todo lo había hecho el Dios cristiano. Varias décadas más tarde Darwin nos alumbraría con su teoría de la Evolución que, entre otras cosas, se nutriría de la teoría y los hallazgos de Cuvier, entre otros científicos notables. Mas tarde, otro científico llamado Richard Owen, acuñó el término dinosaurio (“lagarto terrible”) para nombrar a los extraños seres que eran desenterrados de esos tiempos pretéritos. En 1824 se descubrió el primer fósil en el mundo que fue llamado Megalosaurus bucklandii, denominado así a partir del fragmento de un fémur fosilizado, encontrado por William Buckland, profesor de geología de la Universidad de Oxford, que, ante la falta de más indicios, éste lo llamó simplemente, Megalosaurus (“lagarto grande”).

Actualmente en la humanidad tenemos un registro fósil que abarca un período de 3.770 millones de años, sin embargo, el 99 % de los fósiles que conocemos provienen sólo de los últimos 545 millones. Sobre el 85% del tiempo restante reina todavía la más absoluta oscuridad. Pero, si la conservación de los fósiles fuera buena, sería previsible que el número de especies a descubrir a futuro supere el número de las hasta ahora descritas. Lamentablemente el ADN, que nos permitiría conocerlos, no sobrevive más allá de 100 mil años. Sin embargo, la actual y tecnológica ciencia paleontológica, es un fino y poderoso motor de búsqueda que nos está alumbrando rápidamente sobre esos tiempos ignotos. Es así como en los siglos XIX y XX, este mundo perdido comenzó a ser develado velozmente. Los años 70 fueron una época muy interesante, tanto que ha sido llamada: la década del “Renacimiento de los dinosaurios”, pues se descubrieron cientos de fósiles de éstos y otros animales. Sin duda, esos hallazgos inauguraron en el planeta una nueva mirada masiva sobre la evolución. En ese siglo, surgen novelas como Viaje al centro de la Tierra de Jules Verne y El mundo perdido de Arthur Conan Doyle que contribuyeron a recrear, a veces un tanto ficticiamente, esos mundos desconocidos. Sin embargo, el verdadero boom de popularidad se produciría más tarde.  En 1990, el escritor Michael Crichton publicó su novela Jurassic Park, que fuera adaptada al cine por Steven Spielberg en 1993, lo que vino a popularizar mundialmente a estos animales. Las enormes y monstruosas criaturas de los mundos antiguos de la tierra aparecieron tal cual habían sido en el remoto pasado.

El antiguo mundo animal perdido de Chile

Aun sabemos poco del extraordinariamente rico y antiguo mundo animal chileno. En la temprana época llamada Paleozoica (416 millones de años atrás) el actual territorio chileno era una inmensa planicie al igual que la actual Argentina. En esta existieron enormes praderas, con antiguos árboles y muchas especies de plantas, que vivían su evolución. Más tarde, en el período Mesozoico, hace 186 millones de años atrás, gran parte del territorio nacional fue invadido por el mar. Chile durante milenios fue solo un fondo de mar en el cual danzaban muchas especies animales acuáticas antiguas. Con el paso del tiempo y ya desaparecidos los mares que nos cubrían, aparecieron las cordilleras. Primero la de la Costa y luego la de los Andes (144 millones de años, Cretácico inferior). Los animales marinos y plantas antiguas de estos territorios fueron quedando depositados en los sedimentos del fondo.

Más tarde, algunos de estos emergieron con los movimientos tectónicos y se transformaron en tierras. Nuestro país actual, de norte a sur es un enorme mosaico de animales y plantas fósiles, cuya mayoría está aún por descubrir. De la misma forma, pasó en el resto de la actual América del Sur donde también hay otros lugares paleontológicos megadiversos, como la bella Villa de Leyva, en Boyacá, Colombia, en la que, junto a mi esposa, conocimos más de 500 especies de fósiles, las cuales tienen una antigüedad aproximada de 130 millones de años. A su vez, Argentina es un país de una riqueza de estudios, descubrimientos, museos y científicos notables, como Amenguino y de nuestro recordado Casamiquela, grandes fundadores de la paleontología del cono sur de América. Pero sin duda, un sitio relevante para conocer estos antiguos animales es el Museo de Historia Natural de Nueva York, con unas 2800 especies de fósiles de todo el mundo, en la mítica Planta Cuatro. Recorrerla con mi esposa fue una inmersión en un pasado muy profundo de la tierra, frente al Central Park, a pasos donde alguna vez tristemente John Lennon fuera asesinado.

Solo el año 2001 fue descubierto el primer dinosaurio en Chile, en la localidad de Conchi Viejo, cercana al Río Loa, en Antofagasta. Era un titanosaurio que fue bautizado como Atacamatitan chilensis, el titán chileno de Atacama.  Medía 8 metros de largo y pesaba como 10 elefantes juntos y era dos veces y media más alto que un humano. Era un cuadrúpedo con una larga cola que podía ser usada como látigo. Al trotar, este inmenso animal hacía temblar el blando suelo de esa época. Era un herbívoro que consumía enormes cantidades diarias de plantas que pasaban por su fenomenal cuello, que después de masticadas y molidas por sus especiales dientes, eran digeridas junto a piedras en una molleja para luego pasar a un estómago glandular. El titán comía y digería como las aves actuales. Más tarde los desechos se transformaban en enormes bolas de fecas, petrificadas, llamadas coprolitos. En esa época, en todo el actual territorio nacional existía una abundante vegetación herbácea, arbustiva e inmensos árboles que alimentaban a muchos miles de animales herbívoros y también una variedad de carnívoros.

El único registro de un ave antigua en Chile fue en el Mesozoico (251 millones de años), en Quiriquina. La Neogaeornis wetzelli, era un ave acuática parecida a un guanay, que se alimentaba de peces, los cuales atrapaba con el pico. Era incapaz de volar, pero nadaba hábilmente. En el año 2013, en la formación Dorotea en Magallanes, fueron descubiertos los gigantes reptiles llamados Hadrosaurios, que vivieron en el Cretácico Tardío (99 millones de años). Estos eran llamados dinosaurios Pico de Pato, pues su boca era parecida a la de esas aves. Tenían más de 2.000 dientes con los cuales molían las hojas hasta transformarla en una pasta digerible. Eran de una altura dos veces un hombre y de largo unos 5 metros. El actual Magallanes en esos tiempos estaba aún unido a la Antártica y era tierra caliente con inmensas superficies densamente vegetadas.

En el año 2009 Gabriel Carrasco, paleontólogo chileno, publicó su monumental libro: “Mamíferos Fósiles de Chile”, en el cual describe toda la fauna mamífera fósil terrestre descubierta en el país hasta esa época. Por primera vez, teníamos el mapa de interesantes y extraños animales extintos desde norte a sur del país. Algunas muy raras como los gigantes megaterios (12 millones de años atrás), el milodón (12 mil años), el astrapoterio (casi un elefante, de 18 mil años), gliptodontes (18 mil años) y pequeños caballos como adiantus (17 mil años) y prototerio (18 mil años), que llegaban a la cintura de un humano. También tuvimos al tigre dientes de sable hace 13 mil años atrás, al jaguar patagónico (12 mil años) y 3 especies de grandes caballos. Algo increíble es un pequeño primate chileno descubierto en el Río de Los Cipreses en 1994 proveniente del Mioceno inferior (24 mil años), llamado Chilecebus carrascoensis.

De animales prehistóricos marinos y peces sabemos poco, pero su conocimiento aumenta aceleradamente gracias a nuestros/as científicos/as paleontólogos/as y geólogos/as, aunque para estos/as últimos esta faceta de la vida planetaria siempre fue algo muy colateral, tras su búsqueda de riqueza mineral.

Para la Dra. Judith Pardo P., joven paleontóloga chilena, el amanecer de esta ciencia en Chile está recién comenzando. Ella cree que hay mucha riqueza y variedad paleontológica aún por descubrir. Su pasión por los dinosaurios, la han llevado a convertirse en una de las principales investigadoras nacionales de lo que es considerado el hallazgo paleontológico más importante de Chile: el descubrimiento de más de 50 fósiles de ictiosaurios (mamíferos marinos) pertenecientes al período Cretácico, en el glaciar Tyndall del Parque Nacional Torres del Paine, la mayoría completos, y que se encuentran en un gran estado de preservación. Estos fueron reptiles que vivieron hace 150 millones de años en el mar. Hasta el momento, el descubrimiento más impresionante ha sido una hembra ictiosauria completa, de gran dimensión, con cinco crías en trabajo de parto, de las cuales una se encuentra saliendo de la cavidad uterina. Hay muchos otros lugares en Chile con dinosaurios en áreas protegidas, tal como la Cueva del Milodón en Magallanes, el Monumento Natural Pichasca en Coquimbo, la Reserva Nacional Río de los Cipreses. Asimismo, de norte a sur de Chile hay al menos 10 importantes sitios de excavación con muchos registros, cuya puesta en valor mejoraría la atracción y el conocimiento de la paleontología nacional.

La mayor cantidad de registros fósiles de mamíferos chilenos se concentra en el lapso Mioceno inferior a Mioceno medio, llegando a 37 géneros (41,5%) géneros de un total de 77 y 54 especies (49,5%) de un total de 89. Este es un número muy bajo que se correlaciona con el todavía escaso esfuerzo investigativo que aplica nuestro país.

Nuestra actual fauna, es producto de varios orígenes. Uno es la evolución de antiguos animales que siempre estuvieron acá y que aún los tenemos en modernas versiones. Otros son sobrevivientes de las antiguas migraciones desde América del Norte hacia el sur ocurridas hace 3 millones de años, de los cuales solo unos pocos sobrevivieron. Algunas  antiguas especies fueron exterminadas por la caza de los primeros habitantes humanos de lo que ahora es América, que preferían animales de gran tamaño por la gran cantidad de carne, grasa, huesos y cuero. Lamentablemente estos eran los que tenían los más largos periodos de gestación y ciclos de vida, lo que les impidió recuperarse.

El antiguo mundo animal prehistórico de Chile aun duerme de norte a sur bajo toneladas de rocas, presto a ser descubierto y a enseñarnos que tenemos un pasado muy largo en el tiempo cuya evolución debemos proteger, pues se trata ni más ni menos que de nuestra vida planetaria.

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