Periodista.
Como dice la canción huele a peligro en el país post plebiscito. Tal parece que los opositores de distinto cuño no le han tomado el peso al significado de la aspiración ciudadana por una nueva Constitución. Y día que pasa, más de enreda la posibilidad de tener esa nueva Carta Magna. Justo a días de un nuevo aniversario del estallido social de octubre del 2019.
Las amenazas de la derecha de negarse a cerrar el acuerdo que están discutiendo con los partidos de gobierno hace ya más de dos semanas, aduciendo distintos motivos -o es el TPP1 al que el gobierno no le da curso, o firmar en octubre fecha que les recuerda el estallido social, o cualquier otra razón producto de su embriaguez por su supuesta victoria en el pasado plebiscito-, están mostrando no sólo lo peor de la derecha que incluso se atreve a exigir puntos más allá de la negociación que hasta ahora han respetado. Sólo un ejemplo: la bancada de la UDI está condicionando su aprobación al Presupuesto enviado por el Presidente, si no ratifica el TPP11 aprobado por el Senado el pasado miércoles. Y ese es sólo uno de los chantajes.
También está quedando en evidencia lo peor de la política. No de otra manera se puede calificar la situación que el país enfrenta hoy en los distintos escenarios abiertos luego del plebiscito del 4 de septiembre. Porque ¿quién podría haberse imaginado a un condenado por homicidio el año 2000, detenido por desórdenes públicos, autor de amenazas y funas a los propios congresistas de su sector por su “tibieza” frente al gobierno y sus partidarios, sentado y dialogando en el mismo congreso donde habitan personeros que alguna vez rechazaron toda relación con individuos relacionados con la dictadura de Pinochet? El mismo Francisco Muñoz, alias Pancho Malo es uno de los que ahora camina por los pasillos del Congreso legitimado por la derecha pinochetista que no sólo existe en partidos ultras como los Republicanos. También quedan simpatizantes del pinochetismo en el Partido de la Gente de Parisi y en la UDI y RN, que hasta ayer ocultaban a duras penas sus preferencias. Hoy no.
La mesa que no fue
Entre los bochornos que hoy vive la derecha que prometió cambiar la Constitución de Pinochet “con amor”, está no sólo el no ponerse de acuerdo entre ellos. También hay funas y peleas públicas.
Algunos en esta derecha vario pinta lisa y llanamente no quieren terminar con la Constitución de Pinochet; otros prefieren que sea el Parlamento con expertos quienes redacten una nueva y otros, los menos, quieren -como lo prometieron- una “nueva y buena Constitución“.
Hasta ahora, esto último se ve muy lejos de aunar posiciones en la derecha. Y ahí están, horquillados por las contradicciones internas del sector al que ahora adscriben, y obviamente sin el protagonismo que adquirieron gracias a la estrategia de los hoy socios de la derecha de no aparecer para no asustar a los electores , los amarillos de Warken, los DC que aún no se van de su partido, como ya lo hizo el gobernador Orrego, Walker y Rincón, y varios otros ex ministros y ex autoridades de los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría hoy irrelevantes en la arena política.
Entremedio, la ultraderecha de los Republicanos y el Team Patriota que dirige Pancho Malo busca su destino en los pasillos del Congreso donde comenzó a funcionar una mesa paralela a la que oficialmente construyó el Parlamento para continuar el proceso constituyente luego del plebiscito último. .
Algunos parlamentarios independientes dijeron no estar siendo representados por las directivas de los partidos que se juntaban durante las semanas. Así, el grupo fue presentado por representantes de Amarillos por Chile, el PDG, independientes y los senadores DC Matías Walker y Ximena Rincón. Estos últimos estuvieron exactamente 3 horas siendo voceros oficiales de la nueva instancia. Hasta que los invitaron a la oficial, que era lo que en realidad buscaban. Lo mismo ocurrió con Amarillos por Chile.
Se han sumado chascarros y chimuchinas de dudoso nivel, hasta que hace unos días, cuando la mesa paralela sesionó en el tercer piso del Congreso de Santiago, a la que llegó el invitado Pancho Malo representando a su organización Team Patriota, que está en contra de la continuidad del proceso constituyente y que -tras el triunfo del Rechazo- promueve mantener la Carta Magna actual, sin cambios. Llegaron, además, organizaciones de la sociedad civil que estuvieron en la campaña y franja del Rechazo organizada por Chile Vamos. Entre ellas Con mi Plata no y Salud Libre, Republica, Multigremial Militares, Fundación Piensa, Fundación para el Desarrollo, Mi Derecho a Educar, Con mi Voto no, Ciudadanos por Chile, Acción Chile y La Minga, entre otros.
Cuando el sheriff del condado, como se autodenominó el diputado Gaspar Rivas, entró a la sala de reuniones y escuchó parte de las intervenciones, se dio cuenta que la instancia estaba copada por la ultraderecha pinochetista. Así lo dijo. Y estos reaccionaron con furia y lo expulsaron de la sala.
¿Más cerca o más lejos?
Hasta ahora las tensiones en la derecha se han mantenido bajo control. Pero hay quienes creen que si sigue escalando el tema podría implicar algunos costos a nivel de votos en el Parlamento. Varios de los que integran la mesa paralela son diputados o senadores, lo que podría traducirse en algún rechazo a cualquier propuesta de la mesa oficial.
Pese a los esfuerzos de quienes han construido la mesa oficial de negociaciones, los presidentes del Senado y la Cámara, todo está por verse. En general los analistas señalan que cuando todo se ve más cerca de llegar a acuerdos, algo pasa que se retrocede.
Aunque el presidente del Senado, Álvaro Elizalde (PS), ha declarado que “se han ido despejando las diferencias respecto a las bases o principios institucionales del nuevo proceso constituyente, por tanto creo que ha habido un avance significativo y ahora corresponde el diálogo sobre el mecanismo”. Y agregaba su convencimiento de que “efectivamente estamos más cerca hoy de lo que estábamos hace dos o tres semanas atrás, pero todavía falta por avanzar”, pronto llegó la declaración en contrario de la derecha.
El senador de la UDI, Javier Macaya, defendió y argumentó la postura de Chile Vamos de no firmar ningún acuerdo constitucional este mes, como ya lo habían anunciado algunos personeros opositores. “Hay un error de interpretación. Se sobre interpreta el estado en el que están las conversaciones. Hoy día hay un avance bastante importante en ciertos principios fundantes y que eviten los errores que tuvo el proceso anterior, pero hay una conversación que sigue!” dijo Macaya.
Aclaró que las negociaciones que ya se han dilatado por más de cinco semanas, involucran “reformas al artículo 135 y 142 que se dan en el Congreso, que se presentan indicaciones, se hace discusión política ahí…Así que creemos que en ningún caso octubre es el mes para llegar a un acuerdo en esta materia. Otros personeros de derecha habían señalado que en octubre por ningún motivo se firmaría un acuerdo. Para ellos, hubiera sido un regalo para quienes fueron protagonistas del estallido del 19 de octubre. “Mucho octubrismo” dijeron.
Macaya dijo por último que “esta es una conversación que va a seguir además en el Parlamento, muy probablemente durante todo el mes de noviembre. Yo creo que en diciembre va a seguir el trámite legislativo”.
La Canciller como objeto del odio
Este es el estado del arte en la política chilena. Y se le suma la campaña desatada contra el gobierno, contra el Presidente y contra algunos ministros y ministras. Tienen gente dedicada a bucear en antiguos Tweets, que sacados de contexto, los impulsa a anunciar futuras acusaciones si es que estos personeros no renuncian. Por nombrar algunos, es el caso del Ministro Grau, del presidente del Metro, de Orellana, Toro y Brodsky y ahora, de la Canciller Urrejola.
Por cierto, el TPP11 está en el medio de las controversias. El inefable Diego Schalper, conocido por sus declaraciones fuera de la lógica política, escribió hace unos días: “Estimados: Considero que acá se configura causal de dejar sin aplicación la ley, para acusar constitucionalmente a la canciller. Si no hacen lo que tienen que hacer, pido que avancemos en esa dirección”. Schalper indicó que “hemos sido cautos con la instalación del gobierno, pero esto sobrepasa los límites y pone a la Cancillería en contraposición con el Congreso. Exigimos respeto y que cumplan las leyes aprobabas y los tratados ratificados. No puede ser que el subsecretario Ahumada y sus visiones ideológicas se impongan a los intereses de Chile”. Pero el objetivo es Antonia Urrejola. Y más allá, el propio Presidente de la República.
La Canciller tiene las riendas firmes de la política exterior. Si bien han existido ripios, ha tenido triunfos importantes, como la contundente primera mayoría en la ONU para nominar a Chile en el Consejo de Derechos Humanos.
Está, además, la decisión del Presidente Gabriel Boric de esperar a las cartas laterales -o side letters- que son acuerdos paralelos en los que el gobierno busca despejar algunos puntos que no les gusta del tratado, como por ejemplo, el mecanismo de solución de controversias entre los inversionistas y el Estado.
El propio Schalper se contactó con el jefe de bancada de la UDI, Jorge Alessandri, con quien analizó la situación y habló con gente de Evopoli, la DC y el PDG para buscar apoyos. En la UDI preferirían una interpelación y no tanto un libelo. De hecho, en la colectividad ya anunciaron otra acción fiscalizadora y dijeron que iban a condicionar aprobar la glosa del Presupuesto a cambio de que se ratifique el TPP11 en un plazo máximo de 30 días.
No es casualidad el que el senador de la Comisión de Relaciones Exteriores Iván Moreira (UDI) haya dicho que “me parece que el Presidente tiene que ordenarles a sus ministros y especialmente a la vocera que no sigan provocando en tono desafiante al Congreso y a la oposición. De seguir así, pone en riesgo acuerdos legislativos y también constitucionales, dado que están tensionando los ánimos”.
Si eso no es amenaza, habría que investigar qué es.
