domingo, abril 28, 2024
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Paulina Vodanovic, Presidenta del PS, en el XXXII Congreso Carlos Lorca: “Somos un partido de izquierda, con vocación transformadora”

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Queridos compañeras y compañeros.

No existe honor más grande para una socialista que entregar la cuenta política. Con emoción sincera, hoy como Presidenta denuestro querido Partido, ante los delegados de nuestro Congreso partidario, procedo.

Y más aún si es en este recinto, la Universidad de Santiago de Chile que antes también nos ha cobijado, pero que en esta ocasión reviste mayor simbolismo. Porque aquí, hace 50 años, en la Universidad Técnica del Estado, el día 11 de septiembre, nuestro Presidente Salvador Allende anunciaría un llamado a plebiscito, dando cuenta de su inquebrantable convicción democrática. Desde aquí saldrían estudiantes, saldría Víctor Jara, para no volver. Ese día partiría la larga noche de la dictadura.

El Congreso General es nuestra mayor instancia de discusión política y con ocasión de la pandemia han pasado no 3 sino 4 años y medio desde el último. Es esta instancia un crisol de voluntades, vocaciones y compromisos, del que pueden emanar luces que guíen nuestro camino para los próximos años.

Aquí se reúnen decenas de historias de vida y de convicciones de nuestros militantes; ideologías y saberes técnicos; aspiraciones y planes concretos, que, de una manera, a veces planeada, pero muchas veces también espontánea, se conjugan de forma dialéctica y destilan la síntesis de ruta para nuestro accionar futuro como partido.

En momentos que para la izquierda en Chile y en el mundo las grandes narrativas parecen difuminadas ante el avance de una mirada de causas individuales que a veces hacen perder de vista el horizonte común, el Congreso se erige como una ocasión única para probablemente no definir un programa preciso y detallado de nuestro actuar, pero sí para identificar de manera colectiva aquella “estrella polar”, como decía Norberto Bobbio, que guiará nuestro camino en la construcción de un país con mayor prosperidad y mayor justicia social y medioambiental.

Ese es el desafío para estos dos días que estaremos debatiendo en estos salones, compañeros y compañeras.

Identificar la estrella polar del socialismo chileno, que guíe la política propia y del país, para los próximos años.

Nos reunimos hoy después del último Congreso realizado en 2019, y de qué manera y en tan breve tiempo, cuánto hemos vivido desde entonces en Chile y el mundo.

Pero es imposible no realizar una mención especial a propósito de aquel Congreso. Durante la inauguración de ese evento en aquella calurosa tarde de enero, en los jardines del estadio El Llano, fue la última vez que pudimos ver a un querido compañero, por quien no quiero pedir un minuto de silencio, sino que pedir un gran aplauso, a nuestro querido Jaime Fuentealba, el “Fischer”.

Jaime fue un gran socialista, a quien yo conocí por primera vez en 1991 o 1992, cuando él era presidente de la UJS de entonces, y visitaba a los militantes de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Es imposible no recordar la predilección de Jaime por la discusión política, por la deliberación democrática, por el debate ideológico y su aplicación programática.

Rindámosle el mejor homenaje a Jaime en estos días de Congreso, poniendo al frente aquella disposición de diálogo que mezcla convicción con humildad intelectual, disposición para convencer y ser convencidos.

Vocación de alianza

Nuestros eventos partidarios han generado luminosidad en el pasado. Hace casi exactamente 90 años, el 27 de octubre de 1933, el partido realizó su primer Congreso luego de su fundación en abril de ese año, donde definió su declaración de principios. Ese grupo de militantes tuvo la intuición correcta respecto de la izquierda que requería nuestro país para superar la estructura oligárquica, latifundista y excluyente que regía en Chile desde su independencia, que se agravaba con la crisis económica que remecía al capitalismo mundial, en un país dependiente como el nuestro, al que, además, le costaba tanto consolidar el régimen democrático.

Hubo luces también en el Congreso de 1938, cuando el partido decide apoyar e ingresar al gobierno de Pedro Aguirre Cerda. Fue aquella una primera luz de nuestra vocación de alianza, de generar acuerdos amplios –en ese caso, el Frente Popular—para empujar las reformas que el pueblo demanda.

Destellos también se irradian del Congreso de 1948, cuando el PS ratifica el liderazgo de Eugenio González y el famoso texto de bases programáticas de 1947, donde se define un acervo ideológico de avanzada para la época, que propone una profunda transformación social y económica, realizada con pleno apego a la democracia, lo que sería, sin duda, la estrella polar que guiaría el pensamiento del mismísimo compañero Salvador Allende y su revolución a la chilena, democrática, con empanadas y vino tinto.

Durante la dictadura también hubo eventos partidarios que irradiaron luces, pero esta vez de heroísmo y sacrificio. El historiador Cristian Pérez hace poco nos entregó un relato conmovedor de aquella época en su libro “La vida con otro nombre”, donde emerge sin duda, la estampa de Carlos Lorca Tobar, a quien homenajeamos en este Congreso.

Con gran parte de la dirigencia partidaria asesinada, encarcelada o en el exilio, una generación de dirigentes jóvenes hubo de mantener viva la estructura partidaria en el país, a través de una serie de encuentros clandestinos donde la valentía era el telón de fondo.

Vino después el Congreso de Unidad en 1990, otro momento de luz en nuestro partido, donde Clodomiro Almeyda, Jorge Arrate, Ricardo Núñez, y la figura ya presidenciable de Ricardo Lagos, lideraron el esfuerzo de dejar atrás la división de nuestras fuerzas.

Estuvo también el Congreso de 1995, que actualizó las bases programáticas de nuestra organización en un mundo globalizado post guerra fría. Y cómo olvidar el Congreso de enero de 2005, donde se avizoraba ya la primera candidatura presidencial de nuestra querida compañera Michelle Bachelet.

Como se puede ver, hay elementos comunes en todas estas instancias.

La fundación de un partido muy chileno, muy popular, muy democrático.

La vocación de alianza y formación de grandes mayorías.

El indisoluble vínculo entre socialismo y democracia.

La valentía y el compromiso.

La vocación de contribuir y participar con lealtad en los gobiernos que nos convocan.  

Como ven queridos compañeros y compañeras, cada momento histórico ha identificado su propia estrella. Es hora de identificar la estrella para este momento.

Porque este Congreso no se da en tiempos fáciles para la izquierda chilena y mundial.

Qué razón tenía Mario Benedetti cuando dudaba de la tesis de Fukuyama a comienzos de los años 90, acerca del fin de la historia, y decía Benedetti que más que el fin de su paso vagabundo, era el comienzo del capítulo segundo.

En los últimos 5 años el mundo parece haber comenzado elcapítulo segundo de la historia moderna. Cuando algunos como Yuvel Harari pensaban que ni las guerras, ni las enfermedades, ni el populismo autoritario volverían al acecho, hoy vemos todo lo contrario. Y con un agregado más: una emergencia climática a punto de generar impensadas catástrofes ambientales y humanas.

Debemos admitir que la izquierda mundial, con pocas excepciones, no ha entregado una respuesta consistente a esta nueva realidad planetaria. Por un lado, ha resurgido una izquierda autoritaria, que no parece querer respetar los mínimos democráticos, que no parece hacer propia la gramática de los derechos humanos, y que ha generado, en varios países donde gobierna, una desinstitucionalización del sistema político, junto a la pobreza y abandono social.

Pero, por otro lado, la izquierda democrática se ve desorientada. En todo el mundo, los movimientos progresistas se vuelvan hacia causas cada vez más particulares y cada vez menos colectivas.

Así no se puede cambiar el mundo, compañeros y compañeras.

El primer y gran desafío de la izquierda, es conformar unpropósito común de cambio, donde más que sumar causas y más causas de los individuos, seamos capaces de sintetizar anhelos, necesidades y aspiraciones de todo el pueblo.

Y para acometer esa tarea, siempre es bueno recordar los principios, aquellos que el Partido Socialista ha ido construyendo a lo largo de las décadas. Somos un partido de izquierda, con vocación transformadora!

El Partido de los trabajadores

Un propósito común de cambio pasa, en primer lugar, por volver a nuestro origen como partido de los trabajadores. El trabajo debe adquirir una nueva centralidad en nuestra narrativa y nuestras acciones. El PS es la expresión política de los trabajadores manuales e intelectuales, de la técnica, de la ciencia, y de la cultura, y de todos los hombres y mujeres que aspiran a una sociedad socialista, es decir, igualitaria, libertaria y fraternal.

Detrás del concepto de trabajo decente, que acuñó desde la OIT un compañero nuestro, Juan Somavía, hay un soporte integral para una nueva política. El PS debe volver a hablar de trabajo y de trabajadores. Y no me refiero a la mítica visión del obrero industrial, sino que al trabajo en sus diversas modalidades modernas. A quienes trabajan en la ciudad y en el campo, a la industria y los servicios, al asalariado, al cuentapropia, o al que se desloma día y noche manejando un auto, haciendo delivery o sentado en un call-center, respondiendo a las instrucciones de un algoritmo que, de trabajo decente, sabe poco o nada.

Preocuparnos de generar trabajo, con una economía moderna, que sepa encontrar nuevos clústers productivos, que sepa agregar valor a sus commodities, que sepa fomentar la innovación, pero que no dé la espalda al mundo globalizado y sepa competir y atraer inversiones.

Preocuparnos de proteger el trabajo, de manera de estar siempre atentos a las consecuencias del cambio tecnológico, de la diversidad geográfica, de las particularidades de cada territorio, de la competencia libre pero justa.

Preocuparnos de los trabajadores y de su realidad concreta. De su salud, de sus jornadas de trabajo, de sus traslados, de sus pensiones, de las leyes laborales que lo protegen ante abusos de los patrones, de su organización sindical y negociación colectiva.

Preocuparnos de la mujer trabajadora, que es generalmente la que más se sacrifica, la de los horarios más largos, la mitad del sueldo y doble labor, la de la violencia y el acoso. Ser socialista es ser feminista y preocuparse de esta desigualdad estructural contra la mujer en el mundo laboral.

Se trata de políticas que, a la larga, solo aspiran a que los trabajadores y trabajadoras de Chile tengan una vida digna y puedan construir su felicidad. Tenemos que volver a hablar de la vida cotidiana de los chilenos y chilenas y a defender políticas públicas que atiendan esas problemáticas.

La crisis ambiental

Un segundo propósito común pasa por hacernos cargo de la crisis ambiental que vive el planeta. La situación se hace insostenible. Este verano podríamos llegar a ver nuevamente calores infernales e incendios asolando nuestro territorio, catástrofes que se erigen como postales de la devastación que el ser humano ha provocado, pero que se unen a calamidades más silenciosas, como la desertificación y la sequía. Y no se trata solo de la crisis climática, también hay serios riesgos a la biodiversidad, de lo que también debemos hacernos cargo. De cuidarla y preservarla, de salvar nuestros océanos del desecho plástico, de salvar ríos y lagos, vida animal y vegetal, patrimonio natural para futuras generaciones.

Es un desafío de dimensiones epocales. Es complejo, son miles de aristas, pero hay algunas tareas ineludibles, como, por ejemplo, reducir drásticamente las emisiones de carbono en el más breve plazo. Chile puede ponerse al frente mundial de ese desafío, puesto que de aquí podemos producir los minerales necesarios para la electrificación, como son el cobre y el litio. También es ineludible impulsar el mayor concierto internacional entre los países para afrontar esta tarea.

Ahí Chile también puede generar un rol articulador, puesto que, a pesar de nuestro tamaño y lejanía, la diplomacia chilena siempre ha tenido una voz escuchada en los foros multilaterales a la hora de construir soluciones globales a problemas globales.

Diplomacia chilena y progresista que, aprovecho de decirlo, siempre ha condenado los ataques contra civiles, como los perpetrados días atrás por la organización Hammas en Medio Oriente. Y que alzará su voz para condenar aún más fuerte ataques militares de Israel contra objetivos civiles o las distintas formas de vulneraciones de los derechos de los palestinos, tal como lo hemos hecho, siempre, también desde nuestro partido. Los derechos humanos se defienden, siempre, en toda circunstancia y lugar. Y la violencia y el terrorismo se condenan siempre, sin relativismos.

Pero volvamos al tema del crecimiento económico.

Compañeros, aquí no podemos caer tampoco en la falsa dicotomía entre crecimiento y medio ambiente, que alguna izquierda propugna. Superemos dialécticamente, como decía Eugenio González en el 47, esa aparente contradicción. Volvamos a nuestros principios: los socialistas abogamos por la justicia social y ambiental. ¿Cómo logramos la primera sin empeorar la segunda? Esa es la cuestión. Para entregar una vida digna a los trabajadores y trabajadoras, debemos crecer. La teoría del “decrecimiento” no es opción. El crecimiento económico es indispensable. El punto es que éste sea sostenible. Y Chile puede hacerlo sostenible. Podemos aportar los insumos críticos para la descarbonización. Podemos ser potencia mundial en energías renovables, como la eólica, la solar, o el hidrógeno verde. Y podemos llevar adelante todo ello con los más altos estándares ambientales, de forma que, al final del día, el balance sea neto positivo en todo sentido, económico, social, y ambiental.    

Un tercer propósito común pasa, también, por fortalecer el elemento democrático e institucional de nuestra propuesta socialista.

Por fortalecer las instituciones, por reformar el Estado para que este sea un agente de cambio en nuestra sociedad. Por impulsar políticas públicas sólidas, consistentes, bien pensadas, y poner a disposición a nuestros mejores talentos. Por reforzar la democracia en la base, en los municipios, en los gobiernos regionales, y dotar de verdadero poder lo local, allí cerca de las personas.

Por ser capaces de llevar adelante esfuerzos públicos de magnitud, que, si no los hacemos nosotros desde un Estado democrático, nadie más los hará, comenzando por las tres grandes políticas urgentes, donde el mercado ha demostrado su fracaso: crear un sistema de salud eficiente y universal; crear un sistema de pensiones robusto y solidario, de verdadera seguridad social; y crear un sistema de educación pública que sea la base del desarrollo de Chile y de su gente.

Un cuarto propósito común pasa por la construcción de mayorías. De forjar alianzas con quienes compartimos un mismo sentido de justicia. Aquí hay cabida para aglutinar fuerzas, movimientos, causas, pueblos, identidades sexuales, generaciones. Recordemos los principios del partido del año 33, cuando se juntaban distintas expresiones de la izquierda. O del 38, cuando nos uníamos al Frente Popular. O de la Unidad Popular en 1970. O de la Concertación en los 90. Ahora con el Presidente Boric. Es una misma vocación de unidad que ha recorrido al PS en toda su historia, sin dogmatismos ni mesianismos. Pero ahora es mucho más exigente, puesto que en esa amalgama de causas e identidades que debemos saber aglutinar, y con humildad debemos escuchar, debemos también proporcionar un sentido claro e ideas comunes.

Para todos estos propósitos, compañeros y compañeros. Para todos estos desafíos, queridos camaradas, necesitamos de un instrumento partidario potente, sólido, y consistente.

Permítanme que en esta cuenta también me refiera a ello. Porque como organización hemos ido dando muestras a la sociedad chilena de ser una institución responsable, seria y consolidada. Hemos visto a estas alturas, decenas de aventuras pasajeras, no solo en la izquierda, sino que en todo el espectro político.

En el periodo que va desde el anterior congreso y la elección de la mesa hasta ahora, hemos revalidado nuestra presencia en la arena política y, a pesar de intentos, a veces hasta agresivos, de ocupar nuestro espacio político, contamos con una representación importante y sobre todo influyente en los espacios institucionales, con mandatarios a todo nivel, con un rol incidente en el proceso constituyente y una presencia sólida en el gobierno, con ministras, ministros, subsecretarias y subsecretarios de destacado desempeño. Y más allá de nuestro partido, hemos jugado un rol central en la articulación de un arco político más amplio que las fuerzas que respaldaron al presidente Boric en primera vuelta.

No es poco. Y el PS sigue allí, en todas las comunas, en todas las regiones, con liderazgos sociales, intelectuales, sindicales, estudiantiles –recién el jueves nuestra compañera Agustina Melo conquistó el Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile-.

Consolidar la estructura partidaria es una tarea de todos los días. Que va desde aspectos muy prácticos, como tener una sede o recursos para una campaña, a aspectos inmateriales, como fomentar una sana y leal convivencia interna.

En ambas facetas nos hemos concentrado en estos 16 meses de gestión. Y quiero agradecer a todo el Comité Central, pero especialmente a la Mesa Directiva que me ha acompañado, puesto que entre todos hemos logrado fortalecer nuestra institucionalidad, a pesar de nuestras legítimas diferencias.

Un partido activo

Hemos avanzado. Creo que todos nos emocionamos el pasado 19 de abril cuando celebramos los 90 años del PS. Habíamos calculado un aforo en el ex Congreso que fue excedido con creces, quedando varios cientos de personas afuera del recinto. Eso da muestra de la salud organizacional. Al asumir la dirección partidaria, existían 102 direcciones comunales constituidas; hoy tenemos 187. En nuestras elecciones internas participaron más de 20 mil militantes de forma presencial, de lejos la mayor participación comparado con otros partidos, con casi el 50% de los más de 40 mil militantes inscritos.

La casona de calle París se ha transformado en la gran sede política de la izquierda. Hemos implementado un nuevo plan de sedes, con la adquisición y reparación en todas las capitales regionales, habiéndose adquirido ya la primera en Iquique.

El Instituto Igualdad ha fortalecido su programa, forma parte de la red de institutos progresistas e iniciará próximamente el ansiado programa de formación política de jóvenes. Asimismo, se implementará una Escuela Municipal. Un partido activo, con formación, con acción ciudadana y pensando en Chile.

Nuestras finanzas están ordenadas, nuestros balances todos aprobados por el SERVEL bajo los estrictos estándares de la ley de partidos políticos; somos un partido que cumple exhaustivamente en materia de transparencia y compliance y en este punto señalar que, conforme a la normativa recientemente aprobada por el Congreso, respecto a los delitos económicos, implementaremos un modelo de prevención de delitos pioneroentre partidos.

Hemos hecho el esfuerzo de revitalizar nuestras estructuras. Las decisiones se llevan a los foros estatutarios. En poco más de un año, hemos realizado más de 6 reuniones de Comité Central, 80 reuniones de Mesa, 20 reuniones de Comisión Política. La Juventud Socialista ha crecido y cuenta con una directiva legitimada y entusiasta, que gana adeptos en las universidades y colegios. Hay aquí una delegación de dirigentes sindicales socialistas que nos prestigian en distintos sindicatos y federaciones, partiendo por la CUT y la ANEF.

Hemos cultivado nuestra memoria. Organizamos un amplio ciclo de eventos para conmemorar los 50 años del golpe cívico-militar, que pudieron hacer frente a una intentona de la derecha más tosca y burda para negar lo ocurrido, y hace pocas semanas vivimos un momento de especial emoción, al asistir al cambio de nombre de la ex calle Maule por Carlos Lorca Tobar.      

Pero insisto, la dimensión inmaterial del fortalecimiento partidario es igualmente importante. La lealtad interna, el respeto, el disenso democrático seguido de la disciplina consentida, la verdad, la transparencia, son activos esenciales que hemos cultivado en estos dos años.

Por eso con orgullo recibimos ad portas de este Congreso, cientos de peticiones de reingreso; y a modo de ejemplo, citar a un compañero que nunca se fue, que llevó los valores y principios de nuestro partido siempre y hoy lo recibimos con fraternidad, en su casa. Bienvenido compañero Heraldo Muñoz!

Hoy no queremos que se vaya nadie, debemos discutir y disentir, fraternalmente; que vuelvan, se refichen y que se sumen muchos más militantes. Debemos fortalecernos en la unidad. El Partido hoy está más unido. Y entre todos debemos cultivarlo así.

En el Gobierno que participamos

Compañeros, compañeras,

Una cuenta al Congreso no puede dejar de referirse al gobierno en el que participamos. Porque gran parte de nuestro esfuerzo político ha estado centrado

en apoyar con decisión al gobierno del Presidente Boric, candidatura a la que adherimos sin condiciones en la segunda vuelta.

Nuestros parlamentarios en el Congreso, nuestros ministros y subsecretarios, nuestros jefes de servicio, gobernadores, Seremis, cientos de profesionales y técnicos en Santiago y regiones, todos colaborando con lealtad al gobierno.

Hoy podemos celebrar con satisfacción y orgullo el haber consagrado la jornada laboral de 40 horas y, además, la eliminación del copago para todos los chilenos y chilenas afiliados a FONASA que se atienden en el sistema público de salud. Iniciativas, por cierto, de orígenes múltiples, hermanadas en el común propósito de hacer mejor la vida de tanta y tanta gente.

Cómo no reconocer el logro enorme del equipo económico de haber conseguido detener el flagelo de la inflación, que lentamente se va comiendo el poder adquisitivo de quienes viven de un sueldo. Sin la consolidación del gasto, no hay normalización de la economía, pero que ello se haga, además, sin reducir el gasto social, es un hito que solo merece nuestro reconocimiento.

Sumemos a ello la aprobación del royalty minero, que se traduce en un pago específico para la Gran Minería por ventas de mineral y que redunda principal, aunque no exclusivamente, en beneficios para las regiones y las comunas mineras, y también en un fondo de recursos para innovar y agregar valor a nuestra economía.

No reconocer y valorar estas conquistas sería ciego y mezquino, pero es lo que hace la derecha, olvidando o escondiendo que detrás del severo déficit fiscal con el que el Presidente Boric recibió el país, está la mano del gobierno de Piñera.

Quiero hacer especial mención al Plan de Búsqueda en materia de derechos humanos que propicia el gobierno y reconocer la labor del Ministro de Justicia y DDHH, Luis Cordero, y de nuestro compañero subsecretario Xavier Altamirano. Este esfuerzo da cuenta de una larga lucha estatal iniciada por el Presidente Aylwin con el Informe Rettig, seguida por el Presidente Lagos con el Informe Valech, por la Presidenta Bachelet con la creación de la Subsecretaría de DDHH, entre otras políticas públicas. Las y los socialistas no podemos cejar: VERDAD, JUSTICIA Y REPARACION.

Los desafíos que vienen

Hay objetivos logrados, buenos para Chile, pero no podemos perder de vista otros desafíos de trascendencia.

En primer lugar y lo digo con todas sus letras: necesitamos un nuevo sistema previsional ahora y no mañana. Y una pensión básica universal para todos, y en especial para quienes fueron exonerados o son beneficiarios de la ley Valech, pues a ellos más que a nadie se les debe una reparación. No podemos esperar a que los actuales pensionados mueran esperando una pensión digna. Sabemos que el proceso político es complejo y que los intereses en juego son enormes, pero a casi medio siglo de la creación de un sistema egoísta e inmisericorde, no tenemos excusa para no empujar un cambio impostergable.

En segundo lugar, compañeros y compañeras, debemos reconocer que la pandemia del COVID nos dejó grandes lecciones y también deudas. Entre las primeras, la importancia de un sector de salud robusto y con tradición de servicio público que permitió vacunar a millones de personas antes que muchos países y, al mismo tiempo, contener en la medida de nuestras fuerzas como país el golpe de una enfermedad que parecía incontenible.

Esa misma experiencia desnudó los notorios déficits que persisten, sobre todo en términos de recursos y personal especializado. Miles de funcionarios sostuvieron el sistema y hoy resulta inexplicable que no podamos buscar una solución a ello y mantener a aquellos que sean necesarios para terminar con otra enfermedad: la de las listas de espera. Agreguemos a ello el estado crítico en que está el sistema de Isapres para tener conciencia de la envergadura del problema.

Por cierto, sabemos que todo esto requiere más recursos y por eso seguiremos poniendo la reforma tributaria en lo más alto de nuestros propósitos. Necesitamos un pacto fiscal para dar sostenibilidad a nuestra agenda de cambios.

Sin recursos no hay políticas sociales permanentes y la consagración de derechos sociales se convierte en una falacia. Y por eso la derecha se para de la mesa, se niega al diálogo y no lee siquiera las propuestas procrecimiento o propyme. Simplemente porque no quieren cambiar nada, porque creen que negándole la sal y el agua al gobierno ganarán. Ello no será así, pues la ciudadanía se da cuenta que cuando están en juego los intereses de las AFP versus los de los jubilados, la derecha defiende y defenderá a las AFP tal como se ha visto en la discusión constitucional, no admitirá la solidaridad ni permitirá cambios sustantivos y nuestros adultos mayores seguirán con pensiones miserables. Contra eso debemos rebelarnos!.

En otra materia importante, la seguridad de nuestros ciudadanos y ciudadanas; la recuperación de nuestra vida de familia y de barrio y del espacio comunitario, amagados por un crimen que no conocíamos, pero que ha logrado penetrar en el país. El crimen organizado y el narcotráfico no solo se tratan del comercio ilegal de drogas y de otros delitos gravísimos, sino que sobre todo es esa espiral criminógena con armas, secuestros y asesinatos como nunca habíamos visto; luchas entre bandas para conquistar territorios, corromper el estado y consagrar la ley del más fuerte mediante la violencia extrema. Por su peligrosidad, el poder acumulado y los gravísimos problemas de seguridad que generan las organizaciones criminales, el narcotráfico es un delito de lesa humanidad. Ministra Tohá y SubsecretarioMonsalve.

Por lo mismo, se debe enfrentar sin titubeo alguno y en esto la izquierda no puede equivocarse. La vida y seguridad de chilenas y chilenos no tiene color político, pero la derecha ha logrado presentarse como los dueños del tema, más con palabras que con hechos, más con pirotecnia que resultados. No lo permitamos, es perfectamente posible enfrentar el crimen desde una óptica progresista, sin renunciar jamás a nuestros principios y valores.Así, en nuestro gobierno se han aprobado 33 leyes en estas materias y al efecto debemos felicitar la labor de nuestros parlamentarios que han entendido siempre que el progresismo requiere de la seguridad como condición habilitante para el ejercicio de los derechos de la ciudadanía.

Estimados delegados y delegadas, hay un valor en el servicio público que está en nuestro origen y es la austeridad. “Podremos meter los pies, pero jamás las manos”, dijo Salvador Allende. Podremos equivocarnos, pero nunca ensuciarnos. Cuando alguno ha cruzado la línea, hemos sido implacables en defender nuestra integridad y probidad.

Es por eso que observamos con honda preocupación lo ocurrido en los casos de abuso de recursos públicos que todos conocemos. No se trata de hacer leña del árbol caído, pero sí de hacer presente que cuando, otrora, fuimos tan estridentemente interpelados, evitamos la confrontación. Hoy esa es también nuestra conducta, y con serenidad esperamos que primen los aprendizajes por sobre las recriminaciones. La corrupción carcome la democracia y ello es inaceptable para los socialistas.

Compañeros, compañeras,

Hace cuatro años el pueblo de Chile se movilizó con una energía y masividad pocas veces vistas. El hastío con un gobierno indolente, que frente a cada necesidad solo ofreció insensibilidad y hasta burlas cómo no olvidar las insinuaciones de levantarse más temprano o de comprar flores, que bajaban de precio, sumado a la pérdida generalizada de credibilidad en la capacidad de las instituciones de responder a las viejas demandas de terminar con los abusos y las extremas igualdades, estalló en marchas y acciones colectivas de rechazo a un presente vivido como vergonzante.

Se criticó con dureza los llamados 30 años, se nos denostó, pero finalmente hoy se reconoce cómo Chile avanzó y cambió gracias a nuestros gobiernos.

Hubo legítimas demandas sociales, las que apoyamos y compartimos. Pero también hubo violencia inusitada, la que debe condenarse tal como lo hizo nuestro Partido en ese entonces. Y hubo violaciones a los derechos humanos de cientos de compatriotas por la acción de las fuerzas policiales que no obraron conforme a Derecho y que esperamos sean reparadas por el Estado.

No se trata de hacer teoría política, falta mucho por analizar y reflexionar para comprender a cabalidad ese gigantesco episodio de protagonismo social, más aun si a la vuelta de pocos meses la extrema derecha obtuvo un respaldo inesperado e inaudito.

En todo caso, y si bien la historia no se repite, pero rima –parafraseando a un escritor-, una vez más la Historia con mayúscula nos demuestra que cuando el sistema político está bloqueado y se convierte en un obstáculo para el mejoramiento social, la ciudadanía termina hartándose y movilizándose como lo hizo el 2019. Es cosa de ver episodios como la primavera árabe o, en el pasado, la lucha por derechos civiles de los afrodescendientes o mayo del 68.

En este proceso, lo que quiero enfatizar es que, como socialistas,supimos construir, con otros, un cauce institucional para la crisis, donde nuestro expresidente, actual ministro y entonces Senador Alvaro Elizalde, jugó un rol fundamental. Y a partir de ahí se dio inicio a un proceso de cambio constitucional que generó verdaderas y legítimas expectativas de cambio.

Sin embargo, lo que comenzó como una luz de esperanza para elevar nuestras instituciones a la altura de las exigencias ciudadanas y de la Historia, terminó en un sonoro fracaso. Causas hay muchas: desinformación, la arremetida de las fake news y una larga lista de operaciones en contra del éxito del proceso. Pero lo que no podemos dejar pasar son los enormes errores cometidos en el campo progresista, donde la mezcla de sectarismo y mesianismo, de desprecio a los partidos políticos,produjo un texto que expresaba decenas de causas individuales,pero que olvidó lo más importante: una constitución que identificara al país, que fuera transversal y aprobable.

Y la lección, como tantas veces en el pasado, es la misma: la falta de unidad del mundo progresista se transforma siempre en una derrota.

Reconocimos el gran esfuerzo que el Colectivo Socialista realizó en medio de un proceso desordenado y hasta anárquico. Lo mismo puedo decir de quienes hoy nos representan en la Comisión Experta y el Consejo Constitucional, vaya nuestra gratitud y cariño para ellos.   No ha sido fácil, hay desilusión en ellos pues confiaban en que este proceso sería distinto.

La situación hoy no es la misma, pero es igual. Es la derecha la que ha pretendido plasmar sus ideas excluyentes en la nueva Kastitución, perdón, Constitución, dejando de lado la aspiración de un texto que aglutinara a todos.

Compañeros, por respeto al proceso que todos nos dimos, a la labor de nuestros expertos y consejeros, deberemos esperar los resultados finales de la comisión mixta y el plenario. Así lo hemos acordado con ellos y con los demás partidos progresistas.

Pero no puedo esconder mi desazón. Compañeros y compañeras, el proceso no se ve bien. Así de sencillo. Ya están consagrados en el texto una serie de disposiciones altamente cuestionables en materias relevantes para las mujeres, para los derechos humanosy derechos sociales, para el medioambiente, para la justicia. Esto no se ve bien.

Esperaremos las resultas del proceso. Tal vez ocurran rectificaciones de última hora. Lo que no puede pasar, es que el proyecto de Constitución termine siendo peor que la actual. Los socialistas hemos luchado por décadas por una nueva Constitución. Pero no por cualquiera.

Abordemos el tema con seriedad. Con decisión, pero sin precipitación.

Porque la derecha ya está mostrando la cara de su campaña, llena de eslóganes populistas, burdos, que explotarán el egoísmo y la anti política.    

No tenemos derecho a equivocarnos.

Se trata del texto que nos regirá por décadas.

Desafíos electorales

Pero no todo es largo plazo, compañeros y compañeras. Abraham Lincoln decía que es importante alzar la vista al horizonte, pero cuidado con tropezar con las piedras.

Debemos hacernos cargo de los desafíos electorales de mediano y corto plazo de nuestro partido.

Porque en menos de un año, estaremos ya inmersos en un nuevo ciclo de elecciones, primero con las primarias municipales y regionales en junio, y luego con los comicios de alcaldes, concejales y gobernadores en octubre. Ellos serán la antesala de las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2025.

Nuevamente, propongo recurrir a nuestros propósitos originarios como socialistas, que han sido siempre apostar por la unidad antes que la división, por acumular fuerzas antes que restar fuerzas, por lo colectivo antes que lo individual, por la humildad antes que el mesianismo.

Debemos propiciar una alianza de las fuerzas progresistas, así de sencillo. De todos, no solo de algunos. En igualdad de condiciones, sin privilegios ni primeros ni segundos anillos.

Que podrá tener cierta geometría variable según las circunstancias, pero donde la música de fondo es la fuerza común.

Las elecciones de gobernadores y alcaldes serán elecciones uninominales, se elige solo un alcalde y solo un gobernador. Yo les pregunto a ustedes compañeros, ¿vamos a permitir que gane la derecha en las regiones y comunas solo porque nosotros vamos divididos?

Para eso existe el diálogo, las encuestas, el mecanismo de primarias legales. Es un imperativo la unidad. Candidato único progresista para los cargos unipersonales. Unidad aunque duela!

Que los partidos progresistas midan fuerza en concejales y CORES, y que para los cargos unipersonales prime la visión de conjunto. Proponemos y defenderemos la unidad desde el centro progresista socialcristiano hasta la izquierda laica, nueva y tradicional, desde la DC hasta el PC.

Lo mismo sucederá un año después en las parlamentarias y presidenciales. Tenemos que admitirlo compañeros: en la vuelta pasada no estuvimos a la altura. Hubo mezquindad de otros, es cierto, pero también hubo errores propios. Deberemos poner mucho más tesón y empeño en ese proceso.

Porque insisto: al PS le va bien cuando logra aglutinar fuerzas con quienes quieren el cambio.

Por eso nuestra definición debe ser una sola: todo dentro del progresismo, nada fuera de él.  

Nuestro Partido se inscribe en el espacio del socialismo democrático y es nuestro deber promover su fortalecimiento, reuniendo todas las fuerzas políticas y sociales identificadas con la búsqueda de la justicia social y la democracia, que hoy se encuentran, entre otros, en nuestro partido, el Partido por la Democracia, el Partido Radical de Chile, en el Partido Liberal, en organizaciones de la sociedad civil y liderazgos independientes progresistas que lideran en muchos territorios. Este congreso marca un sendero en esa dirección, concompañeras y compañeros de destacada trayectoria que han vuelto a reconocernos como su domicilio político, el lugar de articulación de la casa común de la izquierda chilena, como lo fuéramos en 1933 o en 1990. Fue antes necesario, hoy es indispensable.

Compañeras, compañeros,

Los llamo a un diálogo fecundo en estos días.

Tenemos mucho que reflexionar. Pero no solo para entender lo que pasó, sino que para ver cómo vamos a actuar.

Pensemos en nuestra vida como partido. Allí hay una riqueza conceptual que puede ayudar a iluminar el actual devenir del partido y de la izquierda, en general.

Que la propuesta de un socialismo democrático, popular, ecológico, feminista, emane de este Congreso y se disemine por todo Chile.

El Partido Socialista de Chile es un partido popular y de izquierda, autónomo, democrático y revolucionario, en tanto persigue un cambio social profundo.

El socialismo es la respuesta al neoliberalismo y al capitalismo globalizado.

Luchamos por una radical profundización de la democracia, haciéndola participativa, por una economía solidaria al servicio de la satisfacción de las necesidades de las personas, una cultura de libertad  y una proyección de Chile a partir de su condición latinoamericanista e internacionalista.

Tenemos un mensaje de justicia y de unidad que Chile necesita. No son tiempos fáciles. Nuestra tarea es aun más necesaria. El gobierno del Presidente Boric también nos necesita y no podemos fallarle a él ni a nuestro país.

Salgamos orgullosos de ser socialistas, de ser el Partido de  Allende, Lagos y Bachelet.

¡Viva el Partido Socialista!

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