Periodista.
Cuando muchos creyeron que el mensaje de chilenos y chilenas con el contundente rechazo a la propuesta de Constitución elaborada por las derechas, que no significa otra cosa que un llamado a ponerse finalmente de acuerdo en los temas que a ellos sí les interesa se había escuchado, se equivocaron. A las pocas horas, hubo la misma respuesta de siempre por parte de la oposición: no habrá acuerdos. En definitiva, el grito de la ciudadanía por ponerse de acuerdo cayó en el vacío. Siguieron los consejos –entre otros- del marido de la UDI Pepa Hoffman, un asesor de su partido de apellido Müller quien dijo aquella noche de derrota que ““la oposición no debiera ceder ni un centímetro a las reformas del gobierno”.
Fue el propio Presidente Boric quien respondió en sus redes sociales: “La ciudadanía nos exige dejar de pelear, llegar a acuerdos y concretar soluciones. Ojalá todos lo entendamos y pongamos a Chile y nuestro pueblo antes que nuestras diferencias”, escribió el Mandatario.
No sólo endurecieron su postura al decir de inmediato No, sin haber estudiado la propuesta gubernamental para destrabar la reforma previsional, aquella que las personas mayores de hoy y los abuelos de mañana esperan con ansiedad y hasta con hambre desde hace muchos años.
Peor aún. Levantaron una acusación constitucional contra el Ministro de la Vivienda, el socialista Carlos Montes, tratando de acorralar al gobierno y obligarlo a realizar un cambio de gabinete que no está en las prioridades del gobierno por ahora.
La ministra Tohá respondió que tal vez esa negativa tan veloz responde al shock provocado por ese rechazo tan contundente a su propuesta y que después podrían pensarlo mejor. De acuerdo a lo que se pronuncia la gente en redes sociales, difícilmente lo harán. Muchos califican la postura de la derecha como una simple y llana “venganza”. Otros, su decisión estratégica de no permitir que el gobierno deje un buen legado a ese pueblo que en dos años más votará a un nuevo gobernante.
Una derrota que duele
Que ni el gobierno ni la centro izquierda ganó en el pasado plebiscito, es una verdad del porte de una catedral. Pero que la derecha perdió y estrepitosamente, lo es más. Una derrota electoral y política cuyas consecuencias recién comienzan a asomar y que en principio, significó tapiarle la puerta a una ultraderecha que ya se sentía entrando a La Moneda en un par de años.
Con todo, no se sacan cuentas muy alegres en el progresismo. Porque el porcentaje de votos que lograron Republicanos y Chile Vamos fue muy amplio –no es cualquier cosa un 44 por ciento- y se parece peligrosamente a lo que votaron los chilenos y chilenas en 1988, en el plebiscito del SI y el NO. Es decir, cincuenta años después, ¿se estaría volviendo al punto inicial? Es una de las preguntas e inquietudes que deberá responder y hacerles frente el oficialismo, una vez que pase la sorpresa inicial.
Porque sí hubo sorpresas en el resultado de este plebiscito. Primero, que las encuestas no se equivocaron garrafalmente como ocurrió en los procesos anteriores. Segundo, que el temor de la abstención fue solo eso: un temor. Porque los chilenos acudieron masivamente a las urnas y estuvo a un paso de ser una de las mejores asistencias a votar. Tercero, -y era la esperanza de la derecha- la última semana fue fatal para el oficialismo: la Policía de Investigaciones detuvo, por orden de fiscal Cristian Aguilar, a dos de los principales protagonistas que dieron origen al caso Convenios, la trama de corrupción sobre el traspaso de dineros públicos a fundaciones privadas que investiga el Ministerio Público a lo largo del país. Eran militantes de RD, en algún momento principal partido de gobierno.
Se le suma la detención de un joven indultado por el Presidente Boric acusado de intento de secuestro; la declaración de un ex seremi de vivienda en Antofagasta responsabilizando al segundo piso de La Moneda de no haber tomado cartas en el asunto que les habría sido comunicado con antelación al escándalo. Y por último, la declaración de la ex subsecretaria de Vivienda, afirmando que el Ministro Montes había sido informado de lo que estaba pasando con los acusados de corrupción en Antofagasta. Por ese caso y por la situación de inmigrantes en el norte, la derecha daba por hecho que el A Favor ganaría en el norte. Lo mismo en el sur, con la situación de los atentados.
Para la derecha, que en esa semana fatídica volcó toda su odiosidad y capacidad de hacer daño con malas artes al gobierno y particularmente al Presidente Boric, -trataron por todos los medios que éste se pronunciara llamando a votar en contra–, los hechos ya señalados fueron un bocatto di cardinale para sus pretensiones.
Pero, para su desconcierto, el pueblo chileno los volvió a sorprender. De las 134 comunas de la capital, en 131 ganó el En Contra. Es más. Incluso en Providencia, donde gobierna la presidenciable de la derecha Evelyn Matthei, ganó esa opción. Y de todas las regiones del país, en solo tres ganó el A Favor: Maule, Ñuble y la Araucanía.
Aunque el Presidente Gabriel Boric llamó a ser humildes y no engolosinarse con este respiro que los chilenos y chilenas le dieron al gobierno, advirtió que “durante nuestro mandato se cierra el proceso constitucional, las urgencias son otras. Lo que hoy demanda la ciudadanía es mayor capacidad de diálogo“. Comentó que “luego de dos propuestas constitucionales plebiscitadas, ninguna logró representar y unir a Chile en su hermosa diversidad. El país se polarizó, se dividió“,
“La política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile, y esta deuda se paga logrando soluciones que las chilenas y chilenos necesitan”, señaló el presidente Boric y agregó que “no me cabe ninguna duda de que lo que demanda la ciudadanía es una mayor capacidad de diálogo, pero sobre todo de acción, abandonar las trincheras y encontrar soluciones a los problemas más apremiantes que enfrentan los chilenos y chilenas“.
“Algunos hasta pretendieron hacer de esta elección un plebiscito sobre el Gobierno. Lo que la ciudadanía ha señalado, sin embargo, es un mensaje transversal que esa forma de hacer política no la representa”, criticó.
Aunque admitió que el resultado fue “contundente”, apuntó que “una parte importante de quienes asistieron a las urnas votaron por la opción A Favor, por lo que no podemos volver a cometer el mismo error de los plebiscitos anteriores: el país lo hacemos todos y todas, y quienes triunfan en una elección no pueden prescindir ni ignorar a quienes son circunstancialmente derrotados“.
Las razones que se buscan
Así las cosas, la derrota electoral de la derecha es de magnitudes. Tenían todo para alcanzar el triunfo que,sobre todo José Antonio Kast y también Evelin Matthei, anhelaban. Habían logrado entrar en el escenario político del último tiempo con sendas victorias: plebiscito de entrada y consejeros constitucionales. Tenían mayoría absoluta y operaron en consecuencia, repitiendo los mismos errores del segundo proceso constitucional, donde la ultraizquierda se permitió darse “gustitos” extremistas que fueron rechazados por la ciudadanía. Igual que los extremistas de la derecha que arrastraron como vagón de cola a sectores de la derecha supuestamente más experimentados que los Republicanos.
En ese sector se sacaron cuentas separadas luego del resultado del plebiscito: Republicanos por un lado Chile Vamos por otro. Asumieron el golpe y muy temprano se dieron cuenta que perdían.
Dijeron que les había faltado tiempo para convencer a los chilenos. Pero no hubo autocrítica por las razones internas que vivieron. Pocos días antes, Rojo Edwards había anunciado el fin de su militancia en Republicanos y el inicio de la conformación de un movimiento o partido –aún no se sabe- al estilo libertario de Milei en Argentina. Muy rápido deslizaron también que los republicanos no fueron capaces de ordenar a su electorado. Que se dieron “gustitos” que les pasaron la cuenta, como por ejemplo dejar la norma de la protección de la vida de quien está por nacer.
Tampoco exteriorizaron de inmediato yen voz alta sus críticas a Evelin Matthei por su escasa participación en la campaña. Pero el inefable exconsejero de la bancada republicana, Luis Silva, lanzó sus dardos contra la alcaldesa de Providencia, por la derrota del A Favor en la propuesta constitucional. El republicano aseguró que la jefa comunal “entró tarde” a defender la propuesta.
Ella se defendió señalando que “claramente entré tarde. Más aún, en algún momento pensé en votar En contra”. Una débil manera de explicar su voltereta de última hora, y no cargar con la culpa del resultado. En una de esas vuelve a dar otra vuelta.
Y así se asoma la noche de los cuchillos largos en una desconcertada y dolida derecha.
Los perdedores
Además de Evelyn Matthei, está no sólo el perdedor principal, José Antonio Kast, quien comprometió su capital político en este proceso, mirando en realidad a dos años más: la carrera presidencial. Lo m ismo que la Matthei. En Chile Vamos le critican a Kast no haber sido capaz de alinear a su gente para proponer una Constitución capaz de lograr un apoyo amplio en la ciudadanía y que tomaron decisiones que inviabilizaron esa posibilidad, teniendo la mayoría que habían obtenido en el Consejo.
Dicen que leyeron mal la mayoría obtenida en el Consejo, pensando que todos esos votos eran para respaldar sus ideas. Critican que los Republicanosdesconocieron lo importante que son los derechos que las mujeres han obtenido a lo largo de muchos años. Lo mismo en el caso de eliminar las contribuciones para la vivienda principal, lo que desató una serie de críticas por favorecer a los sectores de mayores recursos por parte del oficialismo.
Y así, suma y siguen las elucubraciones respecto al porqué de la derrota tan contundente, que, lo quieran o no, arrastra a la propia candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei.
El Senador de la UDI Iván Moreira escribió en su red social: “Lo dije con anterioridad, si ganaba el En contra, el gran responsable es José Antonio Kast (…) no lideró, no ordenó a su propio partido. Menos a sus simpatizantes, ni a esa derecha dura que decía representar (…) Se la ganó la Tere Marinovic, (Gonzalo) De la Carrera, Kaiser y la familia. Varios le dijimos que tenían que ser mesurados en la redacción de la Constitución. Finalmente, se hizo una Kastitución y la gente lo rechazó”. Se sumó el ex presidente y Senador de RN Francisco Chahuán, quien apuntó a Republicanos por el fracaso en el plebiscito:“Claramente son los que tienen la mayor responsabilidad. Yo espero que ellos hagan el mea culpa correspondiente. Estamos esperando todos la declaración del Partido Republicano”.
También la derecha de Chile Vamos culpa a la mano derecha de José Antonio Kast, el abogado Cristian Valenzuela. Su error inicial en esta campaña fue haber reconocido internamente que nunca fue la intención de Republicanos el construir un texto de consenso. Fue un balde de agua fría para la derecha, y un regalo para el progresismo.
Y no sólo eso. Las aguas se agitaron en su sector cuando se conoció una columna reciente en un diariodonde Valenzuela cuestiona el “Acuerdo por Chile” que logró el oficialismo con Chile Vamos. Se permite decir que el resultado de la elección de consejeros fue que la ciudadanía “optó por el Partido Republicano y residualmente por Chile Vamos”. Y se ríe de los “sofistas de derecha” que “creyeron que, luego de ser mandatados por una mayoría del pueblo, los consejeros republicanos negarían su condición hegemónica”.
Para qué hablar de Amarillos y Demócratas. Pasaron a ser irrelevantes luego que de acuerdo a análisis de expertos, no aportaron con nada a un resultado más favorable para la opción de la derecha.
Lo que está claro es que en un tiempo breve, comenzará a rebarajarse el naipe en la derecha y también en el progresismo, pensando tal vez en el mensaje que les transmitió el pueblo de Chile. A ellos y a todos los actores políticos que ya están pensando en próximas contiendas electorales.
Sin embargo, puede que sea muy pronto para afirmar cuál será el camino que tomará la derecha, pero por las declaraciones hechas hasta ahora, (“Los votos no van a estar disponibles”: UDI pide modificar reforma tributaria y pensiones) pareciera ser que aún no se dan cuenta cabal del mensaje del pueblo de Chile.
