Economista, Instituto Igualdad
Vivimos una interminable discusión que responde a una realidad donde coexisten procesos que obedecen a comportamientos aleatorios y otros que son determinísticos, sobre los cuales hay quienes creen que mientras menos regulación exista en la economía se obtendrían mejores resultados y hay otros que estiman que es necesario intervenir en el mercado para evitar desequilibrios, inequidades y entropía sistémica.
El mercado funciona sobre la base de procesos aleatorios que pueden ser relativamente manejables con muy buena información y, así y todo, nada garantiza su continuidad, su estabilidad ni que su comportamiento no deba corregirse. Por lo mismo, las organizaciones sociales crean leyes que obligan a respetar ciertos límites que resguardan derechos y obligaciones, universalmente reconocidos.
El mercado laboral está incluso mucho más expuesto a impredecibles comportamientos en tanto es un mercado que no necesariamente está en equilibrio con las necesidades de las empresas. Una de las consecuencias de lo aleatorio de los mercados es la ocurrencia de ciclos económicos u otros eventos que lleven a importantes contingentes laborales al desempleo, a la paralización de los procesos de producción y distribución , tanto en determinados sectores o a la economía como un todo.
La experiencia de los países afectados por recesiones, inflaciones, desastres naturales, pandemias, guerras, dejan una enseñanza clave: cuando la sociedad está en crisis de esas magnitudes necesita buscar un orden mínimo, un tratamiento que nada tiene que ver con el azar, la incertidumbre, ni la autorregulación, es el momento en que la sociedad reconoce la autoridad superior del Estado como última instancia que puede controlar el caos y la destrucciónen el país. Sin embargo, no resulta fácil percibir el inicio de una crisis y cuánto tiempo tomará enfrentarla, por lo mismo, la sociedad debe estar constantemente en alerta para prever y administrar la entropía y evitar el desarrollo incontrolado de tales eventos. Por lo mismo, surgen normas regulatorias y de control que todo país necesita para lograr estabilidad económica, política y social.
El estado ha sido desde siglos una entidad que, frente a procesos aleatorios como el desempeño de los mercados y sus consecuencias, ha intervenido para asegurar ciertos pisos o umbrales que morigeren o eviten los efectos negativos de los comportamientos erráticos o indeseables de los mercados. La mano invisible usada por Adam Smith en su obra “La riqueza de las naciones”, 1776, admite que los individuos contribuyen a la prosperidad sin proponérselo y sería esa poderosa fuerza invisible por sobre los individuosla que lo hace posible. El mercado sin regulación funcionaría e incluso proveería un orden espontaneo al coordinar los movimientos de la oferta y demanda sin necesidad que nadie lo organice. Lo que ha ocurrido, sin embargo, es que esa mano invisible la ha tenido que administrar el Estado porque el libre albedrío simplemente no ha generado equidad, ni iguales accesos a los derechos ni justicia sociales.
En Chile, la discusión sobre el funcionamiento de las AFP y de las pensiones que este sistema provee es un buen ejemplo de cómo el Estado debe intervenir para no dejar a los afiliados de esas entidades expuestas a las vicisitudes del mercado laboral que tras haber ahorrado para sus pensiones,tales recursos no son suficientes para asegurar a los pensionados no vivir bajo la línea de la pobreza.
En consecuencia, frente al comportamiento aleatorio e impredecible del mercado laboral que no asegura los ahorros previsionales deseables o esperables, el Estado regula y provee recursos para compensar las lagunas por cesantía que no producen ahorros previsionales o no lo cubren los bajos ahorros que generan bajos salarios. Es decir, el Estado funciona estableciendo lo que una persona debe recibir como mínimo en su pensión, o sea, se transforma en un generador de procesos determinísticos que mitigan, morigeran ocompensan los desequilibrios y distorsiones que generan procesos aleatorios como los que ocurren en los mercados.
Lo mismo sucede con el salario mínimo que fija el Estado. Se trata de que nadie puede trabajar recibiendo una remuneración menor a lo necesario para no caer bajo la línea de la pobreza. Y ni siquiera ese límite es suficiente si no se acepta el deterioro de la calidad de vida de los trabajadores en un país, sean empleados o trabajen por cuenta propia.Igualmente, las normas que enfrentan el desempleo con seguros que mitigan los efectos de la cesantía, son medidas básicas que aplican la mayoría de los países civilizados a través del Estado. Son claramente reglas que determinan límites y por lo mismo protegen a los trabajadores de un país del azar y el caos que puede producir el comportamiento de los mercados y de la economía.
Sin embargo, los procesos políticos pueden llevar a degradar aún más la situación económica de un país cuando no se logran consensos mínimos respecto de cuál es la causa de una crisis y cómo enfrentarla. De hecho, no reconocer el rol del Estado como factor ordenador y direccionador de soluciones, ni menos aún, aceptar que para ello necesita recursos para lograrlo, es el principal factor de riesgo en la sociedad al momento de tener que actuar en consenso para superar la crisis.
Una situación que grafica lo analizado más arriba es la crisis del sistema de pensiones en Chile. En efecto, las pensiones entregadas por el sistema de capitalización individual administrado por las AFP no han logrado resolver el problema de proveer pensiones dignas o que eviten que se llegue a niveles de pobreza con lo que con ellas se puedaadquirir en el mercado. Ciertamente, las AFP no crean ahorros previsionales sin los aportes de sus afiliados, salvo la rentabilidad de los saldos que nadie garantiza será siempre positivo. Es la economía del país, el desempeño de sus mercados, las consecuencias de los procesos recesivos, inflacionarios, de desempleo, aumento de la informalidad, decrecimiento de la productividad, lo que finalmente conduce a bajos salarios y al desempleo que reducen la capacidad de ahorro previsional y a crear finalmente bajísimas pensiones.
La apuesta de que el mercado de los ahorros previsionales vía capitalización individual iba a generar buenas pensiones, hasta con un 80% de tasa de reemplazo, fracasó. Es decir, los mercados involucrados no dieron lugar a la acción de la “mano invisible” para asegurar pensiones dignas y ello ha originado la necesidad de la intervención del Estado para compensar o mitigar este mal resultado, obligándose aotorgar pensiones mínimas con recursos provenientes de la recaudación de impuestos generales.
No obstante, la derecha política en el país insiste en el sistema de AFP como único mecanismo posible de usar en la entrega de pensiones, incluso, quiso llevar este asunto a instalarlo en la constitución, la que fue rechazada en el plebiscito del 17 de diciembre. Por otro lado, el 6% de incremento de los ahorros previsionales, como aporte del empleador, la derecha lo quiere destinar en su totalidad a la capitalización individual y ser administrado por las AFP, lo que incrementa el ahorro previsional en los empleos formales, pero niega la posibilidad de que parte de ese 6% sea destinado a un seguro previsional solidario que garantice le entrega de la PGU con pensiones dignas a todo evento y, al mismo tiempo, se niega a incrementar los impuestos a los más ricos para disponer de los recursos que requiere el Estado para ello, dejando nuevamente en manos de la mano invisible la ilusión de tener un mejor sistema de pensiones y seguridad social.
Las perspectivas del mercado laboral no son auspiciosas en el futuro sin acuerdos o consensos en lo político y en el ámbito de la integración público-privada. La automatización, la AI, la especialización del conocimiento y su aplicación en las nuevas industrias, la crisis del sistema educacional especialmente en la educación pública, los cambios en la matriz productiva y los nuevos requerimientos que ello implica, obliga a cambios adaptativos que eviten a futuro mayores crisis en el mercado laboral. La incertidumbre y la entropía en la economía deben ser enfrentados por un Estado moderno y emprendedor en conjunto con un sector privado dialogante. 28122023RFI.
